Por Graciana Petrone

Nuclear. ¡No gracias! es el título del libro póstumo del ambientalista, cineasta y constitucionalista Juan Schröder que se presentó en la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires la semana pasada. La obra es el corolario de una extensa trayectoria: fallos judiciales inéditos, luchas, reformas constitucionales, ponencias e investigaciones, entre otros sucesos que tuvieron como referente principal a su autor, fallecido en 2021.

Prolífico y tenaz, Schröder fue uno de los que trabajó en materia medioambiental en la reforma de la Carta Magna de 1994. Años más tarde, un litigio con una empresa japonesa por las toninas overas del sur sentó las bases en el Derecho Ambiental de la figura legal “intereses difusos”.

A partir de ese fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a favor del ambientalista, quedó establecido que cualquier persona puede reclamar por derechos medioambientales aún si no es un afectado directo.

“Nuclear. ¡No gracias!” reúne, entre otros temas, documentación diversa e inédita, un análisis detallado de cuánto dura en el ambiente la energía radiante y el peligro que significa para la salud. También muestra archivos de investigación sobre las pruebas que Estados Unidos realizó en humanos con material radioactivo.

En diálogo con Conclusión, la ingeniera agrónoma, ambientalista y funcionaria chaqueña María Angélica Kees, quien colaboró en la edición del libro y estuvo al tanto de las investigaciones de Schröder, contó sobre el contenido de la obra y la vida de su autor.

Entre muchos de los recuerdos que evocó está la ocasión en que Schröder fue invitado en 1972 por Juan domingo Perón a Puerta de Hierro, en Madrid, y en donde pudo ver, de puño y letra del general, la Carta Abierta que después se conoció como el “Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo” y que el 5 de junio de ese mismo año se presentó en la primera reunión de las Naciones Unidas sobre Medioambiente y Desarrollo.

 

Constitución y Derecho

“Antes que nada, Juan Schröder fue constitucionalista. Trabajó mucho el artículo de la reforma de la Constitución de 1994 del Derecho al Ambiente Sano y también el deber de restituirlo cuando se lo daña. Logró acuerdos de base para que quede muy claro que Argentina no podía ni debía ser destinataria de desechos nucleares”, explicó Kees.

La ingeniera agrónoma también relató el litigio que mantuvo Schröder con Kattan “en donde sientan las bases de la defensa de lo que son los intereses difusos, que no existía en el mundo hasta ese momento y ellos logran el reclamo en defensa de las toninas overas en el sur de Argentina en donde un grupo empresario japonés se las quería llevar”.

“Hasta ese momento –explicó–sólo podían litigar en cuestiones ambientales quienes eran afectados directos y ellos logran sentar las bases de que alguien pueda reclamar por cuestión ambiental, aunque no lo afecte en su cuerpo y en su entorno directo, sino como parte del gran ecosistema planeta tierra que, cuando se afecta un elemento, se afecta todo lo demás”.

 

Perón, un adelantado en su tiempo

“Juan Schröder hizo un documental sobre la vida de Eva Duarte y Perón lo invitó en 1972 a España, a que fuera a visitarlo. En ese encuentro personal se selló una amistad, pero además Juan (Schröder) pudo ver, de puño y letra del general Perón, el texto de lo que después se llamó Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo, en donde Perón marca mucho los antecedentes ambientales”, dijo.

“En febrero del 72 –continuó– el general Perón plantea esa carta abierta en donde dice que lo económico no es lo único prioritario, que depende también lo ecológico y no era una visión que había en ese momento. Él lo dice en febrero o marzo del 72 y en junio se reúne por primera vez Naciones Unidas en Estocolmo, Suecia, y de ahí viene que celebramos el Día Mundial del Ambiente, porque fue la primera reunión de Naciones Unidas sobre Medioambiente y Desarrollo”.

“Es decir, que la carta que presenta al mundo Perón fue anterior incluso a la reunión de Naciones Unidas y, de hecho, fue uno de los documentos que se usaron en esa reunión. Se ve que tenía una visión extraordinaria”, remarcó Kess.

También recordó que cuando Perón asume el poder en la Argentina, a su regreso de España, instala la primera Secretaría de Medioambiente en América Latina y la pone a Yolanda Ortiz como secretaria. “De allí que tenemos hoy la ley Yolanda, por ella. Había caminos interesantes en las perspectivas de Perón”.

Fragmento de la entrevista a María Angélica Kees

 

Antinuclear, ¡Sí, gracias!

“En 2013 Juan Schröder escribió un texto sobre la cuestión nuclear y a mí me pareció tan claro que le dije que tenía que dejar por escrito toda esa información que manejaba después de tantos años de militancia. Juan era antinuclear, pero en el sentido de la energía nuclear como fuente de energía. Los otros usos, bueno, podemos sentarnos a conversar”, reflexionó Kees.

Un año después, el ambientalista empezó a escribir sobre la cuestión nuclear planteada como “la oligarquía nuclear” y así cuenta en el libro lo que pasó en Fukushima y en Chernobyl.

“Todo está en el libro. También reproduce un documento que ha circulado mucho, que es una carta que escribe Jaque Cousteau sobre la cuestión energética y que me parece que es muy importante”, señaló.

Otro de los documentos que se publican es una entrevista al vicealmirante Carlos Castro Madero, designado durante la última dictadura cívico militar como delegado de la Comisión Nacional de Energía Atómica.

“Fue uno de los personajes negros de nuestra historia que tanto ha tenido que ver con la ruleta rusa a la que nos obligan a jugar con la energía nuclear. Por esta razón me parece que el libro es imprescindible y oportuno, porque aún cuando Juan no esté vivo, queda un planteo muy claro respecto del verdadero impacto de la energía nuclear», sentenció la agrónoma.

 

Contaminación y oligarquía

“En uno de los capítulos Schröder hace un minucioso análisis de cuánto dura en el ambiente la energía radiante y que es peligrosa para la salud. Estamos hablando, en algunos casos, de 100 mil años. No existe siquiera la posibilidad mental de comprender esta dimensión de tiempo, teniendo en cuenta que uno vive entre 70 y 80 años, con suerte”.

En otro de los capítulos, al que Kees consideró como “espeluznante”, se muestran documentos originales de las pruebas que se hicieron en Estados Unidos con personas determinadas sobre el impacto de la contaminación nuclear.

“Es información que no está en todos lados. Cuando yo leí ese capítulo de Juan no podía, la verdad, más que llorar pensando en las familias que tuvieron que descubrir muchos años después, de que sus familiares habían sido conejitos de indias de esta corporación oligárquica nuclear que, a nivel del mundo, parecen estar todos de acuerdo”.

 

Sin dosis seguras

“Una de las cosas que Juan discute mucho, y que se ve en el libro, es que no se prestó mucha atención a determinados índices porque se consideraron los beneficios económicos: ‘Que el impacto sea tan bajo como razonablemente posible dice en una parte del libro’”.

Kees citó también a Raúl Montenegro, amigo de Schröder y a quien consideró como “otro de los monstruos en la Argentina en este tema” y que también aseguró que “no hay dosis segura en lo nuclear y que cualquier nivel de radiación tiene riesgo”.

“Creo que vale la pena leer el libro porque abre un abanico de información que no ha estado al alcance de los ojos y de la toma de conciencia de toda la sociedad. Nosotros sólo hemos oído el discurso pro nuclear y el discurso de que nosotros somos como de punta tecnológica en el mundo y en realidad podemos usar esa tecnología para la salud y para muchas otras cosas más, pero deberíamos tener mucho cuidado con los usos para obtener energía de lo nuclear”, concluyó Kees.