La fuerte caída en el consumo, los altos costos y el sobrestock generan una preocupación cada vez mayor en el sector vitivinícola argentino. Particularmente en Mendoza, capital nacional en el rubro, los productores ven con cada vez mayor temor el futuro y aseguran que los factores adversos pueden seriamente frustrar la cosecha de vid.

La Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (Coninagro) expresó su preocupación por la situación, manifestando que “el productor independiente no está encontrando establecimientos donde ubicar su uva. Esta labor es la de mayor peso relativo en los costos del ciclo productivo. Para un productor de uva tinta común, levantar la cosecha con asistencia crediticia pasa a representar el 28% de los costos de producción y, para uno de vino blanco, el 31% de los valores de producción”.

Por ello, la contrapropuesta que realizan refiere a “un trabajo en conjunto público-privado”, específicamente refiriéndose a “impulsar métodos de asociativismo, defender a ese pequeño y mediano productor para producir en escala y que pueda defender el precio de su producto”.

Carlos Iannizzotto, presidente de Coninagro, manifestó que “la percepción que hay en el ambiente productivo es de desaliento, ya que varias bodegas no recibirán uva y hay un porcentaje muy alto de productores sin destino”, a lo que se le suma la “constante caída del consumo” y por ende un “sobrestock vínico que amenaza con disminuir aún más los precios que ya bajaron con respecto a 2018”.

Esto, lament a, “sería un duro golpe para Mendoza que pequeñas bodegas cierren, y que estos factores que acorralan al productor y lo dejan sin alternativas, lo lleven a dejar la uva en el parral, el ajo en las chacras o la fruta en la planta perdiendo todo el trabajo del año, las inversiones y los costos afrontados”.