El acuerdo al que arribaron los 27 gobiernos de la Unión Europea durante la madrugada de este lunes 20 de julio implicó la utilización de 750.000 millones de euros para el salvataje de la situación derivada de la pandemia de coronavirus.

Según el análisis de Idafe Martín para el diario Clarín, el 70 % de esa cifra se usará en los próximos dos años, de los cuales 390.000 millones serán transferencias a fondo perdido (esto significa que los gobiernos nunca devolverán ese dinero) y los restantes 360.000 serán otorgados en forma de préstamo a 30 años en una tasa que podría ser del 1 % anual, inaccesible para la mayoría de los gobiernos del bloque continental.

La financiación del fondo total se realizará a través de una emisión de deuda que materializará la Comisión Europea en nombre de la Unión Europea, donde los países miembros oficiarán de garantes.

Tal emisión de deuda no se empezará a pagar hasta el año 2028 y será abonada por el bloque continental con una parte pequeña de sus presupuestos y con la creación de nuevos impuestos, posiblemente a los gigantes digitales (principalmente estadounidenses), al plástico no reciclado y al carbono.

Según continúa Martín en la práctica los europeos construirán con ello las bases de un tesoro común siendo responsables solidariamente por la deuda a pesar de que hace pocos meses era un tabú y que la canciller alemana Angela Merkel había sentenciado que eso no se iba a hacer mientras ella viviera.

Tal vez, otro de los líderes más importantes de la Unión, el presidente francés Emmanuel Macron, ilustró con su frase la nueva realidad impensada hace pocos meses y que justifica el acuerdo y sus condicionalidades: “El mundo no es perfecto”.