Por Alejandro Maidana

No falta mucho para un colapso de proporciones apocalípticas, las señales de la naturaleza son tan explícitas como desoídas por la enorme mayoría que habita una tierra que grita su dolor. La conciencia ambiental debería ser patrimonio de todos, si bien la inercia de una sociedad que tritura toda buena intención, ha resumido a ésta a una marginalidad que busca imponer su agenda ante intereses tan mezquinos como inescrupulosos.

La humana es la única raza que hace de su autodestrucción un culto tan siniestro como inexplicable, algo que habla a las claras de la llanura en la que pulula su discernimiento y empatía ¿Habrá tiempo para revertir la historia? ¿Qué debería pasar para no padecer las demoledoras manifestaciones de la madre tierra? ¿Los líderes mundiales podrán imponer su memorándum? Preguntas que solo podrán encontrar una respuesta amigable para la humanidad, si cada uno de nosotros aporta su minúsculo granito de arena para poder torcer esta realidad abrumadora.

«La matemática del clima es brutalmente clara, el mundo no puede ser sanado en pocos años, pero podría estar fatalmente herido de negligencia en 2020», afirmó Hans Joachim Schellnhuber, fundador y ahora director emérito del Instituto Potsdam del Clima, en Alemania.

>Te puede interesar: Nonogasta: el Chernobyl riojano que respira cromo

Según afirmó el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en su informe de octubre del año pasado es necesario recortar las emisiones de CO2, los mismos deben tener lugar antes de finales del año próximo, de acuerdo a observadores. La idea de que 2020 es un plazo decisivo fue mencionada ya en 2017 por uno de los principales científicos climáticos a nivel mundial.

En las últimas décadas la superficie del planeta se ha estado calentando más de lo que debería producto de los gases del efecto invernadero. Algunos de estos gases bloquean en la atmósfera el calor que recibimos del sol, impidiendo que este escape. El vapor de agua, que sin dudas es el más abundante y que gracias a su retroalimentación, genera que los ciclos lluviosos sean más abundantes. El otro es quizás el más popular, el CO2 <monóxido de carbono>, que se genera a través de nuestra respiración, las erupciones volcánicas, pero claro, estas dos resultan insignificantes en torna a la huella que genera nuestra actividad en el planeta.

Deforestación, cambios en las tierras y quema de combustibles fósiles, fueron los responsables (gracias a la intervención humana) que las emisiones hayan aumentado 1/3 luego de la revolución denominada industrial. Cabe destacar que otro de los gases de efecto invernadero, es el metano, a este lo encontramos en los grandes depósitos de basura, en los cultivos de arroz y en el proceso digestivo de los rumiantes. Este gas, es 20 veces más potente en atrapar el calor del sol que el monóxido de carbono, si bien tiene menos presencia que este último, su efecto es mucho más destructivo. Algo que debería interpelar en profundidad a la industria cárnica y sus consumidores.

Otros de los gases que colabora de sobremanera para el efecto invernadero, es el óxido nitroso (N2O), este tiene íntima relación con la actividad en los suelos, más precisamente con el uso comercial que se le da a los fertilizantes, ácidos nítricos y la quema de cultivos. Y por último es preciso destacar a los clorofluorocarbono (CFC), compuestos sintéticos de origen enteramente industrial. Cabe resaltar que su utilización se redujo considerablemente, beneficiando a la dañada capa de ozono.

¿Calentamiento global y cambio climático están relacionados?

El calentamiento global es el aumento de la temperatura promedio en la superficie de la tierra, debido al incremento de gases del efecto invernadero. Mientras que el cambio climático es mucho más complejo, es un cambio en el clima que se da en toda la tierra a largo plazo, y que según la evidencia, ya se ha dado anteriormente en varias oportunidades a lo largo de la historia de la tierra.

Solo en los últimos 650.000 años, han existido 7 ciclos de avances y retrocesos en el congelamiento de los continentes. El fin de la última era de hielo fue hace casi 7.000 años, la mayoría de estos cambios son atribuidos a las variaciones en la órbita de la tierra y al cambio de la energía solar que nuestro planeta recibe.

Pero claro, el cambio que estamos experimentando en la actualidad, está siendo producido por nosotros, los humanos, a un ritmo frenético y sin precedentes. Desde hace cientos de miles de años, el nivel de dióxido de carbono se mantuvo estable, pero de 1950 a esta parte ha crecido exponencialmente. Algo queda claro, si las emisiones de dióxido de carbono no se detienen, no estaríamos hablando de una nueva era de hielo, sino de algo mucho peor, la extinción de la mayor parte de las especies del planeta que olerá enteramente a “huevos podridos”.

>Te puede interesar: La imperiosa necesidad de pensar un 2019 con menos plásticos descartables

Si bien esto no sería para alarmarse en lo inmediato, el siglo entrante sería aquel que podría ver el colapso de una tierra que viene gritándole a una sociedad con sordera. Tenemos un trabajo por delante y el mismo tiene su anclaje en la conciencia, no debemos quedarnos de brazos cruzados ya que el cambio climático es una triste realidad que nos abraza a todos ¿Qué mundo pretendemos dejarles a las generaciones venideras? ¿Seremos capaces de torcer un rumbo que parece inmodificable desde las acciones conjuntas?

Las evidencias de un colapso que se aproxima

Una de ellas sin duda alguna es el nivel del mar, el mismo se ha elevado unos 17 cm en el último siglo, si bien en la actualidad esta cantidad se ha incrementado a casi el doble. Los últimos reportes alertan de un crecimiento de 3mm cada año, las grandes inundaciones vienen siendo una preocupante constante en distintos puntos del globo. De seguir así en una cuantas décadas, varias ciudades costeras van a estar completamente inundadas, incluso la población de algunos países isleños como Indonesia y Filipinas, podrían quedarse sin el suministro de agua potable y sus habitantes debería ser evacuados.

Otra evidencia explícita, es el derretimiento de distintos glaciares, esto es muy fácil de constatar ya que es una problemática sumamente estudiada y evidenciada con testimonios fílmicos y fotográficos. Como consecuencia de esto, la migración de distintas especies de animales, ejemplo de esto es el apareamiento de osos polares con grizzlies, dándole a híbridos conocidos como pizzlies.

Los eventos extremos se consolidan como una evidencia por demás de concreta, ciclones y huracanes podrían ir en aumento y hacerse aún mucho más destructivos. Y como punto saliente, podemos citar a la acidificación de los océanos, desde los inicios de la revolución industrial, dicha acidificación se ha incrementado casi el 30%, esto tiene que ver decididamente con las masivas emisiones de dióxido de carbono hacia la atmósfera que luego son  absorbidas por la capa superior del océano, está aumentando a un ritmo de 2 mil millones toneladas por año.

Esto produce una importante baja del Ph y varios animales, especialmente los que están abajo en la cadena alimenticia, requieren un adecuado Ph para sobrevivir. Cabe destacar que esto puede empujar a una extinción masiva de estas especies.

La cinta transportadora oceánica o circulación termohalina

Sobre esto se conoce poco y nada, este sistema de circulación que los océanos tienen en el mundo, es sumamente importante por la gran participación que tienen en el flujo de calor desde las regiones tropicales hacia las polares, y su influencia sobre el clima terrestre. Como ejemplo esa es una de las razones por la que Inglaterra tiene un clima tan diferente a Canadá pese a estar a la misma latitud.

>Te puede interesar: Cuando se envenena la memoria para contaminar la consciencia

Pero existe algo más que realiza esta cinta transportadora, entrega oxígeno de la superficie de la tierra hacia las profundidades oceánicas. Allí moran todos los animales de los que sabemos nada al respecto. Muy atrás en el pasado cuando el nivel de dióxido de carbono excedió los límites, esta cinta transportadora dejó de funcionar, algo que podría volver a ocurrir.

De suceder un nuevo evento, los científicos estiman que todo el clima de la tierra podría cambiar hacia algo con tintes de catastróficos. Los océanos se convertirían en un gigantesco charco estancado, de no ser por las criaturas que habitan la superficie, estas grandes superficies de agua se convertirían en un lugar extremadamente frío, oscuro y sin oxígeno.

Esto originaria que las bacterias anaeróbicas, esas que no necesitan oxígeno para vivir, puedan proliferar allá abajo. Una de las particularidades de estas bacterias, es que producen sulfuro de hidrógeno, con un masivo aumento de estas, este sulfuro se encargaría de copar el aire en la superficie originando un nauseabundo olor a huevo podrido, ya que así huele. La tierra entera olería de esa manera, pero claro, el sulfuro de hidrógeno no solamente apesta, también es bastante tóxico y definitivamente exterminaría a las especies animales que viven en las costas.

Este debate necesariamente debe romper las cadenas del escepticismo que se basan en la profunda desinformación. Nuestro planeta tierra se está calentando de una manera preocupante, eso es un hecho, romper con el cerco mediático y las falsas operaciones impulsadas por las compañías que han generado este descalabro de enormes proporciones a nivel planetario, es menester de todo aquel o aquella que se precie de humano.

>Te puede interesar: La Central Nuclear de Embalse y el fantasma de Chernobyl

Pero claro, estas compañías que se encuentran en el foco de discusión, son las mismas que aportan millones de dólares a las campañas políticas de aquellos que luego de recibirlos, hacen del silencio más oscuro un culto siniestro.

Cabe destacar que otro suceso que colabora al colapso terrestre, es el consumismo, este ha creado necesidades que no existen y mantiene a flote a estas corporaciones. Las fuentes de energía alternativas están allí, si bien algunos países ya las usan regularmente, los que más deberían utilizarlas, China y los Estados Unidos, ya que son los que emiten la mayor cantidad de gases, no han hecho lo suficiente todavía.

Los incendios en el Amazonas, la responsabilidad de Bolsonaro y los poderes globales

En lo que va del año ya se contabilizaron más de 72 mil focos de incendios forestales en el Amazonas, casi el doble que en 2018, un 83% más de acuerdo al INPE, Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales, cuyo director fue despedido por el presidente Jair Bolsonaro.

En el Amazonas residen unas 34 millones de personas, incluyendo 350 grupos indígenas, a los que están expulsando de sus tierras en beneficio de la explotación minera y agrícola. El Amazonas no solo es el «pulmón del planeta» (se cree que absorbe unos mil millones de toneladas de dióxido de carbono), también es el principal acuífero de agua potable de América del Sur y del mundo (sería 3,5 veces más grande que el acuífero guaraní).

Sin dudas lo que está sucediendo en Brasil, tiene un enorme parentesco con el terrorismo ambiental que viene atravesando a nuestro planeta a lo largo y ancho de su existencia. Una manera tan explícita como inescrupulosa de atentar contra nosotros mismos, una irrespetuosidad manifiesta para con todo lo que genera vida, para lo único que puede asegurarles un futuro a las próximas generaciones.

El modelo extractivista se impone con fuerza en esta parte del globo, América Latina como tierra de expoliación histórica, un tubo de ensayo para los poderes globales que solo persiguen la subordinación a su macabro y deshumanizado plan económico.

La evidencia nos dice que nuestro planeta está cambiando, si bien siempre lo ha estado haciendo, en esta oportunidad somos los humanos los actores principales de que esto suceda. Por millones de años la tierra ha sido testigo de la extinción de una gran cantidad de especies pero ¿Cuánto tiempo ha estado habitando el ser humano la misma? Casi nada, es decir, que ha sido nuestra raza la responsable de una devastación sin precedente alguno.

La tierra seguirá su curso prescindiendo de nosotros, debemos comprender que solo somos un eslabón  de una cadena que viene siendo esmerilada por nuestra acción irresponsable y egoísta ¿Se podrá cambiar a tiempo y torcer el rumbo de la historia? Claro que sí, pero para que eso suceda, el ser humano debe considerar que el sembradío de conciencia es algo sumamente necesario, un paso que de darlo a tiempo, lo puede liberar de lo que el mismo generó por desidia y omisión.