Por Alejandro Maidana

Suardi es un pueblo transformado en ciudad a los empujones, distante a poco más de 300 km de la ciudad de Rosario, abraza una problemática que se desprende de la actividad productiva del país. Los silos que se encuentran en el predio del ferrocarril, impulsan continuas cargas y descargas, que esparcen por el aire un polvillo repleto de químicos sumamente nocivos para la salud.

La Resolución 177/03 obliga a las empresas cerealeras a cumplir ciertos requisitos para operar dentro del ejido urbano. Cabe destacar que, si bien desde el estado se ha garantizado la operatividad de las mismas por considerar que no incumplen la normativa, decenas de videos y capturas fotográficas, señalan exactamente lo contrario.

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Años atrás, el doctor Medardo Ávila y el abogado Darío Ávila, demostraron que el relevamiento que realizaron en Suardi, más precisamente en las 2 calles paralelas a las cerealeras, arrojó como conclusión que la mortandad por cáncer en este lugar es el doble de lo normal. Un dato escalofriante, una investigación que parece no haber llegado a oídos de quienes deberían tomar decisiones a favor del pueblo, y no proteger los intereses de unos pocos.

El actual intendente atiende desde los dos lados del mostrador: Hugo Boscarol es productor y dueño de una empresa de fumigaciones terrestres, es por ello que, ante tamaña demostración de incongruencia, los vecinos consideran que siempre miró para otro lado con respecto a esta problemática. La realidad de los pueblos fumigados es tan espinosa como tangible, demostrando fehacientemente que cuando de defender las prácticas contaminantes se trata, la grieta no existe.

Un pico de agua potable en pleno foco contaminante

Lo que sería inaugurado en clave electoral haciendo gala de una concreta violencia simbólica, alimentó la incertidumbre y el miedo de aquellos que no se resignan a seguir hipotecando su salud en post de un negocio. A la circulación permanente de camiones cargados con cereales fumigados con la peligrosísima fosfina, se le suma la mencionada lluvia de polvillo con distintos tipos de agrotóxicos, lo que genera un combo explosivo a la hora de analizar la peligrosidad del entorno.

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Los estudios científicos, más allá de los difundidos por el municipio, demuestran que las capas freáticas de agua son muy proclives a sufrir los impactos provenientes de la contaminación. “Desde el estado municipal presentaron informes que carecen de legitimidad, ya que cuando fueron tomadas las muestras que serían analizadas, no se encontraban fiscalizando los mismos vecinos denunciantes, y el laboratorio que intervino carece de referencias. Lo correcto hubiese sido que intervengan laboratorios independientes que trabajen sobre los impactos de los distintos venenos que utiliza la actividad agrícola”, sostuvieron los Vecinos Autoconvocados de Suardi en diálogo con Conclusión.

El agua del lugar genera tanta desconfianza como el aire al que están obligados a respirar, por ello la lógica resistencia a naturalizar una violencia simbólica tan manifiesta. “Este agua no es confiable desde su absorción, al igual que quien tiene que conducir los hilos de este lugar. El cóctel de agroquímicos es brutal, y son los que les han puesto precio a nuestras vidas gracias a la complicidad de quienes se juramentaron defender los intereses de los habitantes”, enfatizaron.

Quién participó en la inauguración, fue el senador Felipe Michlig, a quien señalan como una persona que abandonó el diálogo desentendiéndose de la problemática socioambiental de Suardi. “Al senador tiempo atrás le comentamos sobre la necesidad de que los silos fueran removidos y relocalizados, el mismo se mostró a favor de nuestra propuesta, coincidiendo en que esto era lo mejor para proteger la salud de las y los vecinos, lamentablemente después de esto nunca más nos atendió. A Michlig le habíamos hecho dos pedidos de reunión en notas con firmas de cuatro representantes de distintos pueblos, Ceres, Hersilia, Arrufo y Suardi, hace 5 años de esto, nunca nos llamó”.