Los vecinos de Pichincha, barrio conocido en los últimos años por sus bares y espacios gastronómicos, siguen denunciando la falta de controles por parte del Municipio frente a las habilitaciones y ordenanzas que deben garantizar la correcta convivencia entre los habitantes de la zona y los comercios.

Previo a la pandemia, los vecinos de Pichincha advirtieron una serie de problemas que se daban, sobre todo, en el horario nocturno, por lo que muchos de ellos denunciaron tanto a estos bares como también a la Municipalidad al no recibir respuesta alguna.

Llegada la pandemia y las restricciones de la emergencia sanitaria, estas dificultades mermaron y fue de gran alivio para los habitantes del barrio, ya que pudieron descansar normalmente y no lidiar con los conflictos que ya eran una carta común para los que allí viven.

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 Conclusión habló con Flavia y Sandra, dos vecinas de la zona, que contaron cuáles son los problemas que tienen desde que se habilitó nuevamente la apertura de los bares y restaurantes. Flavia contó que «la problemática comenzó hace un par de años con el tema de los ruidos y que no podíamos descansar«, por lo que iniciaron «una acción judicial contra el municipio por la ley 10000, que es de intereses difusos».

«Nuestro mayor problema es que no nos dejaban descansar debido a la cantidad de habilitaciones que se hicieron y la gran cantidad de personas que transitaban por el barrio», agregó la vecina.

Los damnificados por estos inconvenientes quieren que quede claro que «nosotros no tenemos problemas con los bares puntualmente. El problema es con los incumplimientos de las ordenanzas vigentes y que la Municipalidad no hace un control sobre el cumplimiento de esas ordenanzas».

En primera instancia el reclamo de los vecinos es «el cumplimiento de las ordenanzas vigentes y si son ordenanzas antiguas que los legisladores comiencen a hacer nuevas ordenanzas y a legislar de otra manera».

«Queremos el cumplimiento para poder convivir con los bares. A nosotros nos gusta ver el movimiento de gente, pero ahora está descontrolado», mencionó Flavia.

Cuando comenzó la apertura de las restricciones sobre los bares, «se fueron habilitando situaciones como los corralitos, que es comprensible pero estamos pidiendo que se despejen las calles. Todo esto se complicó porque los corralitos dificultan el tránsito, tuvimos el caso de la ambulancia que no pudo pasar, sumado a las islas que están habilitadas y ocupan todo el espacio público».

Por su parte, Sandra expresó que «los viernes a la noche por esta calle o por Jujuy es muy difícil transitar con el auto, islas de un lado, islas del otro y gente por todos lados».

«No se respetan los protocolos. La gente está toda amuchada, gente parada tomando en cualquier lado y además cuando cierran los locales hay muchos que siguen vendiendo a los clientes. Nos toman las casas, las ventanas, los escalones de las casas como si fuera una extensión del bar que ya cerró y la gente se quedan en la calle», explicó la vecina de Pichincha.

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Sandra dijo que viven «hace muchos años en Pichincha, todos trabajamos, nuestros hijos van a la escuela, explícame como hace una persona que se levanta a las 6.30 de la mañana para descansar».

Sobre cual sería la solución a estos inconvenientes que viven en el barrio, Flavia definió: «La solución es que primero la Municipalidad sea más transparente en el tema de la habilitaciones y más coherente en qué tipo de habilitaciones da, no podes tener un bar al lado del otro conviviendo con los vecinos. Así como habilitas y favoreces al cervecero también tenés que proteger a tu vecino que te está pagando los impuestos como todos. Entonces la solución sería un mayor control en el cumplimiento de las ordenanzas vigentes».

«Y que el vecino sepa cuánta gente puede estar o no en los bares, no sabemos. Y se complica cuando uno llama a la GUM para hacer una exposición o para que se hagan presente en el lugar y la respuesta es que no era la situación que vos contaste. Nunca se constata, entonces es difícil», concluyó Sandra.