Por Alejandro Maidana

Vecinos de Puente Gallego, Tío Rolo, Las Flores y Piñero, vienen realizado una serie de denuncias por contaminación industrial y vertido de tóxicos en el arroyo Saladillo (a la altura de Ovidio Lagos y Ruta N° 18) de manera sistemática. Coinciden en que las autoridades competentes han decidido mirar hacia otro lado, lo que hace más quijotesca y desigual la batalla que deben llevar adelante.

El olor a químicos que proviene de las contaminadas aguas del arroyo, hace que el aire se transforme en una verdadera quimera. Ardor en los ojos, erupciones en la piel y problemas respiratorios, forman un tenebroso combo que ha puesto en jaque la salud de los vecinos de la zona.

Cuesta creer el impulso de tanta desidia, pero basta con observar el color de las aguas que nacen desde las puertas de una empresa de tratamiento de residuos peligrosos, para poder dimensionar la notable violación a los derechos ambientales. Los alrededores de esta compañía de servicios, abrazan de sobremanera a la naturaleza muerta en todo su esplendor, un cuadro de situación sumamente lúgubre.

¿Tiene precio la vida para el inescrupuloso empresariado? Al ser una población vulnerable la que denuncia ¿Lo que aflora es la aporofobia?  Lo único concreto, es que a lo largo y ancho del país, estos explícitos atropellos a los derechos humanos y ambientales básicos, se repiten de manera constante y altisonante.

Para conocer en profundidad sobre la problemática reinante, Conclusión estuvo presente en el lugar recabando testimonios de suma valía de aquellos que no se resignan a convivir con esta concreta amenaza. “Vivimos con problemas respiratorios, oculares y de piel, no es casualidad que los animales que beben de estas aguas, caen muertos a pocos metros del lugar”, comentó Carina, vecina del lugar.

>Te puede interesar: Algo huele mal en barrio Puente Gallego y alrededores

Las denuncias apuntan a la empresa de tratamientos de residuos peligrosos GIER, instalada hace 8 años en Ovidio Lagos 10300, “este lugar es responsabilidad de la Comuna de Piñero, quién fue la que permitió que la misma se instale a pocos metros de Puente Gallego y otros barrios. Cabe destacar que si bien hace mucho tiempo que venimos generando acciones para poder frenar la contaminación, en estos últimos 3 meses la misma se ha disparado notablemente. Si bien han tomado intervención el Ministerio de Medio Ambiente y la justicia, exigimos una pronta respuesta”, relató.

María lleva como un estigma en su piel, las marcas de los químicos que llegan desde el aire. “Hace dos meses que estoy padeciendo en la piel una especie de alergia, mucho dolor en el pecho y una mucosidad constante. Mis nietos, junto a mi hija y mi yerno, también evidencian ardor en los ojos y problemas bronquiales, estamos cansados, queremos que esta empresa se vaya para poder recuperar nuestra salud”, sostuvo.

 

Quién también sumo su voz, fue Mirta, quién estuvo internada días atrás debido a la complicado de su cuadro. Consultada sobre los efectos que le produce la contaminación, disparó: “Cada dos o tres días tengo que llamar a la ambulancia debido a que vengo repitiendo infecciones intestinales, vómitos y diarrea. Los análisis me dan bien, lo que deja en evidencia es que todo es producto de la pestilencia que proviene de la empresa”.

Por último fue Hernán, vecino de la localidad de Piñero, quién explicitó sobre lo karmático que resulta convivir con este grado de desidia. “No se puede vivir así, arrojan los químicos a granel que hacen que al aire a la madrugada se torne irrespirable. Walter Carenzo y Nora Barone saben del problema porque se los he dicho, pero aún seguimos sin respuestas. El agua contaminada sigue su curso afectando a otros barrios, desbordándose cuando llueve haciendo que el problema sea más grande”, concluyó.