Por Gisela Gentile

A menos de 24 horas de registrar un pico de 27.001 casos de Covid-19 en Argentina, y esperando una cifra aún más preocupante para el día de hoy, los anuncios en torno a nuevas restricciones siguen latentes.

Pese a esto, y sumada a la tensa situación que se está viviendo en el sector de Salud por la suba de casos, existe un tire y afloje entre los padres que pretenden mayor cantidad de horas presenciales y aquellos que plantean un debate más profundo y contextualizado en una curva que no para de crecer.

Es preciso recordar que un grupo de padres y madres del Instituto Superior Politécnico había realizado un «taburetazo» en las puertas de la institución a mediados de marzo, reclamando presencialidad en el dictado de clases del año lectivo 2021, luego de que los directivos anunciaran un cronograma que combinaba ambas modalidades (virtual/presencial).

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Cabe destacar que quienes se manifestaron, en su oportunidad, sostuvieron que la virtualidad «no» servía y era solamente «un parche», además de lo cual esa institución era la única que realizaba tan pocas horas presenciales en un cuatrismestre.

Las quince horas de presencialidad en todo un cuatrimestre fue lo que realzó la discusión, que hoy se profundiza aún más, ya que dentro de la comunidad educativa del “Poli” no todos piensan lo mismo.

En el día de la fecha, un grupo de padres y madres de las escuelas universitarias de Rosario reunidos desde 2018 en defensa de la educación pública, presentaron un comunicado que hace referencia a sostener la convicción de que en una institución educativa pública debe siempre primar el “bien común”, considerando que la educación “de excelencia” como se les demanda a las escuelas universitarias, se acompaña de mostrar y enseñar respeto, solidaridad para con el/la otro/a, compañerismo, y por sobre todo, el cuidado colectivo.

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Bajo este contexto, este grupo de madres y padres redactó una carta en donde puntualmente expresan que no ven la urgencia de plantear otro esquema de dictado de clases presenciales en el Instituto Politécnico Superior, ni hacer reclamos vaciados de solidaridad, de cuidado colectivo y de comprensión real del mecanismo de freno de brotes o contagios de esta pandemia viral.

Aquí el comunicado:

Una burbuja se define como un lugar para que un ser vivo permanezca aislado de gérmenes y toxinas. Es una palabra que últimamente abunda en nuestro vocabulario diario y define un espacio imaginario en el que los estudiantes y docentes se preservarían del contagio de Covid, aun teniendo clases presenciales. En este contexto global de pandemia, cursando la segunda ola del Sars Cov2, con alta contagiosidad cuando semanalmente aumentan los casos positivos  y la ocupación de camas de terapia intensiva se acerca a su máximo y la cifra de fallecidos inoportuno e irresponsable reclamar o solicitar más clases presenciales sin contextualizar y sin pensar qué podría suceder si las instituciones educativas estuvieran funcionando a puertas abiertas volvió a crecer, creemos que no debería estar en discusión la «presencialidad» de las clases en todos sus niveles.

Somos un grupo de padres y madres de las escuelas universitarias de Rosario, reunidos desde 2018 en defensa de la educación pública. Puntualmente hoy nos convoca la necesidad de expresar que no vemos la urgencia de plantear otro esquema de dictado de clases presenciales en el Instituto Politécnico Superior ni de hacer reclamos vaciados de solidaridad, de cuidado colectivo y de comprensión real del mecanismo de freno de brotes o contagios de esta pandemia viral, que está lejos de terminar. Sostenemos que uno de los fundamentos de la educación pública (y por eso la elegimos, junto con ellos, para nuestros hijos e hijas) es la construcción a partir de criterios colectivos. Nos consta que el protocolo para el dictado de clases en la institución fue modelado colectivamente, con la participación de especialistas idóneos, por lo cual confiamos en que es la solución más apropiada en un marco de incertidumbre global y falta de certezas.

 No desconocemos que el proceso de transmisión de conocimientos se dificulta al hacerse en forma virtual (tanto para los alumnos como para los docentes) pero sí creemos que proteger la salud y vidas humanas es la prioridad en este contexto. Remarcamos que la asistencia de estudiantes a la institución implica hacer uso del transporte público (donde el distanciamiento social es prácticamente nulo), el movimiento de familiares y personal docente y no docente, lo que indefectiblemente produce movilidad del virus.

Lejos de sostener certezas (porque hoy son muy escasas inclusive en el ambiente ligado a las ciencias biológicas y médicas), partimos de muchos interrogantes sobre cómo puede evolucionar la pandemia si dejamos librado al azar o a la necesidad de que las cosas funcionen con “normalidad” su evolución. Sí sostenemos la convicción de que en una institución educativa pública debe siempre primar el “bien común”, creemos que una educación “de excelencia” como se les demanda a las escuelas universitarias se acompaña de mostrar y enseñar respeto, solidaridad para con el/la otro/a, compañerismo, cuidado colectivo, de generar un espacio de discusión y defensa de derechos como estudiantes y ciudadanos. Estos puntos están inscriptos en la tradición del “Poli” a lo largo de muchos años de existencia y los consideramos tanto o más valiosos que el resultadismo a la hora de evaluar su eficacia como escuela de formación técnica. Por eso nos parece inoportuno e irresponsable reclamar o solicitar más clases presenciales sin contextualizar y sin pensar qué podría suceder si las instituciones educativas estuvieran funcionando a puertas abiertas. Lo cual también supone un trato poco respetuoso al trabajo de las personas que llevaron adelante, en una situación inédita, el sostenimiento posible del vínculo pedagógico.

 Creemos importante orientar el concepto de “burbuja” a la idea de asepsia en relación al virus y no a la de meternos en una que nos sustraiga de nuestros pares. No es momento para procurar preservar nuestra vida familiar como la conocíamos y practicábamos, como si viviéramos en una “burbuja” “ideal e irreal” sino como vivimos: en relación a la comunidad educativa, regional, global.