Por Alejandro Maidana

De manera sorpresiva, así fue como se interpuso una acción judicial que intentará sacudir la modorra de una justicia que sufre de pereza a la hora de avanzar cuando de delitos ambientales se trata. Así fue como emergió la figura de la fiscal María Laura Martínez, quién apoyada en testimonios y un paquete contundente de pruebas aportada por los vecinos (incluso la declaración de uno de ellos fue considerada en la causa), busca alentar un necesario cambio de paradigma mediante la ejecución de un amparo.

Perseverancia, esa es la palabra con la que podemos definir la resistencia de aquellos que jamás se resignaron a convivir con un foco infeccioso condicionante de la vida en todas sus ramificaciones. Los cursos de agua y su agotamiento, un sometimiento a distintas pruebas de colapso que no han cesado a lo largo de la historia de un progreso que, de “daños colaterales”, tiene hecha una maestría.

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Extensos lechos fluviales convertidos en monstruosas cloacas que se pasean impúdicas ante la incrédula mirada de quienes, involuntariamente, participan de los experimentos de este laboratorio a cielo abierto. Pero siempre hay quijotes, y en ellos descansa la parsimonia de las mayorías, que se mueven al ritmo de una vorágine que manipula marionetas de carne y huesos.

A los efluentes de las impiadosas industrias, que no por casualidad se ubican en su gran mayoría a la vera de ríos, arroyos y lagunas, se le suma la cultura del descarte y los agroquímicos de una actividad agrícola depredadora de la biodiversidad. Un combo para nada amigable, carta de presentación apocalíptica, escabrosa realidad que hay que torcer con la certeza de que no existe un planeta B.

El Arroyo Ludueña es literalmente un basural de enormes proporciones, ya que distintos asentamientos, que se ubican en sus orillas, utilizan sus aguas como un gran receptáculo de todo tipo de residuos. La realidad es apabullante y desde el Estado no acercan ningún tipo de respuestas. Si bien los vecinos han compartido con distintos funcionarios públicos mapas y fotografías sobre el opulento impacto ambiental que padece el arroyo, la decisión política para cambiar el destino de la historia sigue brillando por su ausencia.

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A los desechos industriales, se le suma el preocupante accionar de los camiones atmosféricos que por las noches se acercan al dique y descargan el nauseabundo contenido a las aguas. No existe control, hay una gran habilidad para destruir, pero no para construir. Destacando además, que toda esta pestilencia va a parar finalmente al río Paraná.

Sobre el trabajo de la fiscalía, el mismo tuvo su anclaje en las distintas causas que han empujado el indisimulable nivel de contaminación del arroyo. La búsqueda de responsables, y las alternativas de saneamiento, ocupan un lugar preponderante en el camino que se ha comenzado a transitar en la persecución de justicia. Como dato saliente, la fiscal Martínez tiene pensado realizar una presentación en donde se buscará que tanto el Concejo Municipal como el Ejecutivo tomen cartas en el asunto, proponiendo y aportando soluciones transformadoras.