Por Marcelo Chibotta

De un tema en común, de una tarea que germina inexorablemente de la pasión, de un trabajo que tiene por meta iluminar lo que las sombras jamás soltarían por sus propios medios… Del periodismo opinaron, justamente, tres periodistas de la ciudad, cada uno con su mirada, desde su experiencia y a partir del impulso de sus sueños.

Tres periodistas de diferentes generaciones conversaron con Conclusión y dejaron su pensamiento y su sentir sobre la que para muchos «es la mejor profesión del mundo».

Coco López (74), ex corresponsal en la Unión Soviética, periodista de radio, televisión y gráfica de notable trayectoria; Sergio Naymark (54), docente de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario y periodista de La Capital; y Franco Albornoz (24), periodista de un programa deportivo que sale al aire por La Ocho y Radio La Red, y de otro de corte político que se emite por Radio El Cairo, respondieron con su opinión.

—¿Cuáles son las expectativas cumplidas y/o a cumplirse durante el desarrollo de la tarea periodística?

—Albornoz: Estoy por terminar de cursar el terciario de periodismo deportivo y eso me da la chance de seguir con la licenciatura en la Siberia, donde me voy a anotar para seguir la carrera. En cuanto a la experiencia, lo que puedo decir es que por el momento estoy en el día a día y voy haciendo lo que va surgiendo. Trato de aprovechar las oportunidades y obviamente me gustaría trabajar en un medio escrito o radial de relevancia. Por el momento trabajo en el programa Rumbo a la Cancha y en el programa Parlamentar que se emite por radio El Cairo que sale por el 105.7 del dial.

—Naymark: Las expectativas que teníamos en los albores de la democracia eran las de utilizar el periodismo como una herramienta para el afianzamiento de la democracia y desde ese punto de vista, creo que se ha cumplido en gran parte, a pesar del accionar de los medios de comunicación. También visibilizar lo invisible en algunos aspectos sociales, por ejemplo mi trabajo en la sección policiales del diario me ayudó mucho ya que puedo llegar a sectores donde el periodismo de otras áreas no llegan ya que tratan realidades diferentes. En cuanto a las expectativas que quedan por delante, puedo decir que la principal es que no se muera el periodismo de papel, el de contar historias. Siempre pongo como ejemplo en la facultad el programa de Telesur que se llama ‘No son tuits’, son historias. Hoy cualquiera hace periodismo con 140 caracteres y creo que esta labor va más allá de eso. Entonces, mi objetivo hoy es apuntalar y tratar de sostener al periodismo como el relato de historias de vida de personas vinculadas a hechos del día.

—López: En realidad las expectativas mías no pasaban por ser periodista. Yo me recibí como licenciado en Ciencia Política. Estaba en la oficina de prensa del Partido Comunista, me dedicaba a redactar gacetillas en plena dictadura militar. Eso me trajo consecuencias como por ejemplo que me excluyen de todo premio pero que después me lo repararon el rector Darío Maiorana y Fabián Bicciré 30 años después. Tenía un ejercicio periodístico político y recibí una invitación de una agencia de Buenos Aires que tenía una corresponsalía en Moscú para cubrirla. O sea que empecé medio al revés, porque cuando todos empezamos de movilero, vamos a la radio o de cronista en un diario, yo empecé directamente de corresponsal en un país extranjero codeándome con corresponsales del New York Times, del Times de Londres, de Le Monde de París. Para mí todo era un mundo nuevo, raro, desconocido. Aparte en un momento muy complicado de la situación internacional por la guerra fría. Pasé por las presidencias en Estados Unidos de Jimmy Carter, de Ronald Reagan, por la guerra de las galaxias; la guerra de Malvinas me encontró trabajando en la Unión Soviética, entonces ahí empecé cumpliendo las expectativas porque sabía que ese era prácticamente mi techo, ¿qué más podía pedir? Estaba en una de las dos capitales del mundo político porque había dos posibilidades, o eras corresponsal en Washington o lo eras en Moscú. Ahí se decidía el futuro de la humanidad en la práctica. Empecé trabajando en esas condiciones y me dio trabajo porque yo venía de la dictadura, sin vida política y haciendo un periodismo local, ocupándome de las cosas de la provincia de Santa Fe, dando opiniones sobre la provincia o sobre Rosario y de golpe me encontré conque tenía que opinar sobre cohetes balísticos internacionales o diferencias de las políticas exterior de unos y otros países. Por eso repito que las expectativas cuando empecé eran mínimas y al poco tiempo, considero que cumplí con una meta que no me la había fijado y me la fijó el mismo trabajo. Con eso considero que me siento más que satisfecho.

—Si bien es reiterada, tal vez cada tanto esta pregunta merezca ser reverdecida: ¿cuál es tu consideración sobre la objetividad periodística?

—Albornoz: Obviamente el periodismo objetivo no existe, siempre va a estar la opinión porque hasta un dato duro o un testimonio va a estar sesgado por la importancia que uno le da a lo que se dijo. A mí me dicen varias cosas y yo encomillo tres o cuatro citas, entonces ahí va a estar la elección, como cuando titulo o hago una bajada, hasta en la elección de una imagen inclusive. Ahí uno está eligiendo una cosa por sobre otra y ahí no se está siendo objetivo, es una decisión tuya.

—Naymark: La objetividad nunca existió en cuanto al periodismo ya que lo hacemos los seres humanos, que somos sujetos, que de una u otra manera ponemos en cada una de las cosas que decimos o escribimos, parte de uno. Lo lamentable es que esa subjetividad está coartada, censurada y limitada por los intereses de los grandes grupos económicos que manejan los medios de comunicación. A eso puedo agregar que no sólo no hay objetividad, sino que a esta altura de los acontecimientos, tampoco podemos hablar de subjetividad, y sí podemos hablar del periodismo como un gran negocio, en manos de pocas corporaciones. La lucha de los periodistas contra esas corporaciones hay que darla para poder encontrar espacios que les permitan decir lo que quieran decir.

—López: Si decimos que la guerra es un flagelo de la humanidad y que hay hambre en el mundo y en la Argentina, soy un tipo objetivo, hago periodismo objetivo. Si digo que hay gente que en estos días en la Argentina pasa hambre y frío, no estoy hablando del momento especial en el que Macri es presidente. Y por ejemplo, si el presidente Obama dice que la muerte cayó del cielo, es porque tiraron dos bombas atómicas; en ese caso lo que hay que decir es que ‘Estados Unidos tiró dos bombas atómicas sobre dos ciudades indefensas’ y eso hace al periodismo objetivo. Lo que se le puede agregar a eso es la subjetividad, pero en ese caso la mía no esconde nada porque todo el mundo sabe como pienso. Pienso lo mismo hace 50 años, hace 50 años que defiendo la revolución cubana, se sabe que defiendo la revolución bolivariana, que soy marxista y que estoy afiliado al Partido Comunista. A mí me causa mucha gracia porque hay periodistas que hace 30 años los escucho y los leo y preguntan, ‘che, ¿cómo piensa fulano?’. Si en 30 años no descubrieron como piensa fulano, es porque o no entienden bien lo que escribe o él esconde lo que escribe.

—¿Cuál es el rol social del periodismo?

—Albornoz: Yo cumpliría mi objetivo como periodista si a través de la palabra escrita u oral puedo transmitir emociones, si puedo llegar con un texto desde lo que veo y provocar un compromiso social o cualquier otra cuestión que no está difundida. Por ejemplo, si puedo darle difusión a hechos y lugares donde no existe ese compromiso social.

—Naymark: Creo que hoy por hoy el indicador de lo que está pasando alrededor de la gente la moviliza o la inmoviliza en pos de determinado objetivo. Ocurrió en el 83 y ocurre ahora. Por ejemplo, hoy los medios están cumpliendo el papel de adormecedores de la sociedad para que el proyecto político que se puso en marcha desde diciembre pasado, sea llevado a cabo sin ningún tipo de manifestación social o de rebote social.

—López: El rol fue siempre el mismo, es decir informar, opinar. Lo que ha cambiado es el poder que han adquirido los grupos concentrados de la comunicación en Argentina y en el mundo. Y aparte de eso, la diferencia que hay en cuanto a la tecnología existente y a la diferencia para comunicarse. Cuando fui a trabajar a la Unión Soviética, la única manera que había de comunicarse era el teléfono o el telex. Yo leía los diarios con una semana de retraso en la embajada y me informaba por las agencias de noticias United Press, Associated Press, France Press o la misma agencia Efe española porque Argentina figuraba muy poco en esa época, no tenía ni Télam ni Noticias Argentinas. Me acuerdo cuando usé por primera vez un discado directo internacional en el año 1989, cuando Ronald Reagan visitó Moscú, yo era amigo de un empresario que era representante de una empresa multinacional y me facilitó un teléfono con el cual yo discaba 0054 y me comunicaba con Argentina… me parecía de ciencia ficción.

—¿Se puede hacer periodismo en estos tiempos prescindiendo de las redes sociales?

—Albornoz: Las redes sociales tienen un alcance muy grande y hoy todo se basa en internet, cada vez menos se compra el diario de papel que de acá a no sé cuánto tiempo va a dejar de existir. Estuve intercambiando este pensamiento con un periodista más grande y él me decía que había un lector cautivo. Yo pienso que se viene otra cosa. Por ejemplo, con las redes sociales hago una nota, arrobo a los concejales ellos retuitean inmediatamente y después hacen lo mismo sus seguidores. Quizás de otra forma no se podría llegar así. Es una herramienta de las más interesantes para difundir.

—Naymark: La incidencia es muy fuerte porque hasta en los más tradicionales medios periodísticos, ya sean radiales, televisivos o escritos, las redes sociales son algo que hoy por hoy aportan y funcionan como la primera fuente de información. Creo que hoy no se podría hacer, al menos el periodismo cotidiano, sin las redes sociales. Lo que pasa es que también hay que tener en cuenta que las redes sociales no son la única fuente de información de la que uno debe valerse para hacer periodismo. Es sólo una fuente más que aporta a la construcción de la noticia, pero no es la respuesta que el periodismo necesita.

—López: Utilizo poco las redes sociales, no tengo Facebook personal, no tengo Twitter. Leo y reconozco que es una carencia mía pero así lo decidí. Elegí seguir a la vieja usanza, es decir leer, informarme… No es que prescindo, las leo y las sigo pero no participo en las redes sociales. Para mí, ya es tarde para cambiar.

—Ante el flujo de información que hoy existe, la primicia puede que haya quedado relegada como elemento determinante en la construcción de la noticia. Si este concepto es compartido, ¿cuál sería entonces el diferencial que determina en estos tiempos la relevancia de una noticia?

—Albornoz: Pienso que como toda la información se viraliza rápidamente, el plus se da cuando a un mismo hecho es mostrado desde otro lugar. Puedo contar la misma noticia de diferente manera, se la puede dar de otra manera, darle otra relevancia y eso determinará la diferencia sobre lo que hacen los demás.

—Naymark: Una cosa es la primicia y otra es cómo se da y con qué profundidad se da. Ahí se marca la diferencia y el valor agregado de esa noticia que difunde la red social. La primicia que tira la red social queda postergada cuando a la historia que se cuenta se le da profundidad. No es lo mismo que alguien tire un tuit de 140 caracteres donde dice que mataron a una mujer en zona sur de cinco balazos, a contar quién era esa mujer, de qué vivía, por qué la mataron, por qué pasó en ese barrio o a consecuencia de qué se produjo esa muerte.

—López: El diferencial de la tarea periodística está en la profundidad con la que se analizan los temas o con la que se analizan las primicias. ¿Quién no se impactó, no se emocionó o se embroncó viendo la foto del niño refugiado muerto en la playa? Esa fue una foto magnífica de alguien puede haber dado la primicia, pero ¿por qué no nos ponemos a pensar por qué hay refugiados en el mundo, quiénes invadieron Libia o quienes bombardean Siria? Ése es el periodismo que a mi me gusta hacer, tanto en lo internacional como en lo nacional.