VIERNES, 29 DE NOV

Rosario Sin Secretos: un pedacito de Italia, en la República de la Sexta

Fue la devoción y la fe las que ayudaron a levantar muchas de las impactantes e imponentes obras que se erigieron en nuestra amada ciudad. La parroquia San Cayetano, ubicada entre Cerrito y Riobamba, inaugurada un día como hoy, es una de ellas.

 

Los habitantes de Rosario que hayan visitado la Piazza del Duomo, en Italia, y vieron la Porta del Paraíso del Baptisterio de Florencia, obra del orfebre Lorenzo Ghiberti, tal vez hayan sentido reminiscencias del pago y recordado el ingreso al templo de Buenos Aires al 2100, con la diferencia que aquel data de 1425 y este se inauguró en Rosario casi quinientos años después, en 1919, fue diseñado por el ingeniero Valentín Grondona y pudo hacerse realidad gracias a la donación de Joaquina Villarino de Soaje, en 1927. Cualquier parecido con el apellido del grandioso parque de la Facultad de Ciencias Agrarias (UNR) en Zavalla, no es pura coincidencia.

Los hombres y mujeres de nuestra historia competían entre ellos para ver quien dejaba mejores legados a la posteridad. La posteridad, que hoy conforma nuestro presente, eternamente agradecida por tanta generosidad y añorando personalidades que los emulen. Después de todo, ¡la mortaja viene sin bolsillos!
Todo empezó cuando los esposos María de los Ángeles Rodríguez (la escuela y jardín de Cerrito al 700 lleva su nombre) y Juan Antonio Rosas, uno de los propulsores del primer monumento a la Bandera que se levantó en la isla El Espinillo y se llevó la crecida, decidieron donar tierras de su propiedad para levantar un asilo para niños desvalidos, con capilla incluida.

Siendo ella presidente de la Asociación Damas de Caridad, su profunda fe católica la llevó a liderar la noble causa, costeada por la entidad, suscripción pública y donaciones permitidas para lograr la realización de la obra en la esquina de Cerrito y Laprida (Comercio) allá por 1879.

El matrimonio vivía, por entonces, en el solar que hoy ocupa la Asociación Rosarina de Intercambio Cultural Argentino Norteamericano (ARICANA), en la Real calle Buenos Aires.

¿Quién dirigió la capilla que luego se convirtió en el magnífico templo? El arquitecto Castagno, estando la construcción a cargo de Ulises Lazzari quien, junto a la entonces presidente de la entidad benemérita, Fidela Ortiz de Somoza, colocaron la piedra fundamental, con la bendición de un activísimo párroco, José María Sánchez y el entusiasmo que supo imprimir en la feligresía católica para recaudar fondos. ¡La generosidad rosarina es una marca indeleble!
Sin embargo, por una circunstancia burocrática que enfrentaba a las disposiciones testamentarias, la obra entró en una etapa de paralización hasta abril de 1901.

Otra mujer tomó las riendas del asunto, Mercedes Virasoro de Vila, la hija del brigadier general Benjamín Virasoro y nuera de Manuel Vila, aquel que junto a otras familias fundó el pueblo Eloy Palacios, luego Barrio Vila y en 1910 pasó a ser nuestro entrañable Barrio Belgrano.

Los extramuros de la ciudad se acercaban al casco histórico para complementar esta ciudad, hija de su propio esfuerzo, en la que nunca faltó la fe.
¿Por qué en la República de la Sexta se eligió esta advocación? Seguramente, inspirados y agradeciendo su origen italiano y español que comenzaron a darle identidad a cada barrio.

Aquel Hogar del Huérfano llamado entones Hospicio u Orfanato, fue puesto bajo la atención de las Hijas de María Santísimo del Huerto, las mismas que ya atendían otro establecimiento escolar y el Hospital de San José, el primer carpintero y Santo del Trabajo para todo el mundo. Curiosidades de los argentinos, aquí se consagra a San Cayetano como protector del trabajo y del pan. ¡Que no nos falte nunca el de cada día, ni material ni espiritual!

Próximos al Tricentenario en el que la Divina Providencia trajo a vivir aquí en armonía a un vasco de ley y a indios calchaquíes, no sólo el 7 de agosto, sino todos los días del año, pidamos por Paz, Pan y Trabajo. Quien cree, crea.

Por otra parte, desde esta columna formulamos fervorosos votos para que el deslumbrante púlpito tallado en madera por el escultor español Diego Masana Majó, atesorado en el Museo Histórico Provincial “Julio Marc”, en el corazón del Parque de la Independencia, vuelva a su lugar original en la San Cayetano. Masana Majó, Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Viena en 1904 y en la Exposición Hispanofrancesa de Zaragoza, sin dudas que así lo desearía.

Este colosal artista es el mismo que en el año de inauguración de San Cayetano creó el Círculo Artístico de Rosario con el que organizó el Primer Salón Anual de Arte en el local de Laprida (Comercio) 947, colaboró en la construcción del edificio Cabanellas y en la ornamentación del Club Español diseñando esos impresionantes atlantes que en cualquier lugar del mundo llenan catálogos de interés turístico. Pero esto será tema de otro Rosario Sin Secretos.

 

 

 

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