Rosario volvió a ser en 2022 una de las ciudades con mayor tasa de homicidios del país al registrar 286 asesinatos, número que supera la cifra más alta desde que se llevan estadísticas oficiales (en 2013), en un contexto de fragmentación de las bandas criminales que operan en el mercado del narcomenudeo y que emplean la violencia altamente lesiva como instrumento y marca de identidad.

El fenómeno narcocriminal, que con matices arrastra al menos una década en esta ciudad, escaló a tal punto este año que a mediados de mayo el pleno de la Corte Suprema de Justicia de la Nación decidió reunirse en Rosario, mientras el éxito de distintas investigaciones lograron el secuestro de 1.658 kilos de cocaína en un galpón del barrio Empalme Graneros que iba a ser exportada a Dubái y la detención de otros cuatro presuntos narcos en el Puerto de Rosario, por el envío de 1.500 kilos de cocaína que fueron interceptados en puertos de Brasil y Países Bajos.

Rosario fue casi todo el año el centro de atención. El 70% de los homicidios ocurridos allí este año tuvieron como contexto conflictos entre bandas ligadas al narcomenudeo y el 89 por ciento de los asesinatos se cometieron con armas de fuego, según los datos del Observatorio de la Seguridad Pública (OSP) de Santa Fe.

En 2022 tuvo lugar una singularidad: se triplicó el número de víctimas mujeres en relación a 2021.

Ese crecimiento del porcentaje de mujeres asesinadas se produjo en paralelo a la disminución de casos de femicidios o en los que se investigan componentes previos de violencia de género, lo que revela un presunto aumento de su participación en las tramas de las economías ilegales o como «blancos» de venganzas en el mundo del crimen, altamente masculinizado.

«Dentro de ese universo hay un alto porcentaje de casos en los cuales no hay situaciones de violencia de género sino que se dan en el marco de disputas territoriales y la narcocriminalidad», dijo un vocero del sistema de seguridad local.

Con los cuatro crímenes ocurridos el 31 de diciembre en el departamento Rosario se produjeron 286 homicidios durante el 2022, cifra que supera el récord de 264 asesinatos, registrada en 2013.

La abogada y criminóloga rosarina, doctora en Antropología por la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), Eugenia Cozzi, explicó en julio pasado sobre las víctimas que «éstos jóvenes son construidos socialmente como desechables, como ‘matables’, y sus muertes no generan demasiados efectos, no son investigadas ni sancionadas adecuadamente».

Desde esa perspectiva, dijo que «ahí lo que aparece es que esa violencia horizontal contra otro joven construido como ‘matable’, hay una cuestión que tiene que ver con la posibilidad de construir cierto prestigio, cierto honor, construir autoridad o poder, con los materiales socialmente disponibles» entre los jóvenes de barrios populares.

El fenómeno narcocriminal, que con matices arrastra al menos una década en esta ciudad santafesina, escaló a tal punto este año que a mediados de mayo el pleno de la Corte Suprema de Justicia de la Nación decidió reunirse en Rosario.

Los ministros del máximo tribunal «respaldaron» entonces a los jueces federales locales -solo hay dos en materia penal- y su presidente, Horacio Rosatti, reclamó «la decisión política de los tres poderes» para enfrentar con éxito el narcotráfico.

En un contexto creciente de homicidios, al mes siguiente fue condenado a prisión perpetua el capo narco local Esteban Lindor Alvarado, por comandar desde la cárcel una asociación ilícita acusada de homicidios, extorsiones, amenazas y balaceras contra edificios judiciales entre el 2012 y 2019.

Un testigo del juicio -cuya declaración había sido grabada en video con anterioridad y que fue asesinado antes del inicio del proceso oral- aseguró que Alvarado había «mandado a matar a más de 100 personas».

Enfrentado por años al otro grupo narco local resonante, la banda de «Los Monos», Alvarado fue condenado el 9 de junio en el fuero federal a 15 años de prisión por el envío de 493 kilos de marihuana de Rosario a la provincia de Río Negro.

El 26 de agosto tuvo lugar un hecho inusual en la ciudad, cuando la Policía Federal Argentina (PFA) secuestró 1.658 kilos de cocaína en un galpón del barrio Empalme Graneros que iba a ser exportada presuntamente a Dubái, camuflada en bolsas de pellets de maíz.

 

La investigación determinó que la droga solo estaba de paso en Rosario y que no tenía vinculación con las bandas criminales locales, dedicadas mayormente al negocio de la violencia y comercio de estupefacientes al menudeo.

El 1 de diciembre fue detenido en Emiratos Árabes Unidos, Gabriel Londoño Rojas, un presunto narco colombiano sindicado como el dueño del cargamento secuestrado en Rosario.

Aquél operativo, que contó con el aporte de la agencia de control de drogas de Estados Unidos (DEA), precedió en un mes al allanamiento con cuatro detenidos realizado en el Puerto de Rosario el 7 de septiembre, por el envío de 1.500 kilos de cocaína que fueron interceptados en los puertos de Santos (Brasil) y Países Bajos entre junio y julio. Ambos hechos de tráfico internacional de drogas pusieron la lupa sobre el rol de la denominada «hidrovía», por donde se transporta buena parte de la producción argentina hacia el exterior.

Otro de los jefes narcos, el “peruano” Rodríguez Granthon fue condenado en dos juicios federales por tráfico de estupefacientes en mediana escala: fue detenido en 2019 con tres kilos de cocaína en su automóvil y un tiempo después la Policía le secuestró a su banda un cargamento de 15 kilos de la misma droga. Además, es investigado por el crimen del ex concejal Eduardo Trasante.

El líder de la banda cumple condena en Ezeiza y montó desde allí una organización criminal que gestiona por teléfono. fue imputado el 28 de diciembre como jefe de una banda criminal dedicada a la venta de drogas, extorsiones, balaceras y homicidios en el Gran Rosario, y el fiscal del caso reveló que desde la cárcel de Ezeiza paga “un sueldo semanal” a una red de sicarios “por el simple hecho de que estén a sus órdenes”. Fue imputado junto a otras 18 personas por asociación ilícita y múltiples delitos.

 

Los ataques a los medios de comunicación. El 11 de octubre, una bandera pintada a mano apareció colgada en la reja de Canal 5, con un tinte mafioso “A todos los medios de Rosario: Dejen de ensuciar y condenar a los pibe’ con la lengua que vamos a matar periodistas. Con la mafia no se jode, una bandera pintada a mano y con un tinte mafioso, alertaron: “A todos los medios de Rosario: Dejen de ensuciar y condenar a los pibe’ con la lengua que vamos a matar periodistas”. “Con la mafia no se jode, si no caravana con el Noba”.

En la madrugada del 12 de diciembre, el multimedios de Televisión Litoral había recibido la primera agresión por parte de un sicario, horas más tarde, asesinaron a dos personas en un pasillo de la villa Vía Honda. Luego, por la mañana hubo 45 allanamientos en Rosario y el Gran Rosario. De los operativos, detuvieron a 11 integrantes de la banda del “peruano” Julio Rodríguez Granthon.

El miércoles 28 por la noche, nuevamente Televisión Litoral es atacada a balazos, una hora después apareció un automóvil parcialmente quemado y dos menores detenidos. Esa misma noche, balearon nuevamente la oficina del Servicio Penitenciario y la cárcel de zona oeste. Horas más tarde, en San Lorenzo, asesinaron a un conocido camarógrafo de un canal regional en un hecho de robo.

 

Entre los casos más resonantes de la violencia criminal que no tienen vinculación con el narcotráfico, fue cuando una madre que acompañaba a su hija, profesora de danzas árabes a la parada del colectivo, en esa espera de la línea 107 pasaron varios ocupantes en un automóvil y realizaron disparos que impactaron en las dos mujeres y a un chico que estaba a pocos metros del lugar. En el hecho falleció la mamá de la joven y la profesora de baile murió dos meses después.

 

En mayo, una familia fue masacrada a tiros cuando llegaban en su vehículo a la vivienda de un familiar en barrio Tablada. El matrimonio y sus dos hijos fueron emboscados por ocupantes de una camioneta y efectuaron múltiples disparos. Del ataque falleció la pareja y su hija de 6 años, mientras que el niño de 4 pudo escapar. Ya en esa fecha,se habían producido tres triples crimen, y contabilizaban 100 muertes violentas en Rosario.

A principio de setiembre, una mujer de 57 años se encontraba tomando mate junto a su nieta en una plaza de zona sur, sicarios emboscaron a un joven que se movilizaba en una bicicleta y realizaron una serie disparos, la policía secuestró 15 vainas servidas 9 mm. El joven pudo escapar, y la mujer que se encontraba cerca del lugar recibió dos disparos que le ocasionaron la muerte.

En cuanto a la treintena de menores fallecidos. Uno de los ataques ocurridos, el de Lucas Vega, un chico de 13 años que jugaba en las inferiores de Central, se encontraba junto a un grupo de amigos en la esquina de Génova y González del Solar, pasó un automóvil y disparó hacía los adolescentes. El resultó muerto y otros tres resultaron heridos, entre ellos su hermano.

En barrio Moderno de Bv. Segui y Rouillón, dos menores de 14 y 15 años se encontraban sentados en uno de los Fonavi y fueron asesinados. El ataque estaba apuntado a otro joven que estaba con ellos y se había retirado antes. El motivo, del joven sindicado se había alejado de la venta de drogas y no había caído bien en la mafia. Las víctimas, ese día no pudieron concurrieron a la escuela porque no había agua en el establecimiento. Un mes antes en el playón de la zona asesinaron a un chico de 16 años.

El último, una niña estaba festejando la llegada de la navidad en su casa junto a su familia, pasaron cinco minutos luego del brindis, y al salir al pasillo recibió una bala perdida en la cabeza y horas después falleció. La muerte de los menores en Rosario contabilizaba al 30 de diciembre 33 víctimas. Cabe recordar que dentro de esa franja, hay varios bebés. Al día siguiente un niño de la misma edad quedó en medio de una balacera y recibió un disparo en la cabeza.

El primero fue en el triple crimen de Ibarlucea, cuando una pareja salía con su vehículo luego de participar de una boda narco y fueron emboscados. La mujer y el auto Audi TT de color blanco aparecieron quemados en un camino rural.La bebé tenía un bebé

En junio, en Villa Gobernador Gálvez, una beba de un año y medio falleció al recibir tres balazos.

El 2022 finaliza con un récord de muertes de los últimos años, con importantes secuestro de estupefacientes, jefes de bandas condenados y que operan desde las cárceles, y digitan los blancos de ataques por parte de sus sicarios. Entre los 286 homicidios, figuran un importante número de menores y se triplicó los casos de mujeres fallecidas por armas de fuego. Como corolario de un año sangriento, el último día del año se sumaban cuatro muertes más a la tenebrosa cifra de homicidios en una ciudad golpeada por el narcotráfico cuyas bandas disputan territorios y sus jefes comandan desde las cárceles.