Por Alejandro Maidana

El pasado martes por la noche la vida de los Bracht cambiaría para siempre, aquella familia siempre dispuesta a ayudar, de manera intempestiva pasaría a estar del lado de los damnificados.

Dean Funes 3586, allí la casa de repuestos familiar comenzaría a arder, el siniestro se extendería perjudicando también la casa lindera propiedad de los mismos. En menos de 10 minutos el sacrificio de décadas se convertiría en cenizas, la cotidianeidad mutaría de sobremanera.

“El 70% de la casa de mis padres se consumió, mientras que del local de repuestos no quedó prácticamente nada. Tendremos que buscar entre los escombros y las cenizas lo que pueda haber quedado utilizable, cabe destacar que el techo desapareció por completo”, sostuvo en charla con Conclusión Javier Bracht, propietario del comercio.

Aún consternado, no puede contener la emoción que le ha generado la enorme movilización vecinal en pos de empujarlos a un nuevo comienzo, “si bien debo arrancar de menos 10, lo de hoy es incalificable, ver a los amigos ex combatientes de Malvinas ponerse al hombro tamaña acción solidaria es maravilloso. Más de 600 personas de diferentes barrios y ciudades se han acercado para ponerse a disposición de nuestra familia. Pensamos una pollada para 100 personas pero la demanda se sextuplicó, estamos asombrados”, contó uno de los damnificados por el incendio.

Quién también brindó sus sensaciones fue Vanesa Bracht, “en lo particular soy la mayor de 3 hermanos, la movida de este domingo fue superadora. Hemos perdido todo, de nuestro comercio dependían tres familias que lamentablemente hoy se encuentran muy golpeadas pero contenidas por la solidaridad de cientos de personas a las cuales estamos infinitamente agradecidas”.

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El Centro de jubilados y pensionados ex combatientes de Malvinas de Rosario adherido a la Federación Nacional,  nos tiene acostumbrado a este tipo de acciones, entienden a la perfección que no puede haber Patria sin igualdad y solidaridad. Es por ello en la figura de su presidente, Joel Báez, cargaron sobre sus espaldas la movida en un barrio que hoy se vio convulsionado.

“Estamos muy emocionados por la enorme respuesta de la gente, no pensamos que aquello que imaginamos para 100 o 200 personas haya superado las más de 600. En lo que a nosotros respecta, recibir el aplauso de aquellos que valoran nuestra actividad nos enaltece”, relató Báez.

Una demostración cabal que cuando el pueblo se organiza, puede prescindir de sus líderes. Una vez más aquellos que expusieron su cuerpo en tierras australes, volvieron hacerlo en el terruño que los cobija. Saben muy bien que para que lo suyo no haya sido en vano, deben seguir bregando por una sociedad más justa e igualitaria. Si bien aún no han podido cerrar del todo sus heridas, no dudan en colaborar para que cicatricen rápidamente las de los demás.