VIERNES, 29 DE NOV

Peña “Seguimos Cantando” y los efectos positivos de la música en la tercera edad

Desde hace algunos años, se desarrolla gratuitamente el taller de canto para mayores de 60 años y sin necesidad de experiencia previa. Actualmente, los encuentros se llevan a cabo en el Teatro de AEC. El docente Daniel Tolosa, director del proyecto, pasó por los estudios de Conclusión.

 

La Peña “Seguimos Cantando” es un taller de canto que desarrollan los profesores Daniel Tolosa,  junto a Andrés Guzmán, pensado para las personas de la tercera edad. El proyecto se inició en la Sala Lavardén a raíz de la experiencia personal de Tolosa años antes en un instituto de adultos mayores y fue creciendo con el transcurso del tiempo. Actualmente los encuentros se llevan a cabo en el Teatro de la Asociación Empleados de Comercio.

“En el año 2009 una de mis tías estaba viejita, tenía 91 años, y la internaron en un geriátrico. Ella que había sido una persona independiente durante muchos años, nos tenía sólo a nosotros, los sobrinos y no le agradaba mucho la idea de ir al asilo de ancianos. Un día estábamos visitando a la tía Teresa en ‘Jardines del Sur’, lugar que tiene una estructura como los viejos hospitales con un espacio verde y en algún momento se oye el sonido de una guitarra”, describió Daniel Tolosa, en diálogo con Conclusión, acerca del orígen de la peña, y prosiguió con su relato: “Entonces fuimos y había una señora joven que le estaba cantando a su madre recién ingresada al instituto, por lo que nos quedamos allí escuchándola hasta que mi tía que era de carácter fuerte le dijo a la señorita que yo era su sobrino y que también cantaba. La mujer me cedió la guitarra y empecé a cantar chacareras, samba norteña y en un rato cuando miro me doy cuenta que estaba rodeado de gente, de internos, de enfermeros y fue tal el revuelo que se armó que fue así como nació lo que se llamó la peña de los jueves”.

El director de la peña ‘Seguimos cantando’, continuó: “En esa época yo estaba trabajando en el segundo piso del área de talleres culturales en la Sala Lavardén, un lugar hermoso. La gente del geriátrico pidió permiso a la Lavardén para que yo vaya todos los jueves una hora antes, así le armaba el canto a los internos, a los viejitos. Fue una experiencia fantástica porque lo fundamental en la salud mental del adulto mayor es que ellos también cantan, entonces investigábamos qué canciones querían. Por suerte ya contábamos con internet que nos permitió conseguir viejos temas que algunos conocían de oído nomás y tomar también algunos detalles, canciones que sean fuertes, que sean alegres, que hablen de la vida, de la alegría (porque a veces alguno quería cantar algún tema triste) y ahí se fue formando algo muy interesante”.

«Se sumó gente, familiares de los internos. Yo tengo una compañera, Chichí Garat que hasta el día de hoy está conmigo y somos los fundadores. Chichí tenía sus dos hermanas: Chiro y Clarita que era profesora de música. Así que en su habitación había una guitarra que estuvo hasta el día que se murió. Entonces yo llevaba mi guitarra y armábamos unas cuestiones importantísimas porque si bien cantábamos nosotros también con Chichí y algunos otros, lo importante era que cantara el otro y  lo más lindo de todo era que cantaba la gente que había padecido acv, la que le faltaba algún miembro, la mayoría en silla de rueda y eso te retempla el espíritu».

«Yo me sentía tan feliz, me iba tan gratificado  y después también se sucedía que te agarraban de la mano y te decían ‘hijo por fin volviste’. Esto tiene una ternura fantástica. Lo hicimos gratuitamente durante diez años. Muchos se van yendo porque eso es lo más triste que sucede en esas instituciones. Los días 25 de diciembre o 1º de enero íbamos a la mañana porque muchos estaban solos o los familiares no los llevaban a su casa, entonces se quedaban comiendo allí y esos días íbamos a cantarle. Una tarea muy linda porque te llena el alma. Son cosas simples las que te llenan de alegría. Llegó la pandemia, se cerró todo y no pudimos ir más», recordó el docente y creador de la Peña Todavía Cantamos.

Según la Organización Mundial de la Salud, el envejecimiento no es simplemente un proceso físico, sino más bien un estado mental desde el que se presencia el comienzo de un cambio. La edad a partir de la cual se considera que una persona ha entrado en la vejez se ha ido elevando a través de los siglos, y marcadamente en lo que va del actual.

Durante el imperio romano el límite de la vida oscilaba alrededor de los 23 años; en el siglo XIX, una mujer de 30 años se hallaba en los umbrales de la vejez, y a comienzos del siglo XX el promedio de vida no pasaba de los 47 años. Sin embargo, durante los últimos años esas cifras han aumentado en forma notable en todo el mundo. En el año 2022, en nuestro país el promedio general subió a 75,4 años.

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