En el barrio Fisherton Industrial, ubicado en la zona noroeste de Rosario, funciona «Ojos que ven», una asociación civil que actúa como unidad productiva, fomentando el trabajo de los vecinos de la zona, que a cambio de algunas actividades -como la cocina o la pastelería- perciben un salario y se capacitan en un oficio. 

Esta ONG existe gracias a la Pastoral Social Evangélica, una organización a nivel nacional que se ha encargado de apoyar cada una de las ideas productivas que fueron abriéndose tanto en el barrio como en diferentes clubes y asociaciones.

La Pastoral nombró a David Mendieta como responsable regional de estas unidades por lo que, a través de programas de ayuda estatal, han logrado sostener los objetivos primordiales del colectivo de personas que trabaja en estos espacios que es, ni más ni menos, que dignificar sus vidas a través del trabajo.

Conclusión dialogó con el referente de estas unidades productivas, quien contó que este proyecto «nace en una casa de hogar en la post pandemia, con la necesidad de poder construir alguna herramienta que siga dignificando las vidas de los compañeros y las compañeras que conforman Ojos que ven«.

«Esta unidad productiva funciona con ocho compañeras organizadas asalariadas bajo el programa Potenciar Trabajo. La idea y el horizonte es poder sentar otra base salarial para poder construir un salario vital y móvil, como cualquier trabajador merece», agregó Mendieta.

Además, el coordinador regional mencionó: «Somos una organización comunitaria territorial basada en la fe. La Pastoral Social Evangélica a nivel nacional es una herramienta que acompaña y fortalece el peregrinar de los trabajadores y sobre todo el peregrinar de los trabajadores de la economía popular y fortalece a través de programas y proyectos como ‘Ojos que ven’, o clubes de barrios, iglesias y comunidades que cumplen un rol en la sociedad».

No todo es fácil para las organizaciones barriales. Mendieta explicó que «la idea es poder habilitar como una cocina industrializada, pero a nivel municipal nos ponen muchos palos en la rueda, muchos requisitos, como si fuera que estamos en pleno Alberdi y yo creo que muchas veces se olvidan que somos una organización, que somos un espacio productivo que nos organizamos porque nadie nos daba una mano. Nuestra meta de este año es poder habilitarla como una cocina industrial y que la comercialización de las compañeras sea un poquito más, si bien venden muchísimo y le va muy bien en esa área, les vendría bien para poder vincularse en la relación del comercio».

Pero los objetivos son muy claros, más cuando hay vocación de servicio: «Es emocionante participar, porque lo que yo hago no lo hago porque me gusta sino porque lo siento. Esto lo hago por que lo siento. Cada objetivo que nos vamos proponiendo gracias a Dios y a la vida, lo vamos cumpliendo, sabemos que vamos a ir por más, creemos que este es el camino, se vienen tiempos difíciles en lo cual, si no nos organizamos y construimos una organización comunitaria va a estar complicado».