MARTES, 26 DE NOV

Murió el sacerdote franciscano Joaquín Núñez, quien consagró su vida a trabajar para los más humildes

El religioso llegó a Rosario en 1979 y, tras unos años en la parroquia ubicada en Avellaneda y Mendoza, se trasladó a Bella Vista Oeste, donde levantó la capilla “Caacupé” y el comedor San José Obrero. La historia de un hombre que dedicó su carrera a trabajar con los más necesitados.

 

El sacerdote franciscano Joaquín Núñez, quien dedicó su vida a trabajar para los más humildes y vulnerables, falleció este martes, a los 84 años. El sepelio se realizará este miércoles en la ciudad de San Lorenzo, pero entre las 8 y las 11 habrá una misa de cuerpo presente en la parroquia San Francisco Solano, ubicada en Avellaneda al 1272 de Rosario, donde el religioso supo prestar servicio.

Núñez nació en Misión San Francisco de Laishí, Formosa. En su época de estudiante, acompañó a uno de los curas a una capilla en San Lorenzo, Santa Fe, que estaba ubicada en un barrio bastante humilde. En ese período, que duró un año y medio, comenzó a tener contacto con “los pibes, los adolescentes y las necesidades”.

Posteriormente se recibió como cura franciscano, y viajó un año a Buenos Aires para realizar y completar el profesorado en Filosofía y Pedagogía. Regresó a San Lorenzo, al convento donde se desarrollaba el seminario de los menores para cura, y después de un año lo trasladaron a la Iglesia de las Mercedes, en Corrientes.

En aquel entonces, al ya ser cura y tener contacto con otros curas del tercer mundo, logró en sí mismo una visión más directa de la realidad social, política, y de lo que vive la gente en las zonas más periféricas.

La noticia del deceso fue comunicada mediante un posteo en la cuenta de Facebook de Núñez, donde también se informó: “Para quienes quieran despedirse de él, les comentamos que este miércoles el provincial de la orden, el padre Emilio Andrada, oficiará la misa de cuerpo presente en la parroquia San Francisco Solano de Rosario. Por último, les informamos que el sepelio se llevará a cabo en el cementerio de la ciudad de San Lorenzo”.

El sacerdote era un referente de la Opción por los Pobres de la Iglesia Católica. En 1974 fue encarcelado y, hasta 1979, dictadura cívico militar mediante, pasó por varias cárceles, en donde fue sometido a torturas por parte de los militares.

Tras recobrar su libertad, Núñez llegó a Rosario y se instaló en la parroquia ubicada en Avellaneda y Mendoza. Sin embargo, unos años después pidió ser trasladado a un barrio humilde, para acompañar de cerca a los sectores más vulnerables.

Así fue que en 1986 se instaló en Bella Vista Oeste, a pocos metros de lo que se conoce como Villa Banana: allí levantó la capilla “Caacupé” y el comedor San José Obrero, ubicado en Pascual Rosas al 1800. En el lugar, además, montó una modesta cosita, en donde vivió durante décadas. En 2014, recibió un llamado del Papa Francisco –a quien visitó poco después–, para conversar sobre la situación en Rosario en materia de violencia y narcotráfico.

Al conocerse la noticia del fallecimiento del religioso, el diputado provincial Carlos del Frade recordó: “En 1992 hicimos un capítulo especial de investigación periodística en la FM Latina, sobre ‘La iglesia rosarina que no fue’. El productor del programa era nada menos que Leo Graciarena. Unos días antes, Juan José Vitiello comentó que cuando estaba preso durante la dictadura un curita, también encarcelado por formar parte de las Ligas Agrarias, se las ingenió para hacer vino en las celdas. Esa mañana, Joaquín Núñez se presentó en el octavo piso del edificio donde funcionaba la radio y me dijo que él era aquel franciscano inventor de la bebida prohibida en las mazmorras de los proveedores de la muerte”.

Consideraciones sobre la droga

Casi una década atrás, Conclusión habló con Núñez, quien se refirió a la problemática del consumo de droga: “Naturalmente hay una falta en las políticas sociales y de salud, al estar destruido el tejido social, donde la célula es la familia. Hay que invertir en esto, además de que el pibe pueda estudiar y aprender un oficio”.

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En la charla el religioso también habló de los menores que son cooptados por las redes de narcotráfico para “tener unos pesitos”, y observó: “Esta gente los explota y los convierte en sicarios por la gran necesidad que tienen estos pibes. Hay un altísimo porcentaje de jóvenes y padres de familias que están en el consumo y para poder comprar están en el robo. Y ya no hay un cuidado, porque eso termina en la muerte, porque lo matan o se mata”.

“El Estado tiene que buscar los caminos y el medio para comprometerse a fondo, con una organización y una inversión muy grande, porque hoy día salir a enfrentar al narcotráfico es una guerra abierta. No sirve de nada encerrar y seguir contaminando a los pibes de la periferia. Los que están padeciendo son las familias que se destrozan por el consumo de los adolescentes”, cerró.

Militancia con las Ligas Agrarias, detención y tortura

A inicios de la década de los 70’s, Núñez prestaba servicios en la localidad chaqueña de Quitilipi y militaba en el Movimiento Rural Católico. En este marco, acompañó la conformación de las Ligas Agrarias, que estaba integrada por pequeños productores y tenía el objetivo de sindicalizar al sector.

En épocas de obispos militares, lo marcaron en Corrientes por armar un pesebre realista que reflejaba la triste realidad que se vivía en América Latina. En Quitilipi, donde ayudó y alfabetizó a los trabajadores de las zonas rurales, un patrón incómodo llegó a pagar para que lo fueran a asesinar, y fue en esa misma localidad donde le tendieron una trampa, con la cual terminó siendo preso de los militares por varios años.

 

“Se fueron acercando a nosotros una pareja de chicos universitarios, que supuestamente eran del ERP. Nos pedían reuniones. Ellos nos fueron observando a ver qué podían hacer como para atarnos las manos, porque después nunca más aparecieron. Hubo una vez una reunión ahí en Quitilipi, que fuimos los curas y un grupo de jóvenes, éramos alrededor de 12. Nos íbamos a reunir en un salón, que ya estaba todo pactado. Esa misma noche nos encontramos en un determinado lugar, y ellos dos (la pareja) se alejaron diciendo que iban a pedirle algo a la policía. En ese momento fueron a un destacamento y se agarraron a los tiros con los oficiales. Ahí rajamos todos, pero los curas quedamos colgados por eso. Nos metieron presos al otro cura, a mí, y a otros seis. Nos dieron una buena paliza y nos metieron en la cárcel”, recordó el religioso años atrás, en diálogo con Conclusión.

Núñez fue detenido el 14 de abril de 1974 y trasladado a la Alcaidía de Sáenz Peña, donde fue torturado por una comisión de la Dirección de Investigaciones de la Policial del Chaco, encabezada por el jefe y sub jefe comisarios Carlos Alcides Thomas y Wenceslao Ceniquel (ambos ya fallecidos), el sub oficial Gabino Manader y el agente José María Cardozo (también muerto).

El padre Joaquín Núñez, de la orden de los Franciscanos, estuvo cinco años detenido en la Alcaidía Policial de Resistencia y en las Cárceles Federales U7 Rawson, Devoto y La Plata. La circulación por todos estos penales se hizo sin una causa judicial abierta.

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