-Por Marina Vidal-  Fotos: Florencia Vizzi

La tarde primaveral del miércoles 3 de junio de 2015 quedará en la memoria de miles de argentinos. En Rosario, las calles se tiñeron con cientos de mensajes que pedían #NiUnaMenos. Resulta que desde las 15 el país se movilizó en repudio de la violencia de género.

En la ciudad, las plazas más cercanas al centro- como la Pringles y Montenegro– fueron los lugares de encuentro de distintos sindicatos y organizaciones no gubernamentales y políticas. Desde allí, multitudinarias columnas de rosarinos se movilizaron hacia el Monumento a la Bandera, lugar de convocatoria previamente pactado.

Llegar al Monumento resultó una tarea complicada, porque las calles aledañas estaban colmadas mucho antes de las 17. Para el ojo humano era muy difícil calcular la cantidad de personas que concurrieron, llamar «masiva» o «multitudinaria» la convocatoria queda chico.

El parque a la Bandera, todo la explanada del Monumento, las calles paralelas y cada rincón estaba colmado de manifestantes. De cero a cien eran las edades de los rosarinos que se movilizaron; familias enteras con carteles y de las manos caminaban tranquilas hacia el epicentro de la marcha.

«Como mujer me movilizo, me toco de cerca y si no me hubiese pasado vendría igual, vengo a pedir que se cambien las leyes. Si nosotras nos movemos vamos a poder lograr esas cosas que los gobernantes no resuelven. La gente, hombres y mujeres se cansaron de la impunidad, de la falta de justicia y yo marcho para eso, para pedir justicia», expresó a Conclusión Marcela una manifestante.

Cientos de alumnos, maestros y grupos universitarios alzaban mensajes de repudio a la violencia; abuelas, hombres y mujeres levantaban los puños al grito de «Ni una menos». Luego, un aplauso unánime y ensordecedor logró emocionar a todos los presentes.

Andrea, profesora de la Escuela Nº 360 «Jorge Carlos Cura» declaró a Conclusión que marchan por la violencia que socialmente hay, nosotros compartimos con nuestros alumnos muchas veces, casos en los cuales sus propias familias están atravesadas por la violencia, y por eso marchamos, por nuestras amigas que han sufrido, y porque nos toca a todos«.

«Nosotros como escuela pública e inclusiva trabajamos constantemente con derechos humanos y este tema se profundizó. Con la consigna «el amor no duele«, tratamos de enseñar sobre el amor y el noviazgo», compartió la docente.

El sol se escondió pero la gente no se fue, continuó firme, con sus carteles y con la clara idea de que no haya «#Ni una más».