En un auditorio colmado que espera ansioso por escucharlo, el hombre habla pausado. El tono grave de su voz reinvindica sus orígenes uruguayos, fiel a su estilo campesino y lejos de los formalismos, con su forma de expresarse parece aconsejar a los jóvenes que se dieron cita en el Auditorio Fundación de Rosario.

Es José Mujica, pero para todos es “El Pepe”, quien fuera presidente de Uruguay entre 2010 y 2015 y que actualmente se desempeña como senador del vecino país por el Frente Amplio. Llegó a Rosario motivado por los homenajes a Ernesto Che Guevara en su 90º aniversario y para “darle ideas a los jóvenes porque el mayor homenaje que merece el Che es entender su actitud vital”.

De la disertación participaron la intendenta Mónica Fein, el gobernador Miguel Lifschitz y el jefe comunal de la oriental Canelones Yamandú Orsi. Además, entre el auditorio se hicieron presentes funcionarios de la provincia y ciudad, y diputados y concejales municipales.

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El intendente de la ciudad uruguaya Canelones reflexionó: “Crecimos con aquello de ser como el Che y entendimos con el tiempo que no es pensar igual que él o hacer lo mismo, si no que hoy más que nunca el ser como el Che tiene más que ver con una ética, donde los principios, aquello de ser intachable es una bandera”.

La apertura de la charla estuvo a cargo de Mónica Fein, quien, mirando con admiración a Mujica, resaltó “la importancia de pensar sobre una latinoamérica unida, más justa, menos desigual”. Acto siguiente, la jefa del Ejecutivo local hizo mención a una “jornada histórica”, en relación a la votación en Diputados de la ley de legalización del aborto.

Sobre esto, Miguel Lifschitz manifestó que “si pudieramos imaginar al Che sentado entre nosotros seguramente estaría con un pañuelo verde celebrando como médico, humanista y revolucionario”.

El gobernador destacó que en la jornada también se celebran los cien años de la reforma universitaria. Y vinculó esto con Ernesto Guevara, ya que “él fue un hijo de la universidad pública”.

Nadie como él con la autoridad política y moral para hablarnos sobre la vida, obra y valores del Che”, resumió Lifschitz para cederle la palabra a Mujica.

“Los hombres necesitamos creer en algo para movernos. Hoy honramos un símbolo porque necesitamos creer en algo y nos aferramos a una imagen incontrovertible”, comienza diciendo Mujica. Luego, el ex presidente uruguayo destaca una idea: “Vivir en función de lo que se piensa y para lo que se piensa”.

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El líder uruguayo relata las veces que se encontró con el Che. La primera vez que lo vio, las calles de La Habana estaban repletas de puestos de venta de libros y la revolución contaba con una fuerza “colosal”. Luego, llegarían otros encuentros.

En esa época Guevara ya tenía un “acento cubano tropical, un decir nítidamente del río de La Plata y la jocosidad propia de nuestra cultura”. En esos encuentros conoció a la persona, a quien describe como un “soñador y un luchador que peleó por concretar sus anhelos”.

Durante su relato parece que se pierde, pero siempre desemboca en el lugar que se proponía. “Pensábamos que cambiando las relaciones de producción y distribución ibamos a tener un hombre mejor. Pero no sabíamos que no era lo mismo la burguesía fundadora del capitalismo que el capitalismo financiero actual”, manifiesta. “Este sistema ha generado una cultura subliminal, una conducta que asumimos sin siquiera pensarlo, más allá de la parte conciente. Las ciencias no habían avanzado a ese nivel”, continúa.

Inmediatamente, Mujica vuelve al comienzo y remarca que “el mayor homenaje que se le puede hacer a un revolucionario es ahondar en el pensamiento revolucionario al servicio del tiempo que nos toca”.

El hombre que habla pausado termina: “Puso su vida al servicio de lo que pensaba y encaró la vida para construir a un hombre más justo y una humanidad menos desigual”.