Por Gisela Gentile

En Japón existe la creencia de que doblando mil grullas de papel, se te concede un deseo. Sadako Sasaki era una niña japonesa que resultó afectada por la bomba atómica de Hiroshima, si bien en el momento no sufrió lesiones, ella desarrolló leucemia en 1955. Durante su período en el hospital dobló cientos de grullas con todos los papeles que llegaban a sus manos.

Recalcando que en esa época era difícil, porque había escasez de este material, por ello llegó a utilizar cajas de medicamentos y hojas que ya no servían. Su sueño era lograr la paz mundial y conseguir curarse, así como el resto de los afectados por la guerra.

En este sentido e inspirándose en esta creencia, los familiares de víctimas colgaron cientos de grullas en el Centro de Justicia Penal, promoviendo la idea de que “Sin justicia no hay paz”. Conclusión dialogó con Gabriela Vega, integrante de la Cooperativa de trabajo “Pariendo Justicia”, quién junto a otros familiares llevaron a adelante esta hermosa actividad.

Sin dudas creemos que hay más paz que justicia, siempre pienso la paciencia que tenemos los familiares de víctimas, que vemos día tras día casos de corrupción como el de los fiscales, por ejemplo. 

Si bien las personas que asistieron al lugar esperaban una mayor concurrencia a la misma, la intención era decir presente, “más allá de que fuimos pocas personas las que estuvimos allí, la intención era seguir visibilizando que estamos y seguimos sobreviviendo ante tanta injusticia. Sin dudas creemos que hay más paz que justicia, siempre pienso la paciencia que tenemos los familiares de víctimas, que vemos día tras día casos de corrupción como el de los fiscales, por ejemplo. Qué podemos esperar de ese poder judicial que excluye a quienes nos venimos arrastrando en el pedido de justicia. A veces me pregunto cómo tenemos tanta paz, por ello reivindicamos que solo vamos a obtener esa tan ansiada <paz interna> cuando la justicia diga presente, pregonando el acceso a la misma, ya que no es para todos iguales”, sostuvo Vega.

En el trascurso de la actividad tuvieron que pasar una situación por demás de triste y que las colocaría nuevamente en el tan despreciable lugar del olvido. “Cuando llegamos encontramos las cruces con fotos que habían colocado los familiares de Carlitos «Bocacha» Orellano junto a otros familiares de víctimas, las mismas estaban todas destruidas. Realmente es una burla, ya que en esas cruces pudimos vernos reflejadas, porque así nos sentimos. Una de las chicas que estuvo allí tuvo que ver la foto de su papá en ese estado”, enfatizó.

Sabiendo que Hiroshima está repleta de historias, muchas de dolor y sufrimiento, otras de superación y esperanza., la historia de Sadako y las mil grullas de papel es una mezcla de todo eso. 

Gabriela Vega relacionó la leyenda japonesa de las mil grullas por la paz con el estoico pedido de justicia. “Sabiendo que Hiroshima está repleta de historias, muchas de dolor y sufrimiento, otras de superación y esperanza., la historia de Sadako y las mil grullas de papel es una mezcla de todo eso. Por ello la misma me hizo pensar en las mamás, las hermanas, esposas e hijas que han perdido a un ser querido, pensando en ese dolor y la manera en como lo han transformado en lucha. Nos reinventamos cada día en el dolor y la búsqueda de justicia, algunas haciendo algo por las personas, otras quizás transitando un sendero distinto, pero todas estamos en esa transformación”.

Por ello las mil grullas por la paz van en ese sentido, en la búsqueda de algo más. “En nuestras vidas hay un antes y un después. Por eso la construcción simbólica de las mil grullas por la paz nos trae una cuota de esperanza en el camino de búsqueda de justicia. Comenzamos hace cuatro años con esta actividad, destacando que para construir las grullas de papel se necesita paciencia, concentración y luego, la unión y consenso a la hora de colgarlas”, concluyó Gabriela Vega.