Por Florencia Vizzi

En Rosario la inseguridad es el tema nuestro de cada día. Los vecinos de los diferentes barrios reclaman, se organizan y marchan. La queja se repite en todas las zonas de la ciudad, con un dejo de resignación: “es igual en todos lados, ya no se puede salir a la calle”.  Y uno de los reclamos más reiterados es la falta de presencia policial en las calles

En su mayoría, son personas que han vivido en esos barrios la mayor parte de su vida, que han crecido allí, al igual que sus hijos y nietos. Muchos de ellos recuerdan una época no muy lejana, en que sentarse en la vereda a tomar mates, con la caída del sol, mientras los chicos jugaban en la calle era parte de la rutina. Esa sensación de comunidad ha sido desplazada por rejas en puertas y ventanas, entrar y salir rápido, mirando para todos lados y calles casi desiertas.

En los últimos treinta años, Rosario ha tenido varios puntos de inflexión y la provincia de Santa Fe múltiples intentos de reformas policiales que han quedado truncas. Entre esos intentos fallidos, se cuenta el cierre de más de una decena de comisarías, que se enmarcaron en un plan que incluía la creación de 6 “megaestaciones” policiales, una por distrito, las cuales concentrarían el trabajo policial y mejoraría el direccionamiento del patrullaje que se basaría en el llamado “mapa de calor” hecho en base a las zonas más complejas.

Pero, esa reforma, encarada durante la gestión del exministro Maximiliano Pullaro al frente de la cartera de Seguridad durante el gobierno de Miguel Lifschitz, quedó a mitad de camino y, mientras las comisarías fueron cerrando, nunca se concretó la puesta en marcha de las megaestaciones policiales. Sólo hay dos, pero que funcionan como bases operativas de algunas fuerzas, y sólo en una de ellas funciona un Centro Territorial de Denuncias.

El mapa de la realidad

Además de haber cerrado 11 comisarías, varias de las que quedaron abiertas se reconvirtieron en “megacomisarías” que agrupan el trabajo de distintas jurisdicciones. Otras funcionan como bases operativas de otras fuerzas, y algunas permanecen abiertas, pero solo recepcionan denuncias.

Basta una recorrida por algunas de ellas para ver el estado de abandono y la desidia con la que funcionan. Escaso personal, efectivos desbordados que aportan sus teléfonos y computadoras personales para trabajar, seccionales sin agua, cables colgando, paredes derruidas, patrulleros fuera de servicio e incluso, líneas telefónicas que no funcionan.

 

La comisaría 18ª funcionaba en Avenida Francia al 3600, en barrio Acíndar. El edificio quedó totalmente abandonado y de hecho, durante algunos meses fue ocupado por malvivientes. De la antigua comisaría sólo quedan vidrio rotos y una cadena en la puerta.

“En este barrio hay que cuidarse muchísimo de los arrebatos y los motochorros. Hay mucha ferocidad en los arrebatos, cuando te arrancan los bolsos te arrastran y te golpean con mucha violencia. Eso es algo que vemos varias veces a la semana”, contaron a este medio desde la vecinal de Barrio Acíndar.

Graciela Guidobaldi, presidenta de la vecinal, relató que hay que andar por la calles con muchísimas precauciones, sin bolso, con el celular escondido y sin nada en las manos. “Tomamos un montón de medidas, pero los robos se dan igual. Los peores horarios son en la siesta y a la noche. La siesta es fatal, desde las 13 que cierra el supermercado, hasta las 17.30,  si se sale, hay que hacerlo acompañado o sin nada de nada, porque te asaltan, y cuando baja el sol, se pone peligroso”.

Los vecinos se organizaron y cortaron las calles meses atrás porque atacaban a pedradas los colectivos para robarles. “A raíz de eso se ven un poquito más algunas luces azules. Pero eso es todo”.

La vecinalista explicó que la falta de comisaría en esa zona los complica, sobre todo, porque no tienen donde recurrir para hacer las denuncias. “La verdad es que acá patrullaje nunca hubo, con la comisaría tampoco. Pero ahora, para hacer denuncias, solo tenemos el Centro Territorial de Denuncias (CTD), que está en Crespo al 4700 (donde funciona el edificio del distrito y donde, según el plan original, tendría que haber funcionado una de las estaciones policiales).

 

“El Centro de Denuncias está muy bueno, está bien implementado, la gente que recibe las denuncias está muy bien preparada para eso, pero el problema es que funciona hasta las cinco de la tarde, de lunes a viernes, entonces, si a vos te pasa algo un fin de semana largo, hasta el martes no podés denunciar… a veces los martes tampoco vienen. Y si te pasa algo muy grave fuera de ese horario, no tenemos otras comisarías. La otra que hay es la 21ª, en Arijón y casi Oroño y nos queda muy lejos, más de 40 cuadras. Y cuando llamás al 911, a veces vienen y a veces no”.

Los vecinos de todos los barrios se organizan a su manera, tienen grupos de whatsapp en los que avisan si ven movimientos extraños, gente que no es del barrio, motos o bicicletas merodeando. También dan detalles de los delitos de los que fueron víctimas para que el resto esté atento y vigilante. Muchas vecinales son actores centrales, coordinando reuniones y encuentros con otras vecinales y con autoridades municipales y provinciales, y también, redactando diferentes propuestas para paliar el problema, como las alarmas vecinales y el pedido de poda e iluminación, entre otras.

En el caso de Barrio Acíndar, uno de los pedidos que más reiterados es, precisamente, que el CTD atienda todos los días, las 24 horas. “Es muy necesario, porque si pasa algo grave, trasladarnos hasta la 21ª, en Arijón y Oroño es una locura. A veces los vecinos no tienen ni para el colectivo”.

Una de las seccionales que funciona como “megacomisaría” en la zona sur es, justamente, la 21ª, en Arijón al 2300, y abarca un radio de más de 30 manzanas, ya que tomó las jurisdicciones de la 15ª y la 18ª, entre otras.

Por la voz de los vecinos, Conclusión pudo saber que está “totalmente sobrecargada”. Así lo detalló Mara, presidenta de la vecinal 25 de mayo, barrio delimitado por Oroño, vía del ferrocarril mitre, Uriburu, Juan Canals y Ovidio Lagos

“El comisario que está a cargo ahora es muy bueno. Pero, tengo que decir que ahí los comisarios cambian cada 5 o 6 meses. Yo hace 9 meses que estoy en la vecinal y ya pasaron cuatro comisarios. Este que está ahora es muy bueno, pero lo que pasa es que hay una tremenda pobreza en la comisaría. A veces no tienen ni para la nafta, porque los vales que les dan no cubren toda la demanda que tiene la comisaría, donde además hay detenidos”, contó la vecinalista. “No me puedo quejar de esa comisaría, pero la verdad es que están en las últimas”.

Sin embargo, la mujer afirmó que tienen suerte de tener una seccional cerca que funciona. “El Centro Territorial de Denuncias que nos toca a nosotros está en Acíndar, así que imagínate lo que es para un vecino tener que trasladarse hacia allá, con los hechos de inseguridad que hay, no queremos ni salir a la calle, menos con chicos”, remarcó.

 

El relato de los vecinalistas coincide en el tipo de delitos que se repite, arrebatos muy violentos, asaltos a mano armado, entraderas, escruches, robos de cables y medidores. También, por supuesto, sobrevuela el tema de las balaceras, pero los delitos cotidianos que atormentan a quienes viven en los barrios, se repiten y en muchos casos, presencia policial y patrullaje mejoraría muchísimo la situación.

En ese sentido, consultados por la presencia de la Gendarmería, muchas veces anunciada, casi todos respondieron que no hay gendarmes en los barrios.

“Acá vinieron con el operativo de saturación, como le llama el Ministerio de Seguridad, y duró una noche. Vinieron al atardecer, con la tanqueta y con camionetas, bajaban de a 8  o a 10 gendarmes para recorrer el barrio. Después de eso, no volvieron nunca más. El día después literalmente, desaparecieron y nunca más vimos a ninguno, ni gendarmes, ni prefectura, ni nada”, apuntaron desde la vecinal de Acíndar. Y ese relato se repitió con los otros consultados.

Vecinos y vecinalistas se las apañan como pueden, tratando de reemplazar a pulmón la ausencia estatal. “No nos podemos conformar con esto de no poder salir a la calle, no puede ser que no les importe la vida de nuestros jóvenes, los chicos de nuestros barrios quedan a merced de los narcos, que los buscan para que trabajen para ellos y la policía no se mete en los barrios, porque ahí está el negocio. Nos están arrebatando a los chicos y no hay un plan de seguridad”, se quejó Mara.

El antes Zona Cero y rebautizado ahora como barrio Fontanarrosa vive igual realidad. Eduardo Brizuela, presidente de la vecinal, contó el barrio sólo cuenta con el destacamento policial de barrio Rucci. “Estamos además frente a asentamiento conocido como Ciudad Oculta, donde hay mucha gente armada y varios búnkeres. Presencia policial no hay, cada tanto pasan los de la Agencia de Investigación Criminal tomando fotos, pero eso es todo. Hemos presenciado balaceras a plena luz del día, inclusive en una reunión de seguridad que tuvimos el año pasado, minutos antes hubo una balacera fatal donde murió un chico de 16 años”

Brizuela explicó a este medio que en el destacamento no toman denuncias, sólo les queda el 911. “No hay patrullaje ni móviles policiales ni fuerzas federales. La comisaría más cercana es la subsegunda de Nuevo Alberdi, que en varias ocasiones fue allanada por la connivencia de los policías con los delincuentes que pululan en la zona”.

 

Parece ser que, en los barrios, la voluntad y el empeño de los vecinos lo es todo. Piden reuniones, presentan pedidos elaboran propuestas y a diario buscan nuevas estrategias para mejorar la realidad.  Sin embargo, la respuesta estatal es escasa, casi nula. “Hemos estado en innumerable cantidad de reuniones con la gente del Ministerio de Seguridad y autoridades policiales. Lamentablemente, seguimos esperando respuestas. Ahora estamos elaborando un pedido de audiencia, ante el ministro de Seguridad de la Nación. Estamos trabajando arduamente para ver de qué manera alivianar la situación”.

Abiertas o cerradas, todos a la deriva

Además de la 18ª, nombrada más arriba, otras 10 seccionales fueron cerradas. La 1ª, en calle Juan Manuel de Rosas al 1300, donde ahora funciona una base operativa de la Brigada de Orden urbano. La 3º, en Dorrego al 100, cuyos vecinos no dejan de denunciar desmanes en el edificio abandonado que se ha convertido en una suerte de aguantadero y casa del terror de la zona. También afirman los que viven en esas manzanas que tras el cierre de la seccional crecieron desmedidamente los asaltos y arrebatos.

La comisaría 4ª también dejó de funcionar como tal y ahora hay allí una oficina de la AIC y el área de investigación de delitos sexuales, trata de personas y de violencia de género. En donde funcionaba la 6ª también se instaló una oficina de la AIC, en tanto que el edificio de la 8ª sigue cerrado y abandonado.

En zona sur, donde estaba la comisaría 11ª, funciona una base de la Policía de Acción Táctica, en tanto que la 33ª y la 34ª, en zona sudoeste y zona sur, fueron cerradas por problemas edilicios y peligro de derrumbe.

 

Conclusión recorrió algunas de las comisarías que quedaron abiertas, entre ellas las megacomisarías 15ª y 10ª, que además alojan detenidos, la 9ª, la 19ª, la 7ª, o la 21º, entre otras y el panorama es desidia y abandono.

Frente a casi todas las seccionales y en varios metros a la redonda, se arrumban autos secuestrados en operativos, escenas de crímenes o siniestros viales. El testimonio de los trabajadores de la fuerza es reiterativo, los edificios se caen a pedazos y son reparados por los mismos policías, no tienen elementos de trabajo básicos, los teléfonos no funcionan, y en algunos casos, ni siquiera tienen agua. El personal es muy escaso, a veces no tienen nafta y los patrulleros están descompuestos.

Ante la consulta de Conclusión, la mayoría del personal que presta servicio en las mismas,( y que accedió a responder) se expresó igual:  hacen los reclamos a sus superiores por las condiciones en las que trabajan, pero no hay ninguna respuesta.

Esto también se refleja en el testimonio de Melisa Herrera, vocera de Vecinales Unidas por la Inseguridad. Melisa es presidenta de la vecinal Maradona, de barrio Luis Agote y contó que en su barrio está la comisaría 7ª. “Tiene una jurisdicción muy grande porque abarca también barrio Echesortu y hacia el otro lado de Avellaneda. Está desabastecida, es algo que venimos reclamando desde hace mucho tiempo, tiene un solo móvil policial, de hecho lo hemos visto en más de una ocasión sin las cubiertas, o con las cubierta pinchadas. Las comisaría hoy están realmente abandonadas”.

Herrera se quejó de la desidia. “Las megacomisarías están totalmente abandonadas y el comentario general es dónde están los recursos que se deberían destinar a seguridad, porque no los vemos. Están esas estaciones policiales, que son estructuras abandonadas, y las comisarías fueron cerradas. Y las que funcionan, están sobrecargadas y son pocas las que toman denuncias, o nos mandan a los Centros Territoriales de Denuncias. Y eso te desanima la verdad, desanima para hacer la denuncia, porque tienen horarios restringidos y acá, por ejemplo, nos tenemos que ir hasta Echesortu”.

Las estaciones policiales a las que se refiere la presidenta de la vecinal Maradona son parte del proyecto que quedó trunco. Una funciona en Uriburu e Hipócrates y el otro en Crespo y Sabatini. Ambos son edificios distritales, megaestructuras que están casi vacías. En el primero, según constató este medio, está la base de la Policía de Acción Táctica y también funciona una oficina de la AIC.  Más de la mitad del inmenso edificio está cuasi vacío.

En el segundo se erige una base de la Policía Comunitaria, un Centro Territorial de Denuncias y la Agencia de Control de Seguridad Privada. Según trascendió hace días hay un plan de instalar una oficina del 911, para lo cual la Municipalidad de Rosario y la provincia de Santa Fe firmaron un convenio. Al igual que en el otro caso, el edificio está semivacío.

“Nosotros tuvimos muchísimas reuniones en el Ministerio de Seguridad y hasta con el ahora exministro Jorge Lagna Pero no queremos más reuniones no sirven para nada, te lo digo resignada, son reuniones que nos hacen perder el tiempo, lo que queremos ahora son respuestas. Mientras se elaboran los planes de largo plazo, hay muchas cosas que con un poco de prevención y de patrullaje se evitarían y al menos los chicos podrían ir caminando a la escuela o comer en la plaza, pero no pueden, porque son permanentemente asaltados. El mismo Ministerio pidió a la vecinal que elabore un mapa con las escuelas y los horarios de salida para que haya más patrullaje, ya lo hicimos y la realidad es que no cambió nada y patrullaje no hay. No sabemos si realmente el plan es este, no hacer nada para combatir la inseguridad, nos sentimos que estamos a la deriva, esa es la sensación general de todos los barrios de Rosario»