Este martes, en el marco de las actividades por el mes de la memoria, se colocó una nueva marca de la memoria, la segunda del programa. Esta vez se procuró rescatar la historia del lugar que es considerado la primera casa de los derechos humanos en la ciudad.

La propiedad está ubicada en Cortada Ricardone 58 y en 1977 fue el lugar en el que se realizaron las primeras reuniones de madres y padres que buscaban a sus hijos e hijas desaparecidas.

Durante la emotiva ceremonia, Alicia Gutierrez, directora de general de Derechos Humanos de la Municipalidad de Rosario remarcó que la casa es «un símbolo de la lucha y de la conformación de una red de todos los organismos de derechos humanos de la ciudad». «Se gestaron acá porque hasta ese momento sólo existía la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, (que funcionaba en ese lugar) y poco a poco  fueron confluyendo familiares de personas que habían sido detenidas, otros de detenidos desaparecidos… Imaginemos esto en plena dictadura, en 1977, cuando antes de entrar tenían que estar mirando parar todos lados por el riesgo que signifcaba para cada uno de ellos estar allí e intercambair con los demás familiares. Este es el germen de la lucha colectiva de esos años».

Gutierrez recordó que el proyecto Marcas de la Memoria que está enmarcado en un nuevo programa de la Dirección de Derechos Humanos y Memoria y se llama señaléctica de marcas de memoria y «esta es la segunda que colocamos». «La idea es visibilizar la historia de esta casa, que todos los vecinos y vecinas de Rosario que pasen por esta vereda tengan este pequeño relato que está en la placa y que les permita enlazar con la historia de este lugar»

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Testimonio

La ceremonia contó con la presencia de Ana Moro, histórica militante por los derechos humanos, cuya hermana gemela fue asesinada por la dictadura en 1976. 

«Creo que esta es una historia poco conocida. El primer organismo que empezó a funcionar acá fue Familiares de Detenidos yDesaparecidos de Rosario. En abril de 1977 comenzaron a juntarse los familiares y a fin de ese año empezamos a hacerlo acá que era la casa de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre», contó a Conclusión Ana Moro.

«Es muy emocionante volver acá. En aquella época éramos muy, muy pocos, pero con mucha fortaleza», rememoró. «Los domingos sabíamos hacer reuniones para preparar las actividades, ibamos a visitar familiares de desaparecidos y venían también familiares de presos y presas políticas, vendíamos rifas para juntar dinero, todo muy precario, porque esa fue la peor dictadura de la historia», sentenció Moro.

Ana recordó que en septiembre de 1976 secuestraron a su hermana, Miriam y a su esposo. «Empezamos a buscarla por nuestra cuenta, en forma individual. En mayo de 1977 me secuestron a mí, a mi esposo Juan, a su hermano Hugo y a su mujer Estela. Las dos estábamos embarazadas… Y ahí, en el Servicio de Informaciones, en el centro clandestino donde estuve detenida, me enteré de que a mi hermana la habían matado. En octubre, cuando nació mi hijo, empecé a activar porque no quería seguir viviendo esa vida que nos querían imponer, perdiendo a mi familia, sin mi única hermana. Rosario estaba sitiada, todo el país estaba sitiado, entonces tratamos de seguir para adelanet como podíamos. Hicimos un gran esfuerzo y con mucho coraje… muchos dicen que no tenían miedo, pero yo sí. Cada vez que venía acá, yo había estado detenida, tenía a mi hermana y mi cuñado desaparecidos, mi otro cuñado en Coronda. Yo venía acá y me latía el corazón, tenía mucho miedo, pero trataba de superarlo».

A pesar de ese miedo, Ana afirma que ese encuentro con los otros los fortaleció. «Nos salvó de la depresión y nos fortaleció esa unión y poder hacer cosas juntos, y poder gritar por «aparición con vida», después por «juicio y castigo» y ahora por «memoria, verdad y justicia».