Por Jennifer Hartkopf

Nadie elige dónde nacer, ni escoge su familia, ni su idioma, ni su acento. Nadie nace decidiendo. Son esas cosas de la vida que sencillamente “nos tocan”. Algunos se quedan con lo que la vida les ha deparado, mientras otros quieren ampliar horizontes y traspasar las fronteras. Tal vez por un tiempo,  tal vez para siempre. Por un motivo o por otro, los hay quienes se atreven a vivir en otras tierras.

ÁfricaMariana Gallo tiene 32 años, es rosarina, licenciada en comunicación social y desde enero del 2014 reside en Malawi, África. Siendo uno de los países más pobres del mundo, con muy bajo nivel educativo y un sistema corrupto extendido por todo el territorio, ella decidió radicarse allí para tratar de “hacer la diferencia” a pesar de las numerosas dificultades que caracterizan a esa nación.

Con esa idea, Mariana comenzó a trabajar para una ONG que es parte de una red internacional de residentes de asentamientos informales, cuyo fin es apoyar a personas que viven en condiciones precarias, tanto en zonas rurales como urbanas, para que puedan mejorar su calidad de vida, principalmente viviendas y hábitat en general.

“Estas personas -dice la entrevistada- inicialmente estaban reunidas en grupos de ahorro y luego estos grupos se reunieron en una Federación, que da voz a los pobres ante el gobierno y otros organismos. Nosotros como ONG asesoramos y apoyamos a la federación para definir y alcanzar sus objetivos, por ejemplo a través de pequeños préstamos, actividades productivas para generar ingresos, trabajos con las municipalidades para lograr la urbanización de asentamientos informales, entre otras cosas”, explicó Mariana en diálogo con Conclusión desde África.

África2“Mi vínculo con la organización -recuerda la joven- comenzó antes de llegar a Malawi. Cuando estaba en el Reino Unido trabajé con otra ONG que trataba temas de vivienda, pero a nivel internacional. Entonces tuve la oportunidad de visitar y conocer muchos proyectos y organizaciones trabajando en el tema alrededor del mundo. Así llegué a conocer Shack/Slum Dwellers International (SDI) y Centre for Community Organisation and Development (CCODE) -la organización afiliada en Malawi- y pude comenzar a trabajar con ellos al poco tiempo de haber llegado”, contó.

Y agregó: “Así  fui investigando y supe que el sector existe y que la ayuda internacional emplea mucha gente a nivel mundial. Para poder entrar en el sector hice una maestría en el tema en el Reino Unido, donde miraba específicamente el rol de la ciencia, la tecnología y el conocimiento en general y su papel en el desarrollo internacional. En esto pude aplicar bastante los estudios de comunicación, lo que me llevó a interesarme en procesos de innovación y gestión del conocimiento. Luego de eso trabajé en Kenia y de vuelta en el Reino Unido, antes de llegar a Malawi”, recordó.

Como se refería al comienzo de este escrito, los motivos que pueden llevar  a una persona a radicarse fuera de su país natal pueden ser tan diversos como diversas las personas de este mundo. Pero en este caso puntual, al menos una de las razones, fue la solidaridad.

“La decisión la tome -contó la entrevistada- cuando todavía estaba en Argentina. Veía que se hace este tipo de trabajos y se quiere ayudar al otro, pero es siempre algo aparte del trabajo que uno tiene de tiempo completo. Y creo que de eso resulta que a veces las cosas no se hagan de la mejor manera o con todo el esfuerzo, no hay una profesionalización del sector. Entonces –añadió-  decidí que quería que ese fuera mi trabajo full time, es decir, dedicarme a esto de manera profesional. La justificación es que si voy a poner mis energías espero que sea en hacer una diferencia para los que lo necesitan más, antes que para hacer que una empresa gane más dinero o más clientes”, dijo Mariana.

África1En ese sentido reconoció que “si bien el trabajo es muy difícil, trae muchas satisfacciones”. Así, expresó que “todo en Malawi es difícil, es uno de los países más pobres del mundo y la gente tiene un nivel de educación muy bajo, incluso aquellos que pueden ir a la universidad, porque el sistema educativo -como muchos otros- tiene muchas fallas. La corrupción es súper extendida y muchas veces parece que la pobreza lo tiñe todo, y corrompe todos los niveles de la sociedad. Sin embargo –enfatizó-, es muy gratificante pensar que se está haciendo una diferencia para muchas personas, en el corto o largo plazo, sobre todo los pobres urbanos que son realmente un sector ‘olvidado’ y muy castigado por el sistema capitalista y por el país. En Malawi trabajan muchas ONG, pero los grandes focos son los huérfanos y las zonas rurales. Sobre todo cuando se ven las condiciones de vivienda, de sanidad y como eso afecta a la cotidianeidad, especialmente de las mujeres y los niños;  es una injusticia social terrible”, se lamentó.

Entre las mayores dificultades mencionó el tema de “ser extrajera, y los prejuicios que existen hacia los ´europeos aquí”.  ¿Qué significa eso? Mariana lo explica: “en la organización soy la única extrajera y eso se siente todo el tiempo. Por temas de historia y legado colonial (es muy reciente, ya que el país tiene sólo 50 años de independencia) la gente de Malawi tiene muchas ideas y prejuicios sobre los ‘blancos’, buenos y malos, pero caemos todos en la misma bolsa y eso a veces es difícil de llevar”.

La muchacha rosarina añade: “no hay mucha gente de Argentina, o de Sudamérica, y además creo que venir de otro país adonde también existe la pobreza, la corrupción, etcétera,  te da una perspectiva menos ingenua o más pesimista de la que pueden tener muchos europeos o norteamericanos (que son la mayoría) de la realidad de Malawi y eso a veces lo hace aún más difícil de llevar”.

Finalmente, al ser  consultada sobre el lugar que ocupan las ONGs y las acciones a nivel mundial expresó que en su caso “es un poco distinto, porque es una organización local, pero hay una proliferación increíble de ONGs internacionales que acarrean status y mueven mucho dinero, lo cual les da un significado totalmente distinto que el que podrían tener en otros países. Mucha gente trabaja en ONGs por tener un buen ingreso, un buen vehículo y por el status, sin vocación de ayudar a los demás. Y eso es muy chocante”, confesó.

Como alguna vez leí, dijo Mariana al finalizar la primera parte de la entrevista, “lo importante es que el horizonte no se convierta frontera, poder elegir  aquello donde el corazón se acelera, donde el aire sabe a casa, donde me siento en mi tierra”. Mariana Gallo, una joven rosarina, le hace honor a esas palabras en la salvaje África.