Por Belén Corvalán

La hermana Myriam Castelli, conductora italiana desde hace 17 años del programa televisivo «Cristianitá», emitido por la RAI, visitó la Argentina y brindó conferencias en Santa Fe, Paraná, Buenos Aires y Rosario. Además, en su paso por la ciudad, se reunió con diversas autoridades del ámbito de la religión, como también de la política, para discutir sobre diferentes problemáticas sociales. Y dialogó en exclusiva con Conclusión.

El padre Claudio Castricone trabaja y vive en una parroquia pastoral villera en barrio Tablada. Durante el paso de la hermana por Argentina, la recibió con el fin de plantear y analizar el catolicisimo en la actualidad, los diversos obstáculos que atraviesa la falta de prácticas religiosas en el mundo, el distanciamiento de la juventud con la fe religiosa, entre otros puntos.

Con café de por medio, durante el encuentro dialogaron sobre el momento que transita la Iglesia Católica en la humanidad. La monja Castelli contó la situación que actualmente vive Europa, en donde manifestó que “las prácticas religiosas se han perdido por completo”, y expresó su deseo de impulsar a la gente a acercarse a la fe. “La fe cristiana abarca todo un pensamiento, y un estilo de vida”, señaló.

En ese sentido, sostuvo que hoy en día en el mundo hay una disminución exponencial de vocación, sacerdotal y religiosa. “Esto no es un dato estadístico, es la expresión de una fe menos madura, menos viva, porque antes las vocaciones salían de familias muy fieles. Se bajó la tensión espiritual hacia Dios”.

Recuerda que en su infancia al ingresar y salir de la casa en donde vivía con su familia, que era muy católica, realizaban el signo de la cruz con agua bendita, como un hábito y una demostración de fe diaria. Rastros de religiosidad que en estos tiempos se han perdido. “Nos han acostumbrado a tener a Dios siempre presente, que estaba allí mismo. Era como tener un contacto con Dios, esto enriquece la vida», señaló Castelli.

Desde otra perspectiva, el padre Castricone expuso la situación que vive en el barrio. “Acá nosotros estamos tratando de empezar una pastoral más orgánica en la que queremos profundizar la religiosidad popular”. Según expresó el padre, en La Tablada la mayoría de la gente no es católica, «son de otras religiones o de ninguna».

El narcotráfico es uno de los principales riesgos a los que están expuestos los jóvenes, sobre todo en los barrios más humildes, en donde las posibilidades de un futuro mejor escasean, y el negocio de la droga resulta ser una de las «salidas» más inmediatas a la que recurren. “La entrada del narcotráfico hizo que muchas veces el ídolo o referente en la villa termine siendo el narcotraficante. Lamentablemente, dolorosamente está pasando esto”. Y agregó: “La cultura en estos barrios se ha corrido para un costado bastante malo, porque no encuentran otra salida económica, y porque es plata fácil, aunque saben que no van a vivir mucho tiempo, porque ningún narco llega a viejo. Sin embargo, prefieren ese estilo de vida a otro”.

Ante esta cruda realidad, el padre expresó la importancia de «empezar estando» aunque muchas veces «no se sepa por donde empezar», dada la complejidad de las circunstancias. La hermana Castelli también se refirió a esta problemática que ocurre a nivel mundial, y expresó su punto de vista. “Me he enfrentado con políticos de todos los niveles de la región. Fui muy clara con respecto a ese tema. Porque la solución al problema de la droga es el más sencillo que hay, pero hay muchos negocios, muchos intereses», manifestó. Y añadió: «¿Como se soluciona? Si vos vas a quitar todos los campos de drogas, y en su lugar propones otra cultivación, no hay más droga. Ahora porque hemos caminado demasiado, tenían que frenarla antes, hace veinte o treinta años, cuando empezaba».

«Yo siempre me acordaré, de cuando fui a Colombia, a Medellín. Yo estaba viendo que estaban cocinando la droga en bidones de petróleo en donde ponían las hojas. Yo no sabía que era droga. El capo de estos campesinos, donde yo había ido para la fiesta bíblica tomó un puñado de hierba y me dijo: ‘hermana con esto yo arruinaré tu país en Europa'», recordó Myriam Castelli.

Asimismo, señaló que la responsabilidad les concierne a los gobiernos, quienes «manejan la cuestión publica». En tanto, la Iglesia no tiene que manejar la cosa pública, «tiene que poseer un rol de conciencia ética pública». «Nosotros tenemos una fuerza ética, capaz de suscitar en los que trabajan en la cosa pública el deseo de hacer que se enfrenten con el problema», declaró la religiosa, quien definió a la Iglesia como la institución del amor.

Por otro lado, otro de los puntos que abordaron en la reunión fue el rol al que queda reducido Cáritas, el organismo coordinado desde la Iglesia dedicado a combatir la pobreza. Castelli planteó que en Europa, y en Italia, se han transformado en una organización social solidaria. «No tienen más el espíritu por el que han nacido, no poseen el alma cristiana que tenían”.

Con respecto a ese tema, el padre Castricone manifestó que las Cáritas en Argentina se han quedado en “simplemente un asistencialismo”, sin buscar la promoción humana, uno de los ejes fundamentales.

“Cáritas tiene esta triple actividad: lo inmediato que es el asistencialismo, la promoción humana, para que deje de pedir y pueda hacer la vida por sus propios medios, y buscar la justicia social para que no haya desigualdades, pero generalmente en las Cáritas nos quedamos con lo primero, el asistencialismo”. La hermana Castelli advirtió: “Veo en esto un peligro, porque si no damos el segundo paso, nosotros terminamos por vaciar este servicio”.

Al ser consultada sobre el futuro que le depara a la sociedad, en un mundo en el que el individualismo, el interés propio, el incremento de violencia, pareciesen dominar la humanidad, en simultaneidad con una retracción de la fe cristiana; la hermana Castelli manifestó que no se puede seguir así: «Hay que despertarse, hay que formar las nuevas generaciones».

Explicó que la violencia, que es la señal de una insatisfacción interior del hombre, «puede ser revelativa de una educación que no es completa, que no es integral».

En ese sentido, la monja llamó a la responsabilidad de los formadores, no sólo los cristianos, sino también los formadores humanos. «Probablemente hay una escuela que no es completa, y esto es peligroso, porque los chicos que hoy no estudian, mañana serán adultos no formados, y si no son formados, tenemos una generación pobre, pobre de cabeza y de corazón. O una generación que busca sólo el éxito, el dinero, y el poder»; los que definió como los tres grandes peligros a los que está expuesta la humanidad.

Frente a este panorama, Myriam Castelli subrayó que el amor siempre tiene que estar. «La cristiandad puede revolucionar el mundo», y concluyó: «El problema es que el cristiano no es el que lleva el amor, sino que eres un hombre amado por Dios. Dios es el protagonista, el que vive en tu interior».