Por Federico Morel

A raíz de una orden de desalojo que llegó a los vecinos a finales del 2020, quienes habitan en La Cariñosa pasaron días de preocupación y malestar debido a la incertidumbre que les generaba la posibilidad (intempestiva) de tener que abandonar su hogar.

En este suburbio del sur rosarino viven más de 500 familias de clase trabajadora, algunas que residen allí hace más de 40 años y han logrado construir a base esfuerzo y trabajo sus casas de material, con lo cual hasta la fecha siguen apostando al crecimiento del barrio y al mejoramiento de su calidad de vida.

Hoy por hoy, la causa judicial está frenada por lo que la orden de desalojo también lo está lo que hace que los vecinos puedan dormir sin esa soga al cuello. No obstante, ellos quieren que se les dé finalmente el titulo de propiedad, afrontar sus correspondientes erogaciones, pagar impuestos y vivir dignamente en su lugar.

Conclusión visitó nuevamente la zona para consultarle a Susana Arriola, referente de los vecinos y dueña de un comedor comunitario, sobre la situación actual de la causa que terminó dando sentido de lucha y reivindicación a toda La Cariñosa.

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La mujer contó que «lamentablemente con el tema del desalojo la gente estuvo muy preocupada por la orden judicial, pero se pudo levantar. No quiere decir que sea mucho pero ahora el barrio está más tranquilo. La gente puede dormir tranquila, la orden está levantada. Ahora el Estado debe hacerse cargo de la tierra«.

Arriola mencionó que en el barrio viven «más de 500 familias. Uno que tiene un comedor se da cuenta porque va aumentando la cantidad de familias que busca la comida«.

Los habitantes del lugar sufrieron el proceso de posible desalojo dictaminado a través de vía judicial: «En ese momento fue una situación rara. Hay gente que estaba construyendo su vivienda, sabemos que es un barrio constituido, muchas casa de material, la gente quiere vivir mejor. A esto le podemos sumar que muchos vecinos tuvieron la posibilidad de salir sorteado en el programa Mi pieza y están levantando más su casa, teniendo la seguridad de que no nos van a venir a sacar».

La mayoría de los vecinos del barrio es de clase «trabajadora, así sea cirujeando con su carro, de albañil, vendiendo cosas en la feria, pero la gente de este barrio es trabajadora«.

En cuanto a los servicios básicos, la referente barrial señaló: «Tenemos una buena noticia. La EPE llegó hasta acá con la red, es para el barrio La Cariñosa, pero no entran por lo que los vecinos están tirando los cables. Hay buena voluntad pero no se pueden meter al barrio porque está la orden de desalojo».

«La palabra desalojo trae muchas consecuencias. El servicio público no entra al barrio. El agua, el alumbrado público«, agregó la vecina.

Los vecinos no tienen la posibilidad de poder decirle a las autoridades municipales, provinciales y nacionales cuáles son sus necesidades, qué es lo que necesitan para mejorar la calidad de vida del lugar. A través de este medio, la responsable del comedor comunitario dejó una reflexión.

Al respecto, Arriola dijo que ella «les diría que si vienen a buscar votos al barrio, que también lo caminen, que no se queden en el centro, que se centren en los temas de la periferia, en los barrios que necesitan más atención, agua, alumbrado, hay arboles caídos por todos lados, acá no entra Defensa Civil, las ambulancias tampoco».

Y concluyó: «Sería bueno que un político no espere las elecciones para venir a visitar los barrios«.