Médicos y enfermeros del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez hicieron en los últimos días una manifestación activa en la puertas del efector en calle Pellegrini y Crespo. El reclamo se fundó en los permanentes hechos de violencia protagonizados por los pacientes. En este caso, uno de los internos agredió al personal que lo atendía. Un enfermero “terminó golpeado”. Y según esgrimen, son innumerables los hechos de esta naturaleza que se producen a diario.

Según el representante de los trabajadores Sergio Rodríguez, “un enfermero fue agredido a las trompadas por un paciente, lo que le ocasionó traumatismos en su rostro”. Por este motivo decidieron reunirse con las autoridades antes de la manifestación. El coordinador de los trabajadores del heca, en diálogo con Conclusión, expresó que fueron recibidos por el director y el subdirector del hospital junto al secretario y subsecretario de salud del municipio para plantearles los reclamos de los trabajadores de la salud.

Rodríguez precisó que en la reunión con los funcionarios el cuerpo de delegados pidió más seguridad, mayor protección judicial y solicitaron “que las denuncias sobre estos hechos sigan su curso, y que los agresores queden a disposición de la Justicia y si es necesario que queden detenidos por agredir al personal del Heca”. Además, agregó que “las autoridades se comprometieron a atender sus reclamos y que ya están programando un operativo desde el 23 al 2 de enero para brindar la protección necesaria”.

Según el cronograma pactado entre las partes, el”viernes próximo se realizará una nueva reunión para establecer rondines externos y ajustar todos los protocolos de seguridad del hospital”.

Por su parte, sin inmutarse y con una naturalidad admirable, uno de los trabajadores, Lucas Pasadore, reveló que “los hechos de violencia ocurren a menudo” y enumeró que “lo que sucede es que muchos no son denunciados porque el personal los desestima, la agresión es permanente” y esboza una caracterización del tema más general afirmando que “la ciudad esta muy violenta, las autoridades toman recaudos que rápidamente se diluyen”.

Liliana Manavella manifestó angustiada que «la protección después de la última denuncia fue de dos meses, luego se terminó» y expresó preocupada que «nosotros venimos a diario a trabajar, no a exponer nuestra vida, hubiéramos elegido otra profesión». La trabajadora denunció el maltrato cotidiano: «Somos agredidos con escupitajos, golpes, insultos, amenazas de agresión, de muerte y son muy pocos los hechos en los que las personas que nos agreden quedan a disposición de la Justicia».

En abierto cuestionamiento a la intervención de la Justicia, Manavella remató con vehemencia: «Acá tendría que cambiar la forma en la que se realiza un procedimiento, no podemos esperar 48 horas a que llegue un fiscal para determinar qué hacer con la persona que nos agredió».

El horario más pesado, dice una de las trabajadoras presentes, «es de 18 a 24 porque no hay un control de las personas que ingresan, hay familiares de pacientes que traen a los consumidores las adicciones», y continúa revelando «nosotros estamos presenciando todo eso, el paciente está ‘sacado’ y nosotros tenemos que llamar a la Policía del destacamento donde nos piden número de documento y la razón por la cual los llamamos». Y desesperada acotó: «No nos dan bola».

Mucho más elocuente, resultó el tenor de la denuncia que formuló públicamente al ser interrogada si había pacientes adictos que consumían drogas dentro del hospital: «Sí, eso sí, ¿quien lo niega? Todos consumen». En el mismo sentido y consultada por este medio sobre si los que consumían estupefacientes eran los internados, dijo: «Claro, porque esto tendría que estar controlado desde la guardia con personal de salud mental, pero la contención no se produce». Finalmente afirmó que existe adicción a la «cocaina, paco y otras sustancias más». 

Lucas Pasadore volvió a la carga demandando que «las autoridades entiendan que queremos trabajar seguros, los trabajadores no podemos brindar seguridad, los que tienen que hacerlo son la autoridades, lo único que nosotros podemos hacer es brindar una buena atención, hay gran cantidad de situaciones que se repiten día a día, en todos los turnos».

Pasadore reflexionó en voz alta: «Nosotros reconocemos que hay un comité de seguridad que sabemos que está trabajando, pero hay cosas que faltan de ajustar». El trabajador pide medidas en forma urgente que garanticen los rondines noturnos, que se vea a los uniformados «porque las cosas no suceden solamente  adentro, nos rompen y roban los autos, les sacan las ruedas, a las compañeras les arrancan las carteras», para luego sindicar que en calle Vera Mujica y calle Crespo no hay seguridad para quien las transita.

Por último, Manavella afirmó que en la labor que desempeña en la guardia se percibe que el «setenta por ciento de los jóvenes que ingresan algo consumen», para luego patentizar un macabro autorretrato: «Hoy en día vemos que en la sociedad todos somos consumidores de algo, cigarrillos, alcohol…». Sin embargo, detalló que «en la guardia no es fácil consumir, entonces al no tener alcance o no poder drogarse se las agarran con la primera cara visible que somos los enfermeros».

 

Escuchar Audio: una enfermera del Heca expone angustiada las condiciones que deben soportar cotidianamente los trabajadores de la salud de ese nosocomio.