El Comodoro Mayor Alejandro Vergara, el Brigadier General Mario Callejo y el Brigadier Eduardo Daghero, ex combatientes de Malvinas pertenecientes a la Fuerza Aérea Argentina, estuvieron en Rosario dando charlas sobre la participación que tuvieron en el conflicto entre Argentina e Inglaterra en 1982.

Las historias de estos tres héroes de guerra resulta más que atractiva no solo por el lugar que ocupaban en combate sino por como asimilaron la noble tarea de cuidar a los habitantes argentinos de la isla y defender la patria con altruismo.

En una emocionante entrevista, Conclusión preguntó a los ex combatientes sus sensaciones al enterarse del comienzo de la guerra, sobre las tareas que realizaron y qué significó para ellos ser los protagonistas de un conflicto tan importante para el país y las generaciones venideras.

Comodoro Mayor (retirado) Alejandro Vergara

El Comodoro Vergara, oriundo de Mendoza, egresó de la Escuela de Aviación Militar como Alférez del Cuerpo de Comando en 1978; posteriormente realizó el curso de Aviador Militar, egresando en 1979. En 1982 se desempeñó en el Conflicto del Atlántico Sur en Malvinas como piloto de la primera tripulación de Helicóptero BELL 212 IFR.

Al consultarle sobre su participación en Malvinas, el piloto expresó: «Yo me siento muy complacido porque formé parte de la primera tripulación de helicópteros de la Fuerza Aérea Argentina de Malvinas».

Vergara contó: «La tarea por la cual fuimos desplegados con la primera tripulación era efectuar la búsqueda y rescate de los pilotos que por algún motivo tenían que hacer abandono de su avión. Esa era la tarea fundamental nuestra».

El Comodoro retirado especificó que el rol del piloto y el helicóptero fue fundamental para llevar a cabo las tareas de logística y operativa. «Demostramos las capacidades del helicóptero en varias tareas: traslado de personal y material, traslado de heridos, carga pesada y con todo el escuadrón instalamos íntegramente la base aérea militar Cóndor. Hicimos un puente aéreo entre el aeropuerto de Malvinas y la localidad de Darwin», repasó.

«Al principio era todo preparativo. Ya se sabía que los primeros días de abril Inglaterra iba a reaccionar con una fuerza de tarea importante. Se adecuo todo en Malvinas para que las bases pudieran operar en forma integrada. El primero de mayo, tuvimos nuestro bautismo de fuego y la cosa cambió radicalmente», agregó el veterano de guerra.

 

El defensor de la Patria en Malvinas, entiende que es de suma importancia trasmitir las experiencias y conocimientos a los jóvenes: «Para nosotros los veteranos de guerra de Malvinas es un compromiso y obligación moral que tenemos de reflejar todo lo que se hizo en Malvinas. Estamos a 40 años de ese conflicto y tenemos que homenajear a nuestra gente que dio la vida por la Patria. Los veteranos tenemos la obligación de difundir para que toda esa sangre no haya sido derramada en vano. Nosotros nos enfocamos mucho en el porvenir de nuestra patria que son los jóvenes».

Brigadier Eduardo Daghero

El brigadier nacido en Córdoba, fue movilizado en abril del ´82 al teatro de Operaciones del Atlántico Sur, integrando la Red de Observadores del Aire de la Base Aérea Militar «Cóndor».

Su experiencia es realmente conmovedora, teniendo en cuenta que el brigadier ocupó un puesto en el frente de batalla denominado Observador Aéreo Adelantado, por lo que el soldado solo tuvo «tres días durmiendo bajo un techo. El resto de los días en combate siempre estuve a 14 km de la Base Militar Cóndor».

Al consultarle como tomó la noticia de que debía movilizarse a combate, el Brigadier expresó: «Soy el más chico que entro en combate, yo tenía cuatro meses de oficial y realmente para mí fue cumplir un sueño. Cuando uno es cadete tiene todo esas ganas de vivir una aventura. Uno se preparó como cadete, eligió esa vocación, ese estilo de vida que es la milicia y ser convocado y ser desplegado a Malvinas, sensorialmente tuve unas vivencias únicas que todavía me acompañan. Es decir ver la bandera flamear en el mástil de la Base Militar Malvinas, escuchar a los helicópteros sobrevolando, ver a los Hércules c-130, como soldado con esta vocación, la palabra era que me sentía realizado».

Sobre como vivió la experiencia de servir a la Patria, Daghero explicó que «son vivencias distintas. Mi guerra fue muy particular. Siempre estuve en el frente de batalla. Solo estuve tres días durmiendo bajo un techo. El resto de los días en combate siempre estuve a 14 km de la Base Militar Cóndor. Estaba operando como Observador Aéreo Adelantado».

«Nuestra defensa de la base tenía una cobertura área de defensa de entre 8 y 10 kilómetros. El personal de inteligencia determino cuales eran los rumbos más probables de ataques que iba a tener los aviones ingleses, teniendo en cuenta que ellos tenían una cuasi doctrina de ataque como la nuestra», detalló el veterano de Malvinas.

Y añadió: «Nosotros operábamos en los lugares donde los radares no podían trabajar telegráficamente. Ahí estaban los Observadores Aéreo Adelantado. Es decir, a través de nuestros equipos de comunicaciones trasmitíamos en forma flash y en tiempo real todo lo que sucedía en ese terreno».

 

El rol de Darghero fue muy específico. «Era el juego del gato y el ratón. Siempre digo que la guerra de un Observador Adelantado es muy particular, es solitaria, clandestina, naturaleza de día y siendo la misma oscuridad en la noche, sigilosos, muy técnicos, atentos a todo movimiento. Fuimos la mejor fuente de información que tuvieron los comandantes argentinos».

El ex combatiente contó una anécdota que resume claramente su trabajo y desempeño en este conflicto bélico: «El 4 de mayo tuvimos que rendir un examen. Nuestras raciones de combates están conformadas por latas de 380 gramos. Para calentarlo teníamos unos calentadores con pastillas de alcohol pero era muy difícil de calentar por el frio en el lugar. Ese día estaba buscando una pequeña leñita para colocarlo dentro del casco y ahí ponía la lata a calentar. Mientras buscaba, escuché a mi espalda un motor a reacción de un avión en la inmensidad de silencio. Me doy vuelta y veo los tres aviones chequeando el lugar. Inmediatamente tome el equipo de comunicación y comencé a emitir mi indicativo que había tres aviones entrando por el canal. Al frente lo cañones empezaron a acortinarlo y el avión gira por el pueblo y no llego a atacar la base, el segundo fue impactado por un caño y cae en el terreno de al lado de la base. El otro se fue viendo lo sucedido con los dos anteriores. Ahí pude entender mi trabajo. Yo me sentía reconfortado porque salvé a mis camaradas, a mis amigos, a mi gente».

Para el Brigadier recién retirado, esas sensaciones siguen intactas, por lo que definió: «Realmente siento el mismo orgullo y siempre se acrecienta y se cultiva ese sentimiento. Esa llama nunca se va a apagar mientras nosotros sigamos transmitiendo los valores del soldado argentino».

Brigadier General Mario Miguel Callejo

El marplatense se recibe de alférez en 1975 y en 1977 realiza el curso de aviación como Piloto de Combate. De ahí en más, es destinado a la V Brigada Aérea en Villa Reynolds y VI Brigada Aérea en Tandil donde se especializa en la operación del Sistema de Armas A-4B SKYHAWK y MIRAGE 5 DAGGER, cubriendo todas las habilitaciones de vuelo como Oficial de Escuadrilla, Jefe de Sección Aérea, Jefe de Escuadrilla e Instructor de Vuelo.

En 1982 Participa en el Conflicto de Malvinas, integrando el II Escuadrón Aeromóvil de despliegue con asiento en San Julián (provincia de Santa Cruz), donde realiza diversas misiones contra objetivos navales.

El Brigadier General contó que se enteró de la guerra el mismo día: «Nos enteramos el 2 de abril como casi todos en la Fuerza Aérea. Nadie sabía del tema de la recuperación de Malvinas, solamente unas pocas gente que participó en la Operación Rosario fueron los que se enteraron y nosotros el 2 de abril nos enteramos por radio».

«Yo casualmente iba a la Brigada. Yo volaba como piloto de combate en la VI Brigada Aérea de Tandil. Cuando llegamos a la Brigada, hablábamos si iban a venir o no los ingleses», agregó el militar.

Callejo contó que «el 6 de abril desplegamos en primera instancia al aeropuerto de Comodoro Rivadavia entre doce y catorce aviones. El Dagger es un avión es muy veloz pero limitado en autonomía, tiene que llevar mucha cantidad de combustibles, no solo tanques internos sino externos. Entonces utilizamos configuraciones atípicas. Volamos con tres tanques de 1300 litros y nos quedaba espacio para llevar dos bombas de 250 kilos. En total llevábamos 7500 litros de combustible, era una bomba volando».

La preparación y la actitud de los pilotos, resultó de suma importancia para avanzar en el «teatro de operaciones». Al respecto, el General narró que ellos poseían «un adiestramiento bastante aceptable porque acabábamos de pasar las vicisitudes del año ´78 durante conflicto con Chile. Teníamos adiestramiento en todo sentido, pero no teníamos preparación para afrontar un teatro de operaciones aeromarítimas porque eso era responsabilidad de la Armada».

 

«La fuerza no tenía ni pilotos adiestrados ni aviones adecuados ni armamento adecuado para operaciones aeromarítimas. Pero Malvinas era Malvinas. La causa de Malvinas era muy importante para nosotros. Ninguna persona que pertenecía a la Fuerza Aérea quería quedar afuera. La Fuerza empeño la totalidad de su capacidad de combate y dio testimonio, pese a que no tenía experiencia y pagó con muchas bajas esa cuestión, y causó muchísimo daño a la flota inglesa», completó Callejo.

El Brigadier sostuvo que «la motivación fundamental sobre esto, es que debíamos seguir saliendo porque teníamos que defender a la gente que estaba en las islas. Operamos desde el continente. Pero la mayor motivación era defender a la gente de las islas».

Y concluyó: «En todos los libros que relatan los combates sobre los diferentes sistemas de armas, el lector va a encontrarse con un profundo compromiso que, por lo menos en el ´82, se tenía muy presente. Estábamos adiestrado para eso y lo asumimos con total responsabilidad. De alguna manera encontramos la manera de sortear a último momento la tecnología que tenía Gran Bretaña».