“…Habíamos anclado en un café del centro, en uno de esos viejos e inmensos salones de billar que eran la expresión de una época —y esto lo supimos después, cuando empezamos a quedarnos solos— destinada a perecer bajo la piqueta de la edificación y del progreso comercial; café de hombres solos, no de muchachada barullera sino de hombres de treinta para arriba que leían el diario, charlaban o jugaban como si hubieran estado en el comedor de su casa…”

                                                                                                                 El taco de ébano (Jorge Riestra)

Las fotos que componen el presente trabajo fueron realizadas en el Rosario Billar Club. Allí, en el desorden de sus noches, en los relatos de los  parroquianos, las risas, los juegos, las rencillas, el humo del tabaco, el ruido de los tacos y las bolas  y una melancolía tácita que, de a ratos, se despliega entre mesas y miradas,  se sostiene ese universo, como una puerta en el tiempo de un mundo que, si bien aún está allí físicamente, es como si ya perteneciera a un lejano pasado.