Por Alejandro Maidana- Foto: Edu Bodiño

El pasado 30 de marzo se celebró por segunda vez el Día Mundial Basura Cero, fecha elegida por Naciones Unidas, buscando visibilizar experiencias locales de gestión de residuos que contribuyan a la sustentabilidad. La ciudad de Rosario, con una ordenanza de Basura Cero aprobada hace más de 15 años, podría ser un faro que muestre caminos y modelos para gestionar de manera exitosa los residuos, minimizando todo aquello que termina en basurales o rellenos.

Sin embargo, la repetición y la insistencia, año tras año, de un modelo fallido, está dejando atrás a una ciudad que en algún momento supo inspirar políticas locales exitosas en otras latitudes. Es preciso destacar que, en el discurso de apertura de sesiones, el intendente Pablo Javkin dedicó 70 segundos a hablar del tema de los residuos. En esos 70 segundos, dijo cinco veces la palabra “contenedores”, y apenas una vez la palabra “separación”.

En ninguna ocasión se refirió a los cartoneros o recuperadores de residuos. Pareciera que la imaginación del Ejecutivo se encuentra contenerizada. Se sigue repitiendo un modelo que ya ha demostrado no funcionar, un modelo centrado en la higiene urbana, que deja a la separación en origen, el reciclaje y el compostaje en un lugar marginal.

Con 30 años de experiencias de separación en origen, menos del 3% de los residuos se separan en los hogares. El resultado es que seguimos llevando al megabasural de Ricardone unas 800 toneladas diarias de residuos, en incumplimiento rampante de lo que estableció la ordenanza Basura Cero. Así, gastamos unos 18 millones de pesos por día sólo en pagarle a la empresa que opera este megabasural.

Según la Municipalidad se separan y reciclan unas 6.000 toneladas al año; mientras tanto se entierran en ese lapso casi 300.000 toneladas. El otro dato que preocupa es que hace seis años que la cantidad de residuos recuperados está prácticamente estancada, lo que evidencia una falta de políticas públicas adecuadas.

Hace seis años que el Ejecutivo Municipal no tiene iniciativas innovadoras para mejorar la separación en origen en los hogares. Lo último interesante que impulsó fue el programa de Barrios Verdes, que se desarrolló en 2017 y 2018”, expresaron desde el Taller Ecologista. El resultado es el estancamiento mencionado en la recuperación de materiales.

Desde la organización ecologista aportaron la siguiente información: según se desprende de dos informes que fueron ingresados al Concejo Municipal por la Municipalidad (Expedientes 258916-S-2021 y 264102-I-2022), ya en 2018 los niveles de recuperación eran similares a los actuales.

A fines de 2019 comenzó una experiencia de separación con inclusión social en Barrio Industrial, una iniciativa impulsada por las organizaciones: se trata de un circuito de recolección diferenciada llevado adelante por una cooperativa de cartoneros y cartoneras que forma parte del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Las organizaciones ambientales y sociales que lo impulsan vienen planteando fortalecer este tipo de iniciativas, con poco eco del Ejecutivo y el Concejo Municipal. De hecho, hay un proyecto presentado en 2017 por el MTE, Taller Ecologista y Grupo Obispo Angelelli (y vuelto a presentar en 2021, sin respuesta oficial aún) que proponía una política amplia en ese sentido.

Vale recordar que desde 2008 se encuentra vigente en la ciudad la ordenanza Basura Cero y desde 2009 la ley Basura Cero en todo el ámbito de la provincia de Santa Fe, ambas apuntan a reducir el envío de residuos a rellenos o basurales. “La realidad es que hoy la ciudad entierra más residuos que cuando se aprobaron estas normativas”, señalaron desde Taller Ecologista.

Año tras año, en la localidad de Ricardone crece una montaña de basura, que recibe sólo de la ciudad de Rosario unas 800 toneladas diarias de residuos, 300.000 toneladas por año. “En términos económicos, esto implica un gasto de 18 millones de pesos por día sólo para pagarle a la empresa que opera el mega-basural de Ricardone”, graficaron desde la ONG socioambiental.

Para ésta y otras organizaciones, el motivo principal de estos malos resultados está en el modelo de gestión de residuos de la ciudad, el cual está centrado en la higiene urbana y deja a la separación, el reciclaje y el compostaje en un lugar marginal. El cuadro actual es preocupante. “Hace años que venimos observando que las políticas de gestión de residuos no son adecuadas para poder reciclar y compostar más y reducir la generación y el enterramiento de residuos. A esto se suma una gestión que hace seis años casi no desarrolla propuestas para mejorar el panorama. Y por sobre todo se evidencia que no está imaginando nada distinto de acá en adelante”, apuntaron.

El otro costado preocupante de la cuestión son las políticas hacia el sector de los y las recuperadores urbanos. “Hoy, gracias al trabajo de miles de cartoneros y cartoneras se recuperan miles de toneladas anuales de residuos, mucho más que por los programas municipales. Pese a las condiciones adversas son el principal eslabón de los circuitos realmente existentes de reciclaje, y lo que faltan son políticas que busquen integrar ese trabajo en un sistema público de reciclaje”.

Para Taller Ecologista, hace falta un cambio de rumbo en la gestión: “Hace años que observamos que la ciudad tiene un modelo de gestión de residuos que es necesario cambiar. Las organizaciones venimos presentando propuestas para avanzar en ese sentido. Es indispensable jerarquizar la separación en origen a través de sistemas puerta a puerta para recuperar tanto los materiales reciclables como los compostables; así como desarrollar políticas públicas que propicien la co-gestión de los residuos reciclables con el sector de cartoneros y cartoneras, mejorando sus condiciones de trabajo y sus ingresos; como también es clave incorporar el tema de los residuos en la planificación urbana”, completaron.