Por Gisela Gentile

El pasado 16 de junio a las 7:06 de la mañana casi toda la Argentina sufrió la falta de energía eléctrica. Por primera vez en la historia afectó a todo el territorio nacional, menos Tierra del Fuego, y se sumaron países vecinos como Uruguay y algunas zonas en Paraguay.

Entre las causas del incidente, aparece una sobrecarga de energía en las líneas de transmisión que conectan la red con las centrales hidroeléctricas Yacyretá y Salto Grande, las que proveen de mayor energía al país.

Ese fatídico domingo muchos nos levantamos y comenzamos a pensar como cargaríamos el celular, o como suplementaríamos la utilización de electrodomésticos, situaciones que parecen banales si las comparamos con aquellos que necesitan de la energía eléctrica para poder vivir.

La vida de los electrodependientes no puede esperar a que la energía regrese, sus vidas están conectadas a esta red y necesitan contar con un protocolo que los ayude a resolver semejante situación de angustia.

Fabián Fiori, María Laura Carrión y Noelia Gould, son familiares de electrodependientes e integran la fundación “Emperador”, que lucha día tras día en pos de lograr más derechos para esta parte de la población.

 

“Lo que vivimos el 16 de junio fue desesperante, en muchas oportunidades le hemos planteado a la EPE o al Ministerio qué sucedería en una situación de esta magnitud, a lo que me respondían, que era improbable que algo así ocurriese, y no sólo pasó, sino que fue en muchos países. Nosotros tenemos una cadena de Whtas App de familiares de pacientes electrodependientes y empezamos a recibir mensajes de todo el país, seguido a eso pensé este es el peor escenario; algo que nunca deseamos pasar”, enfatizó Fabian Fiori.

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En torno a la vida que llevan aquellos pacientes que necesitan de la energía eléctrica a diario, Fabián remarcó: “El electrodependiente sin luz se muere, quizás no todos lo saben, pero es la realidad que viven las personas en estado de vulnerabilidad que están enchufados a distintos aparatos y en cuestiones de minutos u horas, según en cada caso, pueden morir”, sostuvo.

También sumó su experiencia María Laura Carrión, esposa de paciente electrodependiente, “nosotros estamos en un primer piso y no contamos con generador, lo primero que pensé es qué hago, y mientras me informaba de la magnitud del corte, la incertidumbre crecía. Mi marido Fernando utiliza bomba, colchón antiescaras y aspirador, por lo cual debía tomar los recaudos necesarios para que no se ahogue ya que tiene traqueotomía. Realmente fueron horas de mucha incertidumbre, por suerte entre nosotros pudimos contenernos”, señaló angustiada.

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Brisa es hija de Noelia Gould, la pequeña está postrada y también necesita asistencia eléctrica constante, “ella está en su camita internada, come por bomba, utiliza respirador, colchón antiescaras y realmente en ese momento no sabía cómo seguir, pensaba hasta cuándo tendremos que seguir atravesando este tipo de situaciones. El corte fue tan grande que no teníamos posibilidad de traslado ni nada, entre los familiares nos fuimos sosteniendo”.

Este grupo de familiares lucha estoicamente para que la ley que los ampara se cumpla, y que definitivamente se pongan manos a la obra en torno a un protocolo serio que garantice la seguridad de los pacientes electrodependientes.