-Por Esteban Guida

En el marco del debate por la adhesión ala Ley Provincial Nro. 13.441, que regula el descanso dominical, se han manifestado distintas posiciones en torno a la decisión que el Concejo Municipal de Rosario tiene que tomar respecto a dicha norma.

Algunas de las posiciones que rechazan la medida hacen énfasis en las cuestiones económicas que indudablemente estarán presentes en la aplicación de esta normativa. Desde la Federación Gremial de Comercio e Industria se ha hecho pública la preocupación respecto al impacto económico, tanto para los comerciantes de los locales afectados (por la menor cantidad de horas que podrán estar abiertos), como para los trabajadores que verán reducida la cantidad de horas trabajadas (básicamente aquellos que trabajaban los domingos). Llamativa es la preocupación del sector empresario por el impacto fiscal de esta normativa (cuestión válida sólo en el supuesto caso en que las ventas del domingo se consideren perdidas), al verse reducida la cantidad de impuestos recaudados por una potencial caída en las ventas.

Más allá del análisis acerca de su magnitud, es correcto considerar la existencia de un impacto económico derivado de la aplicación de esta norma. Sin embargo, una evaluación abarcadora y representativa de esta normativa no puede limitarse a su efecto sobre el beneficio privado, como así tampoco a su correlato fiscal. Lo que la ciudad no puede soslayar es que los legisladores provinciales han considerado oportuno el descanso dominical como parte de los valores de una comunidad y de la calidad de vida a la que aspiran sus integrantes.

Con el desarrollo de las ciudades, son cada vez más las personas que están dispuestas a pagar por el descanso, el tiempo con la familia, la vida al aire libre y el esparcimiento, por lo que cualquiera sea el impacto económico de esta medida, bien podría representar el valor que una comunidad asigna al descanso dominical. Desde esta perspectiva, los intereses sectoriales pasan a un segundo plano.

Frente al acoso permanente que significa comprar para tener, y tener para parecer, las cuestiones inmateriales que hacen al ser más profundo de las personas deben considerarse variables que inciden sensiblemente sobre el desarrollo socioeconómico de la ciudad.

Está claro que una comunidad no puede marcar su rumbo exclusivamente por el impacto económico de sus decisiones. Tranquilidad, descanso, tiempo libre, felicidad y paz, entre otros valores anhelados por todos y cada uno de los ciudadanos, hacen a la calidad de vida de los rosarinos y, por lo tanto, a que efectivamente sea una ciudad donde valga la pena vivir.

Foto: Florencia Vizzi