Foto: Gentileza Rosario 3

La muerte de Mauro Villamil, ocurrida el pasado 3 de mayo en una verdulería de zona sur, donde también resultaron heridas dos mujeres, generó conmoción en la ciudad y provocó una movilización de taxistas y paro de varias horas en las estaciones de servicio, actividades que realizaba el trabajador y padre de tres pequeños.
La ola de violencia que vive a diario la ciudad deja expuesto a cualquier ciudadano a ser presa fácil de los conflictos armados. Balaceras y asesinatos se convirtieron en moneda corriente. El 3 de mayo pasado Mauro Villamil estaba en la verdulería de Corrientes y Gutierrez, en la zona sur de la ciudad, haciendo compras para ir a una asado con sus compañeros de trabajo cuando fue alcanzado por las balas que descerrajaron desconocidos hacia el frente del negocio.

Muchas fueron las hipótesis que se tejieron en torno al hecho. Primero que las balas eran para la persona asesinada y de rebote hirieron a dos empleadas del local. Luego que el dueño del comercio estaba vincualdo con la venta de drogas. La fiscal regional aseguró ante los medios de comunicación que ese lugar estaba siendo investigado por vínculos con el narcotráfico y el propio intendente Pablo Javkin aseguró también frente a las cámaras que ese negocio estaba siendo investigado y que ya habían matado a otra persona en ese lugar.

La primera versión solo se extendió por unas horas, porque la familia del joven salió inmediatamente a aclarar que era un trabajdor y nada tenía que ver con ningún negocio ilícito, sus propios compañero de trabajo hicieron lo mismo.

Pero el manto de duda se mantiene sobre el dueño del comercio, Alberto, quien rompió el silencio y en una entrevista exclusiva con Conclusión contó su verdad.

Alberto contó que “nunca recibí amenazas”, pero sobre todo quiere dejar “bien en claro que hace siete años que estoy ahí. Nunca nadie me molestó para nada. Nunca tuve problema con nadie, siempre trabajé. Conozco a toda la gente que arranca desde las 5 de la mañana, la cual me conoce”.

“Trabajo de sol a sol, el negocio implica eso, una verdulería de ese tamaño. Tengo seis empleados”, aclaró y lamentó los dichos de “personas que no me conocen hablan sin saber”.

“Tengo mucha bronca por lo que se dice, escuché todas las versiones del lado bueno, del lado malo y estoy acá para responderles”, aseguró Alberto. En primer lugar “voy a responderle a todas esas versiones, primero a la gente que se levanta a las 12 del mediodía y no ve el sacrificio de uno. Después, por supuesto, gracias a esa gente que sí me conoce, durante todos estos siete años, gente de trabajo, la que confía en mí, y por otro lado gente que ha hablado, diciendo que compré esto, que compré aquello. Que en una semana que no entendían mi progreso, de cómo pude haberme comprado dos camionetas cero kilómetros. El vehículo que tengo tiene una pérdida de agua que no la puedo arreglar todavía. Tres viajes hacía durante la mañana para poder traer la mercadería del mercado. Tenía un camión, el cual lo vendí para pagar las deudas del banco. En el banco municipal saben bien mi historia, de cómo luché para tener mi negocio, cuánto me ayudaron ellos. Ayudándome, dándome posibilidades para pagar cheques caídos y poder mantener la cuenta. Eso esa gente no lo sabe”, remarcó.

Emocionado hasta las lágrimas por la bronca y la impotencia, Alberto contó que “la gente que habla tampoco sabe que esa verdulería lo único que vendía era fruta y verduras. Ni siquiera un paquete de yerba vendía por respeto a los almaceneros del barrio”.

El verdulero de zona sur recordó su pasado “vengo desde muy abajo, muy abajo. Conozco la miseria, conozco el hambre. Tengo una familia de la que estoy orgulloso, diez hermanos, muchos sobrinos, ninguno tiene antecedentes de nada, de nada, se lo puedo asegurar”, contó.

“Hoy me encuentro acá en esta situación lamentable pero más lamentable es que un intendente como el señor Javkin haya ido, se haya tomado la molestia de ir hasta un canal de Buenos Aires para decir que en mi negocio vendía droga. ¿Con qué motivo? No me conocen a mí, no saben quién soy. No saben cuánto luché por tener lo mío. Tengo pruebas suficientes para demostrarle al señor Javkin y a toda la gente que habla mal de mí, demostrarle cómo se manejaba mi negocio, cómo fue creciendo durante estos siete años, gracias a la gente, gracias a la confianza que depositaron en mí, gracias a mi trabajo y al de mi familia, porque era de mi familia ese trabajo”, lamentó el comerciante al quedar truncado su sustento.

“No entiendo por qué ¿Por qué hablaron así? ¿Por qué hablan así? La gente del mercado me conoce de toda la vida. Me crié ahí. Por eso les digo que conozco el hambre, la miseria. He ido descalzo al mercado, a pedir, siempre he pedido, no solamente al mercado, pasé mi vida mala de miseria, también en la calle, he ido a pedir, siempre fui a pedir he vendido de todo cartón siempre me la rebusqué por la mía nunca le pedí nada a nadie, y siempre por la buena, por derecha. Por eso no tengo problemas con nadie. Nunca nadie me molestó. Y nunca molesté a nadie. Por eso no entiendo”, se lamentó.

El malestar por los dichos que circularon sobre su persona lo llevaron a salir a aclarar la situación, “le pido a la gente que habló sin conocerme. también al señor Javkin que se arrime, al mercado, a conocer mi vida, a hablar con la gente que me conoce y pregunte por mí y ahí le van a responder quién soy”, desafió.
También aseguró que “soy solamente un simple trabajador, que toda la vida trabajo. Esta verdulería solamente nos ha ayudado a nosotros, a mí y a mi familia, a gente de la calle. Porque siempre estuve presente, que yo venía de la calle. Gente que al pasar solamente la llamaba para darle una fruta o una verdura, algo. Criaturas, muchas de ellas, que se despedían con un abrazo cuando se les daba una fruta”.

Conocer la vida dura de la calle le ablandó el corazón y crió a un chico de la calle como propio. “A los 11 años el padre se murió. El chico quedó prácticamente en la calle y lo tomé como un hijo. Hoy tiene 17, ese chico. ¿Se imaginan si sería mala persona? Hoy el chico va a la escuela, venía a trabajar conmigo. ¿Se imaginan si sería mala persona? Hoy el chico estaría así. Yendo a la escuela todavía. Eso nadie lo sabe. Es fácil ensuciar a la gente, es fácil hablar cuando nadie sabe, nadie conoce el sacrificio de uno. Yo sí lo conozco, y mucha gente lo conoce. Por eso lo invito a todos aquellos que tenga dudas, que pregunte”.

También se refirió a su apremiante situación económica. En el Banco Municipal hay una cuenta caída que ya es imposible recuperarla porque el último informe que tuve entraron cheques sin fondo, los cuales yo corría, el día a día, era diario correr para pagar los cheques. Hoy por hoy se vive al día, ¿no? Y se hace imposible”, y por lo sucedido “cerré la verdulería. Y la gente que trabajaba allí perdió también sus ingresos”.

Las empleadas heridas “están bien, gracias a Dios”, y contó que las ayuda con lo que puede.

Sobre los posibles autores o motivación del ataque a la verdulería “no tengo sospecha de nadie. Me enfoqué en mi trabajo, lo único que hacía era levantarme, ir al mercado, volver a hacer lo mío. Todo el mundo me conoce. Sabe que no me metía con nadie”, aseguró.

“Durante los siete años que tuve la verdulería, nunca me molestaron, jamás allanaron, nunca me preguntaron nada”, aseguró al ser consultado sobre si tenía sospechas de donde podía venir el ataque.

También manifestó que “mi verdad es que trabajé durante estos siete años sin descanso porque no me tomó un día de descanso ni feriado. En mi negocio no se vendía droga, nunca se vendió droga. Que si hubo un pasado yo no lo conozco. Y nada más que eso. Que hoy estoy sumergido en un pozo, tanto yo como mi familia”, al perder la fuente de trabajo ya que no volvió a abrir el comercio por temor a un nuevo ataque.

Además se dirigió a la familia de Mauro “lo lamento, que a Mauro, más allá de tratarlo poco, saber que fue un hombre de bien, una persona de bien. Un abrazo a todos ellos y que no tengan duda que en ese lugar no se vendía droga, ahí se vendía fruta y verdura, Ahí se trabajaba. Nada más, era un lugar de trabajo, y hoy ya no lo es”.

Debido al cierre forzado del negocio, tanto Alberto como su familia quedaron sin trabajo, y también sus empleados.