por Florencia Vizzi

Hasta hace unos años, el festejo de los enamorados, por excelencia, estaba señalado en el mes de septiembre, casi en sintonía con la primavera.

El festejo ha ido imponiéndose con los años

Sin embargo, el consumo, la globalización y las artes publicitarias han logrado imponer el Día de San Valentín como el Día de los Enamorados.

Dicen los que saben que lo tradicional es vestirse de lujo y acudir a una cena romántica, previo intercambio de flores, corazones rojos y peluches. Pero hay mucho más con qué celebrar, desafiando los clichés que el género impone  y acusando seductoras cuotas de creatividad y originalidad,  porque jamás los afiches publicitarios serán tan atractivos como la vida real.

“No sólo lo romántico vende, hay de todo y para todos los gustos”, cuenta Sofía, una de las vendedoras de Victoria Sexy, una reconocida casa céntrica de venta de lencería y accesorios eróticos de la ciudad.

san-_valentín_fvizzi

Regalos diferentes y originales

“Esta fecha es nuestra Navidad”, agrega Celeste, otra de las chicas que se aplican en atender todo tipo de pedidos, ya sea personal, on line o telefónicos.  “En estos últimos cuatro años, es como que San Valentín explotó, y esta es una propuesta diferente para las parejas”,  explican. “Antes se daba más en el Día de los Novios, en septiembre, ahora también hay movimiento en esa fecha, pero sin dudas, San Valentín lo supera ampliamente”.

Un detalle que ambas señalan es que el verano suma: “A veces coincide con viajes de vacaciones, y es también el último gasto antes de que empiecen las clases. Es una fecha en la cual, la gente suele estar más relajada y se permite estos mimos”.

Está claro que el 14 de febrero es una excusa. Muchos despotrican contra el festejo, incluída, en ocasiones, la cronista que escribe esta nota, por considerarlo “una fecha importada”, que poco tiene que ver con la identidad y con las raíces argentinas o latinas, y también por el perfil híper consumista que se imprime en estas lides.
Sin embargo, los artífices del negocio romántico resaltan que es el pretexto que muchas parejas utilizan para recuperar momentos de pasión y de encuentro que se van perdiendo con la rutina y el día a día.

san-_valentín3_fvizzi“Hay todo tipos de clientes, por supuesto. Pero hay muchas parejas que vienen buscando recuperar la pasión, o que buscan innovar para mantener la magia”.

Para ello, se valen de distintos tipos de productos y artilugios: “En general, lo que más salida tiene es la lencería –afirma Celeste-  y también los aceites para masajes, geles… y algunos disfraces. Algunos vienen buscando un regalo para su pareja, y otros compran accesorios para una celebración especial”.

Celeste señala que cuando el comprador es el hombre, comúnmente decanta por ropa interior para sus compañeras, en cambio, las mujeres eligen más para sí mismas, accesorios varios o aceites.

Ambas dependientas resaltan que hay un ida y vuelta muy importante con los clientes habituales, y se establece una especial relación de confianza.

Son muchas las parejas que concurren al negocio buscando nuevas experiencias: “Esto tiene un costado muy terapéutico, y nosotras somos como una especie de consultoras” – manifiesta Sofía, quien lleva ocho años como vendedora en el local- y es muy gratificante, porque la gente se va muy contenta y vuelve agradecida. De alguna forma, cuando emprenden ésta búsqueda, se relajan y se encuentra más a gusto, consigo mismos y con sus amores. El amor y la vida sexual son sumamente importantes para todos los seres humanos”.

Contra lo que se puede pensar, y afortunadamente, no hay un target de edades que se vuelquen a la compra de estos obsequios. “Hay clientes de todas las edades. Hemos tenido abuelos que viven en geriátricos y vienen a comprar acompañados de sus enfermeras”, cuenta una de las chicas, y, con picardía, relata, como anécdota, que, en una ocasión, un señor de 87 años que acudió al local buscando algunos accesorios, resultó ser, ni más ni menos, que amigo de su abuelo.

En ese sentido, Gilda, una de las encargadas del Motel Las Brujas, otra de las variantes posibles para encarar un festejo romántico diferente, coincide en que no hay edades promedio.

Motel Las Brujas de Rosario

Motel Las Brujas de Rosario

“En dos oportunidades han venido matrimonios a festejar Bodas de Plata y Bodas de Oro. Y éste último fue un regalo de sus hijos, que hablaron con nosotros y contrataron el servicio para la celebración”.

Y claro, resalta también que son muchas las parejas que optan por festejar su San Valentín en el motel.

“Muchos vienen a cenar y luego pasan la noche. Aquí ofrecemos un menú especial de nuestro chef. Es una oportunidad para celebrar la intimidad y reencontrarse”.

san-_valentín20_fvizzi

Motel Las Brujas de Rosario

El motel ofrece un ambiente óptimo para dar rienda suelta a las fantasías, pero también, para mantener una cena íntima, sin apuros, una vigorizante sesión de sauna o un relajante y sexy encuentro en el jacuzzi o la ducha escocesa. Hay champagne, platos del cheff y desayunos completos, música y ambientaciones que remiten a ciertos universos temáticos creados para transportar a los visitantes a dónde la imaginación los lleve. Es un lugar pensado especialmente para el disfrute.

“Trabajar aquí es apasionante, relata Gilda, hay mucho misterio, hay pasión, hay amor, es un trabajo atravesado por el amor. Y en esta fecha eso se nota mucho más. Da mucha satisfacción saber que aquí la pasan bien, y que el esmero que ponemos para ello da sus frutos».

No hay recetas, eso es claro, San Valentín tiene sus detractores y sus seguidores de la primera hora.  Aun así, está demostrado que el amor no puede encapsularse, ni encasillarse, y que ninguna fórmula está escrita en estas cuestiones. Es probable que esta celebración peque de frívola, importada, extranjera y muchas otras “vilezas” que se le atribuyen. Pero, puestos a sobrevivir en la fiebre “sanvalentinesca”, es bueno conocer otras opciones, otras propuestas y posibilidades, para no morir en el intento. Al fin de cuentas, es importante no olvidar nunca que las “mieles” del amor no podrían sobrevivir sin las alas del deseo.