Por Gisela Gentile 

Si bien la pandemia por el Covid-19 ha dejado al desnudo las desigualdades de niños y adolescentes en torno al acceso a la educación, el inicio de clases colocará nuevamente en el tapete las diferencias entre los que pueden acceder de manera digna a la enseñanza y quienes no correrán con la misma suerte.

Durante el último año, la pobreza medida en ingresos subió del 40,8% al 44,2%, numero fríos que volcados a personas arroja la tremenda suma de 18 millones, dos más que en 2019. Sin embargo, los analistas de la UCA advierten que “en realidad hubo un movimiento intenso de entrada y salida, los que cayeron en la pobreza habrían sido 13,7% de la población, es decir unos 5,4 millones nuevos pobres”. 

Cifras por más de alarmantes que ponen en jaque a los de siempre, a los olvidados por todos los gobiernos. El Estado debería ser el garante de los derechos de niñas, niños y adolescentes, pero claramente no lo es. Es allí donde nacen agrupaciones dentro de los mismos territorios que intentan de alguna manera devolver algo de dignidad a los más vulnerables.

Así es el caso de Romina, María y Melisa Salvatierra, Silvia, Marta Doria y Carolina Carranza, quiénes le dan vida a «Mujeres arriba», que como bien dice el nombre, es un grupo de mujeres que hace más de cuatro años comenzaron a participar de «Comunidad Rebelde» para luego gestar esta gran iniciativa que tiene un fuerte anclaje en género.

El movimiento feminista no es un eslogan, desde hace años viene deconstruyendo vetustas estructuras patriarcales para que las mujeres puedan tomar lugares de decisión y poder. “Comenzamos con los talleres de panificación, trabajando especialmente con los grupos de las chicas que no estaban hasta ese momento. A partir de allí se empezó a conformar este grupo, para luego empezar a presentarnos en ferias, sobretodo visibilizando todas las cosas que podemos hacer las mujeres dentro de una organización que hasta ese momento era exclusiva de hombres”, le dijo a Conclusión Carolina Carranza, integrante de dicha agrupación.

Una organización que además de afianzarse en Villa Banana, articula con Miriam Ortiz y las chicas que llevan a cabo la Copa de leche de Comunidad en Barrio Bonano. “A través de «Comunidad Rebelde» vamos tejiendo redes entre nosotras para de esa manera poder ayudarnos mutuamente con lo que vamos necesitando”.

Con un trabajo territorial anclado en Villa Banana, este grupo de mujeres intenta cada día ofrecer diferentes temáticas que llamen la atención de la pibada del populoso barrio que históricamente fue excluida. “Empezamos a hacer talleres para chicos, en donde las propuestas son variadas, como por ejemplo los talleres de arte que realizamos en el mural del barrio, siempre que el tiempo así lo permita”.

Estamos haciendo una colecta de útiles escolares para la pibada que pertenece a la organización, que serán entre 50 o 60 chicos y chicas.

Diferentes actores políticos, sin importar a qué partido pertenezcan, han pujado para que comiencen las clases a cómo de lugar. Además de las condiciones edilicias en las que se encuentran las escuelas de la mal llamada <periferia>, también hay que poner la mirada en torno a los insumos que demanda la misma. Útiles, mochilas, libros, son algunos de los elementos que deberán comprar las familias para el inicio escolar, pero ¿cuántos podrán hacerlo luego de una crisis exacerbada por la pandemia? “Estamos haciendo una colecta de útiles escolares para la pibada que pertenece a la organización, que serán entre 50 o 60 chicos y chicas. En este pedido estamos haciendo hincapié básicamente en lo que se utiliza en la escuela primaria, mochilas, cuadernos, lápices de colores, fibras. Sería fundamental que puedan ayudarnos en esta cruzada. Quienes así lo deseen se comuniquen con nosotras en nuestras redes oficiales de la Comunidad”, concluyó.

Redes sociales para comunicarse y colaborar:

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