Por Guido Brunet

La clausura de espacios culturales por parte del Municipio impulsó la necesidad de generar cambios en la normativa que rige tanto a bares como centros culturales con espectáculos en vivo. Locales como Kika y Olimpo sufrieron la clausura por no adecuarse a la reglamentación vigente en cuanto a las actividades que deben realizarse en cada lugar. Además, muchos bares fueron multados con grandes sumas de dinero y otros debieron cerrar sus puertas definitivamente, como es el caso de La Pacheta, Bienvenida Cassandra y Piedra Libre, entre otros.

Por lo tanto, desde varios sectores pronuncian que la normativa actual es obsoleta ya que no contempla la actividad principal de muchos de estos lugares, que es la difusión del arte y la cultura local, propiciando espectáculos y talleres. Es por ello, que con el fin de poder lograr una normativa que se ajuste a las necesidades de hoy en día, varios de estos espacios culturales se han unido para crear la figura de Club Social y Cultural. Así surgió en el mes de abril de 2014 el Ecur (Espacios Culturales Unidos de Rosario).

Foto: Diego Cazaretto

Desde Ecur juntaron firmas de todos los interesados para presentar un petitorio para que se apruebe en el Concejo la nueva figura que ampare a los espacios para que estos puedan subsistir. En total son 25 los centros culturales que forman parte del organismo. Entre los que impulsan la nueva normativa se encuentran Kika, Olimpo, La Chamuyera, Pichangu, Espiral, Peruta, Frida, La muestra y Distrito Sie7e.

Ignacio Gorriz, referente de Ecur, expresó en diálogo con Conclusión que “hay más de 50 espacios culturales en Rosario, de los cuales la mitad está habilitado y el resto no tiene controles. No son seguros, es una pena que la ciudad esté así con la necesidad de que haya un Club Social y Cultural en cada barrio”.

El proyecto para crear la figura de Club Social y Cultural pasó de la comisión de Cultura a la de Gobierno con dictamen unánime y ahora aguarda a ser tratado en el Concejo. “En Gobierno se empezó a frenar, fuimos dos veces a la comisión, pero una vez no hubo quórum, y en otra oportunidad no tuvimos mucha respuesta. Entonces decidimos visualizarlo mediante un festival”, comenta Gorriz.

El jueves 1 de diciembre Ecur organizó un festival en las puertas del Concejo Municipal en el horario de 18 a 21 para reclamar por el tratamiento del proyecto. En la jornada hubo bandas en vivo y feria de artesanías. Este acontecimiento fue criticado por algunos sectores políticos debido a que no contaba con autorización municipal para tal evento. Sin embargo, el referente del grupo contó que «los concejales que nos apoyan nos otorgaron subsidios para realizar el evento». Además, explicó que “avisamos que íbamos a estar ahí, así que estaban todos enterados. Pero por supuesto que no solicitamos permiso, porque se trataba de una protesta”.

“A partir de ese momento tuvimos mucha prensa a favor y en contra. Por supuesto que las voces en contra son operaciones partidarias”. A lo que Gorriz destaca que el Ecur no tiene ninguna vinculación con grupos políticos. “Como conjunto somos apartidarios”, asegura el referente de Ecur. Y agrega: “Es muy complicado abrir un centro cultural y habilitarlo. A veces se lo habilita con una figura que no es la que corresponde. Y arrancás endeudado porque cualquier habilitación no te sale menos de 15 mil pesos”.

Además, el representante de Ecur aclara que “nosotros estamos a favor del arte y la cultura y en contra de nadie. Y nos encontramos siempre con un inspector mientras damos los talleres. Entran a verificar con una habilitación que no se corresponde con lo que está pasando adentro”. En ese sentido, Gorriz opina que “te matan desde lo partidario.

Impulso de concejales

En septiembre de 2015 tres concejales de diferentes partidos presentaron el proyecto de ordenanza en el Palacio Vasallo. Se trata de María Fernanda Gigiliani, María Eugenia Schmuck y Caren Tepp (quien en ese momento aún no había asumido en su cargo de concejala). En esa ocasión la edila Schmuck comentó: «El objetivo de la ordenanza es otorgar una regulación propia y específica para la actividad, que además permita fomentar su desarrollo y la difusión de las expresiones artísticas y sociales que distinguen a Rosario”.

En octubre de 2014, el Ejecutivo presentó un decreto con el objetivo de otorgarle un nuevo marco regulatorio a la actividad, pero para el Ecur es insuficiente. La decisión del municipio establece las condiciones en que debe desarrollarse el sector autorizando la «programación artística» a aquellos establecimientos que «desarrollan actividades culturales con una periodicidad establecida en forma permanente», aunque no modifica las condiciones regulatorias preexistentes en lo que refiere a cuestiones de habilitación. Esto es lo que solicita el Ecur.

Ver Proyecto de ordenanza

Por su parte, Gorriz, referente de Ecur, hace incapié en la relevancia que poseen estos espacios para el desarrollo de la cultura en la ciudad. “Para lo que le ofrecemos a la cuidad y a cada barrio, somos claramente un espacio cultural. Por otro lado, hay bares con amenización y números en vivo que están avalados por esa ordenanza y que tienen una dinámica empresarial. Nosotros tenemos otra dinámica. Trabajamos con el otro, siempre a porcentaje, no cobramos alquiler en concepto de nada. Todos los arreglos son 70 para el músico, 30 para el lugar. O se le da lo que se saque de las entradas a los músicos. Tenemos esa dinámica de fomento de arte y cultura, nosotros entendemos que si el Estado no aparece y nos apoya nosotros no vamos a subsistir demasiado”, analiza Gorriz.

“No tenemos una dinámica empresarial y si el Estado no nos apoya no vamos a subsistir demasiado”

Siguiendo en esta línea, Gorriz manifiesta que “el Espiral no debería estar habilitado en la misma categoría que RockandFellers porque RockandFellers está habilitado para otra cosa. Ni mejor ni peor. Es distinto. Nuestra actividad principal son los talleres. Muchos están habilitados como bar y lo que menos hacen es funcionar como bar. El punto en común de todos los espacios culturales es que no son empresariales. Por delante está el deseo, no lo económico”.

Con respecto a las perspectivas en cuanto a la aprobación de la ordenanza, Gorriz es optimista: “Sabemos que hay bloques que estaban reticentes a este tema y han realizado algunas modificaciones. Pero vamos a ver si se puede llegar a algún acuerdo para que la ordenanza salga”.

En una ciudad que posee una abundante y heterodoxa oferta artística los bares de alguna forma intentan acompañar ese movimiento y ofrecerle al público un lugar para la expresión de la cultura. Además de un servicio diferente al gastronómico. Por eso, en una ciudad donde se discute la cuestión de la nocturnidad, esta nueva figura de Club Social y Cultural no es más que un elemento más que se suma al debate con el objetivo de que los emprendimientos locales puedan subsistir mostrando el trabajo de los artistas locales.

Foto principal: Ecur- Colectivo Avispero