La vida de Juan Pablo Montenegro, chofer de colectivo de la línea 133, es una historia que contiene valores dignos de destacar.

Este trabajador de 42 años, padre de familia y, ahora, abogado, logró convertirse en profesional del derecho mientras cumplía con su jornada laboral y, por supuesto, con sus responsabilidades familiares.

Montenegro siempre estuvo ligado a trabajos vinculados con la conducción y el manejo de vehículos. Comenzó como camionero en  el reparto de bebidas, estuvo en una empresa de traslado de caudales, remisero, hasta que en el año 2010 ingresa en la empresa Rosario Bus como chofer de colectivo.

Como todo empleado o trabajador, creyó que su servicio en la empresa de traslado de caudales iba a ser para siempre y proyectó su vida desde esa actividad, hasta que un día le avisaron que iba a ser despedido, lo cual hizo que se replanteara la manera de pensar a futuro su vida y la de su familia.

En el año 2012, mientras estaba trabajando en una remisería de la zona norte, conoce a un persona que le recomendó se presentara en la empresa de colectivos, que estaban tomando gente. Luego de ingresar como chofer, decidió avanzar con su idea de reinventarse y lograr la autosuficiencia económica, porque lo que se anotó en la facultad para estudiar Derecho.

Esto requirió un esfuerzo muy grande de parte de Montenegro, ya que tuvo que organizar su vida para que los tiempos y las responsabilidades le permitieran llegar a ese horizonte, que luego de 6 años y 8 meses pudo concretar: recibirse de abogado.

Conclusión visitó al chofer de colectivo y abogado en la ciudad de Ibarlucea, y le consultó sobre como fue el proceso de estudio y trabajo que le permitió concretar su sueño junto a su familia.

«Fue una carrera dura porque es larga. Me demandó 6 años y 8 meses y todo comenzó en el año 2010 cuando empiezo a trabajar en la empresa Rosario Bus», comenzó contando Montenegro.

El flamante abogado se refirió al nacimiento de su deseo por estudiar y superarse: «Tenía un empleo en el cual pensaba que me iba a jubilar, era una transportadora de caudales y yo decía ‘acá me jubilo’. Por circunstancias de la vida, pierdo ese empleo, y me dije a mi mismo ‘esto no me puede volver a pasar’. Uno a veces cree que esta bien, pero por causas de la vida perdí ese empleo, y me encontré sin herramientas para afrontar la situación, con dos hijos».

Cuando estaba trabajando como remisero, el actual chofer de la 133 conoció a actual colega que lo instó a trabajar en el transporte público. «Sacate el carnet porque va a entrar mucha gente», le dijo. «Estaban entrando alrededor de 300 choferes por año en ese momento», relató.

Al ingresar en la empresa, Montenegro sin perder tiempo solicitó una entrevista con la gerente: «Le planteé que quería estudiar y si la empresa me lo permitía, no había problema. Yo pienso que uno se tiene que adaptar a las normas de la empresa. Ella me autorizó, me dijo que la empresa me iba a apoyar en todo, me iban a otorgar los días para examen y así fue, dese marzo del año 2012 que comienzo mi carrera hasta septiembre del año 2018 la empresa me otorgó todos los permisos, así que estoy totalmente agradecido».

El abogado que firmó hace dos semanas para desempeñarse en el fuero federal, resaltó que para lograr cualquier objetivo «el apoyo de la familia y de Dios es fundamental. Uno no puede solo».

«Uno cree que puede solo, pero es mentira. Mi familia, mi esposa, mis hijas me apoyaron todo el tiempo, al punto de que yo trabajaba, venía a casa y mi señora me tenía preparada la ropa, me duchaba, me iba volando a la facultad, volvía y tenía la comida lista», puntualizó Montenegro.

Respecto a la estrategia para poder organizarse, el profesional del derecho contó: «Todo lo que leía por las noches lo grababa en un audio y al otro día escuchaba. Hasta cuando me duchaba., no me daban los tiempos, no podía sino».

Para Montenegro el recorrido realizado en su vida, se traduce en enseñanza: «Yo era uno de los que decía que en el colectivo se gana la plata fácil, por eso Dios me puso ahí para que me diera cuenta que no era así. Fui muchos años camionero, cargás y descargás cajones de cervezas, pero dormís dos horas y el cuerpo descansa. Pero en esta actividad, por más que duermas te levantas cansado, parece ilógico, pero cuando el cansancio es psicológico no descansas durmiendo poco».

«Es difícil porque uno transporta personas. La gente hoy en día está con el celular y en una frenada brusca la gente se golpea. O sea, la gente sube bien, tiene que bajar bien, es fundamental», agregó el chofer del 133.

El hombre cumple un sueño: «Todavía no caigo, mirá que fueron dos años ya que me recibí», y hace dos semanas pudo jurar en el fuero federal lo que hace aún más valioso su título como profesional.

«Me apasiona mucho lo que es el Derecho Penal. Ya tengo muchos clientes y necesitaba tener la credencial para poder litigar en ese fuero. Voy mucho a la cárcel de Piñero, tengo muchos clientes», comentó Montenegro.

El nuevo abogado concluyó mencionando algo que para él significa mucho en este proceso de superación intelectual y de historia de vida: «Soy humilde, vengo de un barrio de clase trabajadora en Casiano Casas y Baigorria, o sea que esto no me va a cambiar la vida, yo voy a seguir siendo el mismo, es más lo demuestro porque sigo trabajando de colectivero».