Por Marina Vidal. Fotos: Florencia Vizzi

Es notable la falta de conocimiento sobre discapacidad que tiene la sociedad. Al hablar de inclusión se da por sentado que algo está «excluido». Si nos referimos a personas con ojos, manos, piernas, corazón, lenguaje y cerebro… ¿no estaríamos hablando de alguien que, desde que nació, ya es parte de la sociedad? ¿Y por qué, entonces, se habla de incluirlos si ya son parte?

En Rosario, situado en calle San Lorenzo 2167, se encuentra el Centro Renacer Multiespacio Educativo Terapéutico. Allí, los profesionales trabajan a diario con personas que poseen distintas discapacidades. Con mucha amabilidad recibieron a Conclusión para compartir cómo es su trabajo y enseñarnos un poco más acerca del concepto discapacidad.

Para ingresar al Centro, se requiere que el chico tenga certificado de discapacidad. Las patologías son variadas entre los concurrentes: síndrome de Down, síndrome de frágil x, trastornos psiquiátricos, entre otros.

«Trabajar con chicos con discapacidad es distinto que trabajar con aquellos que no la tienen. A nivel institucional renacer-centro_de_dia8_fvizzinosotros buscamos trabajar en forma grupal e interdisciplinaria. Tenemos una amplia variedad de talleres que permiten  que los chicos que desarrollen y crezcan», comienza a contar Francisco Pampiglioni, psicólogo, tallerista y coordinador.

Desde el año pasado, Renacer se propuso habilitar otros espacios que impliquen salir de la institución para buscar integración. Por ejemplo, iniciaron un taller de producción laboral, que consiste en que los chicos realicen sus propios objetos para venderlos en la feria de Plaza San Martín. Una vez que los venden, ese dinero es de ellos, queda en un pozo grupal y ellos deciden qué quieren hacer con esa plata; van al cine, a tomar un helado, a los videosjuegos…

Participan además de todas las jornadas que se presentan a nivel municipal para que conozcan a chicos de otras instituciones y compartan con ellos actividades.
«La discapacidad lo que hace es establecer ciertos límites que son de tipo patológicos y que muchas veces se confunde este concepto discapacidad. Acá hace falta distinguir dos cosas: la discapacidad y la patología. La patología tiene que ver con el carácter médico, por ejemplo una ceguera; la persona no ve, no dispone de esa funcionalidad que es el uso de sus ojos; y la discapacidad son todas las barreras que esa persona encuentra en su vida, por padecer eso y que la sociedad no puede alojar«, explicó Francisco.

 

«La discapacidad es un problema de carácter social»

Respecto a cómo es su trabajo, el profesional sostuvo que es un trabajo difícil porque se debe «lidiar con barreas que son de carácter social, barreras de carácter mental de la gente, y dificultades concretas del día a día».

«Nos ha pasado de recibir chicos de 20 años que nunca habían asistido en una institución (ni siquiera en un jardín de infantes), entonces eso es un problema grave», afirmó Francisco.

La mamá de Luciano creó un Centro a fines de los 80. Él, de chico, jugaba con los concurrentes y compartía las tardes haciendo la tarea de la escuela. “Para mí es lo más natural del mundo, tengo daltonismo social, para mí todo el mundo es igual”. Así define como es su trabajo Luciano Mancino, uno de los directores del Centro y quien acompañó a Francisco durante toda la charla con Conclusión.

renacer-centro_de_dia6_fvizzi«Aquí, te encontrás con problemas de vulneración, con personas a cuyos derechos han avasallado, y muchas veces, debemos resolverlo en una llamada telefónica o en una visita acá al Centro», resumió Luciano, y Francisco agregó: «Trabajar con discapacidad es un desafío personal y profesional para todo aquel que entra a trabajar; está la patología, están las marcas que deja esa patología a lo largo de la vida de esa persona en su historia, y cómo la sociedad alojó eso.

Algo que resalta Luciano es que cuando se es padre, se tiene otra perspectiva del tema “porque tu hijo es uno de los que podría estar ahí, junto con ellos”. “A nosotros no nos pesa porque trabajamos con ellos, y lo hacemos para ayudarlos, acompañarlos y darles una mano”.

«Nosotros recibimos gente con problemas, no le podemos agregar otro. Ellos tienen problemas en su casa, con los médicos, con trámites, no le podemos sumar más, los chicos no pagan absolutamente nada, ni inscripción, ni materiales, nada», enfatizó el director de Renacer. Y agregó: «Lo que buscamos es la individualidad de cada uno, es decir, en algo que se destaque, algo que lo caracterice para poder desarrollar otro tipo de cosas».

«Acá si no tenés corazón vas muerto»

Al consultarle a Francisco porqué eligió trabajar con personas con discapacidad, fue contundente: «Por las prácticas pre-profesionales. La discapacidad no se trabaja en la facultad de psicología y uno no sale preparado para eso. Hice mi práctica en el centro de día y descubrí una forma de trabajo nueva que no está en los libros«. «Esos chicos a nivel afectivo te dan todo. Ellos son pura emocionalidad más que racionalidad»

En un momento de la charla, ingresó Dionisia Romero, la otra directora de Renacer, quien con voz dulce y tranquila definió clara y concisa varios conceptos de los cuales toda la sociedad debería aprender.

Los tres coinciden en que seguirían eligiendo esta profesión para su vida pero a su vez, saben que aún quedan muchas barreras por superar. “Que la inclusión sea verdadera y no solo una frase, que las barreras arquitectónicas terminen por derrumbarse, y lo más importante el concepto de la sociedad sobre la discapacidad, entender que es un concepto más que nada social y no una cuestión patológica”, definió Dionisia.

«Además -siguió explicando la directora- se considera a la discapacidad como un grupo homogéneo y en realidad la discapacidad de una persona es tan diferente como personas hay en el mundo, o sea, son tan diferentes entre ellos como nosotros y a lo que a uno apela a nivel terapéutico es a extraer esa subjetividad y esa capacidad distinta que cada uno puede poseer para que la desarrollen».

Lo que busca Renacer es «eliminar la discriminación y de apoyar a que cada uno pueda seguir su desarrollo con las condiciones más acordes».

«La sociedad es muy visual: si alguien tiene una cardiopatía congénita que no se vea, nadie va a decir nada. Ahora cuando se ve, es otra respuesta», definió Luciano al conjunto social.

Al pedirles que dejen un mensaje, Luciano dijo: «Los chicos hacen lo que ven en la casa y hay que empezar por ahí». Por su parte, Dionisia sostuvo que, a nivel social, hay que perder ese miedo a no saber qué hacer, «hay que entender que la persona que tenemos enfrente no es diferente, es otro». Para Franciscola mejor forma de ayudar es «abrir opciones y posibilidades para que se desarrollen».

«Nosotros, a nivel institucional también dejamos mensajes, y tenemos un rol importante y todas tienen que tener una finalidad para el afuera. Nuestra idea es que se hagan visibles. Lo que la sociedad tiene que cambiar es la concepción: no que los incluyan en un grupo de discapacitados sino que sean visibles como personas individuales como Juan, como María. Entender que no hay que incluirlos a la sociedad porque ellos ya son parte de ella, están dentro de ella como personas individuales, no están por fuera y hay que meterlos dentro, ellos ya están y son parte», enfatizó Dionisia.