Por Alejandro Maidana

La crisis sostenida que evidencia el modelo productivo actual, solo puede ser enmascarada por un furibundo lobby. Mientras que más del 90% de la población argentina transita sus días lejos de la ruralidad, algunos por iniciativa propia y otros por ser obligados a migrar, la discusión sobre qué tipo de producción sustentable necesitamos se profundiza.

La tierra concentrada en pocas manos nos muestra un camino tan sinuoso como inconducente, los privilegios que ostenta un sector ampliamente favorecido incluso en las etapas más difíciles del país, ofician de ariete a la hora de cosechar un amplio abanico de complicidades. A la deshumanizante aniquilación de lo que conocíamos como ruralidad, se le ha sumado, desde mediados de los 90 a esta parte, el impiadoso impacto generado por la utilización de agrotóxicos. Allí los pueblos fumigados no cesan de gritar su dolor.

Ante un paradigma con tintes apocalípticos, e incluso venciendo una parte del cerco mediático imperante, los tentáculos del agronegocio siguen aferrados a un negocio tan tóxico como desprejuiciado. Por ello Renace (Red Nacional de Acción Ecologista) ha comunicado y rechazado el accionar de las autoridades de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Señalan que el decano actual de esa casa académica ha sacado una resolución sobre el proyecto de ley de regulación para la utilización de plaguicidas en la provincia de Santa Fe, donde desnuda que su grupo político está a favor de las buenas prácticas agrícolas. Renace sostiene que ha quedado en evidencia la concordancia con el Laboratorio TAS (Toxicología-Asesoramiento-Servicios), esgrimiendo que sus dueños han sido candidatos en las listas del actual decano y están al servicio de Casafe (Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes). Quizás allí esté la razón de los ataques, hostigamientos y persecuciones a los miembros del Instituto de Salud Socioambiental.

¿Dónde está esa Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, que se posicionaba explícitamente en contra del agronegocio y los extractivismos, como lo hiciera en el año 2012? Esta es una de las tantas preguntas que se hace Renace, una Red que busca amplificar el reclamo sosteniendo la lucha contra el agronegocio y el extractivismo en los territorios. “Existe un claro cambio de mirada por parte de la universidad blanqueando el acuerdo con el TAS (Toxicología-Asesoramiento-Servicios), que es una referencia importante para el Casafe (Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes). En el TAS se capacitan a toxicólogos que después recorren el país brindando charlas y elocuciones, por ejemplo, el doctor Alexis Benatti no dudó a la hora de explicitar sobre la inocuidad del glifosato, minimizando los impactos del mismo en Tandil. Esta postura negacionista la vienen teniendo hace tiempo, yo diría desde que se formó el TAS, lo peor de todo es que el instituto ya tenía acuerdo con el agronegocio”, sostuvo Eduardo Rossi, Técnico en Inmuno Hemoterapia y Epidemiología en diálogo con Conclusión.

El TAS terceriza a través del estado los estudios relacionados con los impactos de los agrotóxicos en varios hospitales de la ciudad. “En el Hospital de niños Víctor J.Vilela y en el Hospital Provincial se centralizan todas las especialidades en torno a los agrotóxicos, de esa manera se oculta y desinforma sobre los impactos de estos tóxicos. A esto habría que sumarle como se minimiza la problemática con el fogoneo de las BPA (Buenas Prácticas Agrícolas) que tiene su anclaje en la búsqueda de «morigerar» la peligrosidad de los venenos con el buen uso. Hoy la Facultad de Medicina, a cargo del decano Jorge Molina, quien fuese mi profesor y consideraba buena persona, lamentablemente ha acordado con sectores de un accionar muy oscuro y enemigo de la salud”, enfatizó.

Para que tengamos una idea más medular, el TAS interviene en las causas judiciales de la provincia como perito, algo que lo expone indiscutiblemente a la hora de realizar un análisis de sus intervenciones. “Flaco favor le hacen al agronegocio. De esta manera traban y ocultan la información que suele llegar de los pueblos fumigados. El TAS facilitó que muchas causas cayeran, por ejemplo, la de Pueblo Esther y la de los impactos a la salud que había sufrido un aplicador de Sastre. Si bien esta problemática viene atravesando a todos los partidos políticos, cuando bajo el gobierno socialista, a través de la figura de Miguel Ángel Cappiello, quién estaba a cargo de la Secretaría de Salud, le solicitamos que den de baja los acuerdos con el TAS para que éstos dejen de operar con el estado, a sabiendas de su íntima relación con el Casafe. Nos respondieron que era imposible, ya que no ponían en duda su idoneidad. Quizás hacía referencia a que eran los más hábiles para ocultar los impactos de los agrotóxicos”, sostuvo Rossi.

Un hilo conductor que muestra claramente, que el circuito de complicidades, nace y muere en el monstruoso poder que ostenta el agronegocio. “Está todo tan bien organizado, que a los intoxicados por los venenos que utiliza el agro que requieren el servicio del TAS, ya que éstos brindan asesoramiento continuo, les responden con evasivas, incluso los derivan al grupo de psicólogos que trabajan con ellos. Esto empuja a que las demandas realizadas a las ART no prosperen, no podemos dejar de denunciar este accionar cuasi mafioso que ahora se ve potenciado por el acuerdo con la Universidad de Medicina de Rosario, que aparte de correr hacia los márgenes de la historia los imprescindibles campamentos sanitarios, se animó a más”, concluyó.