Por Jennifer Hartkopf

“No conozco a nadie que le haya ganado al alcohol”, admite Gerardo quien lleva entre siete y ocho años participando de “Alcohólicos Anónimos”, una organización mundial de hombres y mujeres que comparten su propia experiencia, fortaleza y esperanza para poder resolver y ayudar a otros a recuperase del problema común del grupo -alcoholismo- y alcanzar así, el estado de sobriedad.

A pesar de lo frustrante que puede resultar dicha afirmación, Gerardo lo considera un punto de partida y una idea central que lo ayuda a enfrentar el alcoholismo: “Uno tiene que entender que no hay ganadores con el alcohol porque no se puede pensar en un mañana, el mañana no existe; la lucha es día a día, lo que cuenta es hoy, este momento”. “La meta es lograr la sobriedad cada 24 horas, pensar en un plan a largo plazo es sinónimo de fracaso”, agrega.

Profundizando la idea, Gerardo explica a Conclusión que “la mayoría de la gente no sabe que el alcoholismo es una enfermedad y menos que es incurable que implica para quien lo padece, un tratamiento de por vida, al igual que suele ocurrir con la enfermedad del cáncer”, aunque confiado y esperanzado completa: “Es incurable, pero es tratable, por eso la lucha es día a día porque el riesgo de volver a caer en el alcohol está siempre latente”.

Relajado y sin prisa, continúa el relato. “El alcoholismo es una enfermedad física, mental y emocional que lleva a una guerra descarnada con uno mismo, que lleva a ser marginado socialmente y a encontrarse cada vez más solo; entonces el único amigo que aparece es la copa”, reconoció. “Es un enemigo sutil que te lleva a perder el juicio, a comportarte diferente a los demás y a romper y lastimar lo que uno más quiere: amigos y familia”, agregó. 

“El alcohol es peor que las drogas porque lo que abarca es mucho mayor: es público; está permitido, haciendo que sea más fácil de conseguir; es más barato y es más mortal a corto plazo”, compara Gerardo, quien sufrió 30 años de ‘carrera alcohólica’.

Refiriéndose irónicamente a la enfermedad apunta: “Con tiempo y alcohol, logras hospital, cárcel y con suerte, la muerte”.

Consultado sobre los factores que impulsan a uno a querer dejar de beber descontroladamente y a los motivos que lo llevaron a acercarse a “Alcohólicos Anónimos” dijo que sucede cuando “tocas fondo, cuando no servís para nada porque tu mente y tu cuerpo ya no responden” y cuando “te das cuenta que lo estás perdiendo todo: matrimonio, familia, amistades, casa, auto”.

— ¿En qué consiste el tratamiento de recuperación?

— Lo primero es tener ganas de dejar de beber, si no está tu propio deseo no sirve. La enfermedad no se cura con consejos de seres queridos y recomendaciones, porque si no fue adicto no puede ser especialista, no puede entender tu situación. En segundo lugar te das cuenta todo lo que perdiste y elegís no seguir perdiendo. Y en tercer lugar, recurrís a los cambios de hábitos: no tener plata en los bolsillos, tomar mucha agua, mantener la mente ocupada, bañarte, salir a caminar. Ahí uno empieza a quererse a uno mismo, a tener fe, a aprender a escuchar y a encontrar un equilibrio entre los distintos estados de ánimo para que los extremos, sea por ejemplo, o muy alegre o muy triste, no nos lleven a consumir porque a nosotros nos hace mal la primera copa, no la última.

El programa es de completa abstinencia. Quienes integran la organización no toman bebidas alcohólicas. La sobriedad se mantiene por medio de la experiencia, la fortaleza y la esperanza compartidas en las reuniones de los distintos grupos. Para finalizar, Gerardo recomienda a quienes beben en demasía, acercarse a la organización o contactarse al número 156-777132 donde recibirá atención y ayuda según las necesidades e inquietudes que presente y esté dispuesto a compartir con el grupo.

“Alcohólicos Anónimos”

Para participar el único requisito es tener el deseo de dejar la bebida. No se pagan honorarios ni cuotas, ya que la organización se sostiene con las propias contribuciones de los miembros. No está afiliada a ninguna secta religiosa, partido político, organización o institución alguna; no respalda ni se opone a ninguna causa.

Actualmente en Rosario funcionan 14 grupos ubicados en distintos puntos de la ciudad, y con miembros de entre 7 y 14 personas, de ambos sexos, los cuales comparten sus experiencias personales en reuniones de aproximadamente dos horas, de una a dos veces por semana.

El programa que sugiere la organización se basa en “12 pasos” designados para la recuperación del alcoholismo que ofrecen curación y alivio y luego “12 tradiciones” que respaldan, protegen y sustentan los “12 pasos”.

El anonimato es la base de “Alcohólicos Anónimos” porque “disciplina a la comunidad a gobernarse por principios y no por personalidades, fomentando una sociedad de iguales”.

La organización fue iniciada en 1935 por un corredor de bolsa de Nueva York y un médico de Ohio (ambos ya fallecidos), que se consideraban “borrachos desesperados”. Ellos fundaron el programa con el fin de ayudar a otros que sufrían de la enfermedad del alcoholismo, y de mantenerse sobrios a sí mismos. “Alcohólicos Anónimos” creció con la formación de grupos autónomos, primero en Estados Unidos y luego por todo el mundo.