Por Guido Brunet

“Quedate en casa” repiten muchos ciudadanos, medios y redes. El principal método para enfrentar el coronavirus que ha adoptado un gran número de países es el aislamiento físico, lo cual ha demostrado resultados positivos en diversas partes del mundo.

Sin embargo, el confinamiento más allá de las dificultades económicas que acarrea para quienes viven del día a día, no implica lo mismo para todos. Ese “quedate en casa” para algunos puede ser predisponerse a pasar el tiempo mirando series, cocinando y leyendo, pero para otros significa profundizar la situación habitacional por la que atraviesan.

En Rosario más de la mitad de la población no cuenta con título de propiedad, ni acceso regular a dos o más servicios básicos como agua corriente, luz y cloacas. Unas 100 mil personas viven en situación de vulnerabilidad, en 112 barrios denominados “populares”. Además, gran parte de los vecinos de aquellos barrios trabajan en changas, por lo que han perdido el único ingreso económica de su hogar.

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Los datos surgen del censo realizado por el Relevamiento Nacional de Barrios Populares (Renabap) en abril de 2019. El trabajo demostró que el 93,81 por ciento de los habitantes de barrios populares de Rosario no cuenta con acceso al agua corriente en su casa.  Pero las cifras podrían ser mayores dado el aumento de la pobreza y la desocupación en el país, y específicamente, en el Gran Rosario. Ya que la pobreza subió 3,2 puntos porcentuales más que en el mismo período de 2018. Mientras que la tasa de indigencia se incrementó de 1,3 punto y llegó al 7,3 por ciento.

La pobreza alcanzó al 35 por ciento de la población del Gran Rosario sobre el final de 2019, de acuerdo a los datos difundidos el Indec. En la región se relevaron en el segundo semestre del año pasado 117.343 hogares y 460.890 personas pobres, de los cuales 24.689 hogares y 95.961 personas son indigentes.

Entre 2018 y 2019 cayeron bajo la línea de pobreza 45.061 personas. Y 17.870 entraron en la indigencia.

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Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, a fines del 2019, la pobreza en Argentina llega al 35,5%, lo que representa una suba de 3,5 puntos respecto al 32% de igual período del año anterior. En tanto, la indigencia terminó el año pasado afectando al 8 por ciento de la población, por encima del 6,7% de igual período de 2018.

En el segundo trimestre de 2019 la desocupación en el Gran Rosario fue del 10,6%, el mismo nivel que en el total del país, pero el más alto de los últimos 13 años. Extrapolado a nivel nacional el desempleo afectaría a más de 2,3 millones de personas. En apenas un año (entre 2018 y 2019) casi 200 mil personas pasaron a engrosar las filas de desocupados en Argentina.

El triple en un comedor

Nelson Mancilla se desempeña en un merendero de barrio La Lagunita en la zona oeste de Rosario, además de colaborar en otros barrios de ese sector de la ciudad. En diálogo con Conclusión, contó que la demanda en el comedor se triplicó desde el comienzo de la cuarentena.

“Antes del aislamiento venían al merendero unos 100 chicos. Desde que empezó la cuarentena se sumaron doscientos. O sea, estamos abasteciendo a 300 chicos, madres y padres”, remarcó Mancilla.

Es que “de diez vecinos, ocho trabajan en negro. No pueden salir a cartonear, entonces no pueden llevar el plato de comida a la casa”, detalló la dramática situación.

“Acá están tratando de sobrevivir. De Nación y Provincia bajaron mercadería con el ejército, pero es mucha gente la que hay que abarcar”, agregó.

En cuanto a los servicios, Mancilla explicó que barrio Cañaveral no tiene agua potable. Y en cuanto a la atención sanitaria comentó que los barrios Cañaveral, Molino Blanco, Eucaliptal -entre otros- de la zona oeste dependen de un solo dispensario. “Son muchos barrios y estamos tratando de coordinar con ellos como el tema del dengue”, añadió.

Por su parte, Alberto Romero, referente social y voluntario del merendero Los chiquilines, en el barrio 23 de Febrero (Maradona entre Liniers y Larrea), comentó a Conclusión que «la realidad es que la cuarentena en el barrio se cumple un 70%. La gente tiene que salir a buscar alimentos, tiene que buscar la moneda diaria. Yo veo a los barrios y observo que la gente está en la calle, porque están buscando que comer», agregó.

Sin servicios

Según las cifras del Relevamiento Nacional de Barrios Populares (Renabap) de abril de 2019, el 98,81 por ciento (casi la totalidad) tampoco tiene cloacas. El 70,69 por ciento carece de acceso a la energía eléctrica. Y el 98,49 no posee gas natural.

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En lo que respecta la provincia de Santa Fe, el censo contabilizó 341 barrios populares, donde viven 72.572 familias en una superficie de 27 kilómetros. De ese total, 112 barrios corresponden a Rosario, donde se estiman 35.061 familias viviendo en esa situación, en una superficie de ocho kilómetros.

 

Casi el 30 por ciento del total de la población encuestada en Rosario vive en villas miserias (ocupación irregular de las tierras, en viviendas de gran precariedad). Y el resto está localizado en asentamientos (trazados urbanos que tienden a regularizarse).

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Asimismo, del total de la población censada en los barrios populares sólo el 1,79 accede al agua corriente. Y sólo el 2,68 posee cloacas.

En materia de servicio eléctrico, solo el 5 por ciento de la población tiene luz, y no llega al uno por ciento los que tienen gas natural en sus casas. En estas situaciones viven cientos de miles de rosarinos, en la periferia de la ciudad donde se localizan estos 112 barrios.