Por Federico Morel

Sandra Cabrera, sanjuanina de nacimiento, fue una mujer, trabajadora sexual y militante gremial de Rosario asesinada el 27 de enero del 2004, en medio de una serie de denuncias debido al maltrato, explotación y corrupción policial que sufrían día a día las mujeres que vivían de esa profesión.

Militante y vocal de la CTA, primera integrante de Ammar Rosario, Cabrera luchó incansablemente por el reconocimiento por parte del Estado de este oficio y por la reivindicación de los derechos de las meretrices, especialmente en la zona de la Terminal de Ómnibus.

Por los años ’90 las cosas no eran sencillas para aquellas mujeres que decidían utilizar su cuerpo como herramienta de trabajo, y eran muchos los factores que incidían en las pésimas condiciones que atravesaban. Uno de esos factores era -lisa y llanamente- el acoso policial que constantemente avanzaba, no solo sobre el dinero que hacían con el servicio que ofrecían sino también sobre la integridad de sus cuerpos.

Robos, golpes, maltratos, violencia sexual y psicológica, detenciones arbitrarias, abusos y actos de corrupción, eran algunas de las acciones que estas mujeres denuncian que debieron soportar.

La vocal de la CTA, en medio de denuncias y visibilización de la problemática, aparece con un tiro en la nuca, cerca de su casa y de su lugar de trabajo, en un claro mensaje mafioso. Tenía 32 años. El crimen de Sandra Cabrera continúa impune desde 2007, cuando la Justicia sobreseyó por falta de pruebas a Diego Parvluczyk, único imputado en la causa.

En aquel momento la CTA Rosario emitía un comunicado señalando la existencia de «autores intelectuales que no están siendo investigados. Tres días antes de su asesinato Sandra denunció con nombre y apellido a un policía que cobraba coimas a compañeras. Está claro: la policía puede matar con impunidad».

Recuerdo de compañeras

«Compañeras de Sandra» es una agrupación que días atrás se juntó a conmemorar, honrar y recordar el nombre y la imagen de la meretriz asesinada 17 años atrás, a través de un mural plasmado por el artista local Freddy Schiaratta, en la puerta de ingreso de CTA Rosario. Dos compañeras de militancia y amigas de Sandra reflexionaron sobre la vida de la dirigente sindical, lo que significó su desaparición física y cómo toman su legado para seguir reivindicando derechos para las trabajadoras sexuales.

Claudia Lucero, trabajadora sexual y militante, contó que «el caso de Sandra fue un crimen político y anunciado porque empezaron a amenazarla en ATE y  cumplieron con lo que le dijeron».

«Ella comenzó a denunciar todo lo que las trabajadoras sexuales sufríamos en ese momento, que la Policía nos llevaba presa, nos sacaba la plata, nos pegaba, les teníamos que pagar y si no le pagábamos teníamos que acostarnos con ellos. Todas esas injusticias las sufríamos nosotras en toda la ciudad», relató.

Sandra Cabrera fue la primera denunciante de los aberrantes hechos que sufrían las trabajadoras sexuales en las calles rosarinas. «Ella denunciaba cuando a nosotras nos llevaban presas. Luego comenzó a denunciar boliches, que después los cerraron, donde había drogas y encontraron menores. También destituyeron a los jefes de Moralidad Pública», recordó Lucero.

En relación a la causa, explicó que prescribió. «Por eso decimos que nosotras vamos a hacer condena social, siempre los vamos a escrachar y vamos a estar recordando a la sociedad que la Policía mató a Sandra Cabrera. Este mural es una manera de mostrar que estamos reafirmando su lucha. Por ese motivo, nace esta organización Compañeras de Sandra, en homenaje a ella y seguimos el camino de ella», expresó la amiga de la gremialista hoy homenajeada.

En la actualidad, la realidad de las trabajadoras sexuales no dista mucho de otras épocas en lo que se refiere a derechos laborales. El pedido hacia el Estado por el reconocimiento del servicio de meretrices sigue avanzando y cada vez son más las mujeres que acompañan este reclamo.

«Hoy en Rosario, la policía no las puede molestar porque se derogaron los códigos a seis años de la muerte de ella. Pero eso no quita que haya compañeras que recién se inician y que no saben que hubo una muerte y que Moralidad Pública se disolvió. A esas compañeras sí las llevan presas y la Policía les saca plata porque no lo saben. Para eso estamos nosotras, para decirles que acá tenés un lugar donde reclamar y que estamos para acompañarlas», remarcó Lucero.

Y agregó: «Seguimos reclamando derechos, entre ellos, jubilación, obra social y aportes como los que tiene todos los trabajadores, además de políticas públicas. Queremos que se reconozca nuestro trabajo porque ya hace mucho tiempo que venimos luchando. Ese es nuestro objetivo».

Cabrera comenzó Ammar en el año 2000, lo que marcó el inicio de una lucha sin treguas. «Las trabajadoras sexuales de Rosario nacen en Ammar. Lo que no quiere decir que después, con el tiempo, no se haya perdido el rumbo de lo que nosotras creíamos como convicciones con Sandra, que por eso nos fuimos alejando», dijo Claudia Carranza, también compañera y amiga de Sandra.

Hoy Compañeras de Sandra es una organización autónoma de la ciudad de Rosario, pero tiene una corriente en ocho provincias de Argentina «por sus convicciones, por su pérdida de miedo, por su valentía», añadió.

En relación al trabajo de ambas asociaciones, Carranza detalló que «tienen en el fondo la misma lucha por la libertad del trabajo, por la reivindicación del derecho laboral».

El mural resulta muy significativo para las trabajadoras sexuales. Según contaron, «tener un mural con la cara de Sandra en la CTA tiene un significado político de reconocimiento como trabajadora, como mujer sindicalista que no es menor. Fue la dirigente de Rosario en la CTA, era vocal en el año 2000».

Emocionada al contemplar el mural de su amiga y compañera, Lucero exclamó: «Esto me hace sentir bien. Miraba el mural y la veía a ella. Para mí Sandra no murió. Ella vive entre nosotras, porque cada vez hay más compañeras que necesitan que sigamos haciendo lo que ella hizo, defendiendo los derechos de todas».

Por otro lado, Carranza puso el acento en una necesidad, una deuda pendiente que existe desde el Estado para con la familia de la militante asesinada en 2004, que comenzó a ser subsanada hace apenas días. «Más allá de lo que pasó en ese momento, que tuvo la condena pública, mas allá de la personas, lo que se denunció es la corrupción policial, lo que les pasó a las compañeras, su hija no tuvo ninguna compensación. Se le está pidiendo al Estado una casa para Macarena, su hija». Esto se concretó días atrás, y Macarena puede tener su hogar.

 

Con respecto al mural expuesto en la entrada de la entidad gremial y a la lucha incansable que siguen dando las trabajadoras sexuales, Lucero dijo que ese reconocimiento «algún día va a llegar».

«Cuando la conocí a Sandra, teníamos un sueño que era no ir más presas, y lo logramos», recordó acongojada.

Y concluyó: «Ese mural tiene mucho significado: es una mujer, es líder, es una trabajadora sexual que no se calló, que no tiene miedo y que sigue viva entre las compañeras».