JUEVES, 28 DE NOV

¿Volver al futuro? Polémica por «patinetas eléctricas» irrumpe en España

El último verano centenares de “patinetes” (así los llaman en España) sorprendieron a propios y extraños en calles de distintas ciudades y generaron irritación en algunos y entusiasmo en otros, así como reacciones estatales.  

Foto gentileza David Folgueiras/El País

Aterrizaron este verano, revolucionando la movilidad urbana pero exasperando a peatones y automovilistas. Los patinetes eléctricos compartidos tomaron por sorpresa a las grandes ciudades de España, que ahora emprenden el contraataque.

En las calles de Madrid, los centenares de patinetes eléctricos (patinetas en América Latina) de la empresa emergente californiana Lime -de la que Uber y Alphabet, casa madre de Google, son accionarias-, dividen las opiniones.

Sus usuarios, que los desbloquean con una aplicación en sus teléfonos inteligentes, «no respetan nada, tendría que haber una norma para regularlos o algo. Es una locura (…), se meten por el carril (dedicado al) bus, se meten por el carril taxi», se queja Fernando Sobrino, taxista de 59 años.

«Están entre los coches por la carretera, por las aceras, sin control» abunda un peatón, José Manuel, un comerciante de 55 años, quien advierte del «peligro que te atropellen, que te den un golpe como casi me ocurre a mí el otro día».

El mes pasado, un video muy compartido en las redes sociales mostró a dos personas, entre ellas un niño, circulando a toda velocidad sobre un patinete por una autopista en las afueras de Valencia.

Presentes en calles y aceras de París, Viena o Zúrich, estos monopatines con manillar transformaron el paisaje urbano en la capital española, junto con las bicicletas eléctricas del ayuntamiento o las motocicletas eléctricas de alquiler temporal.

Sus usuarios no ocultan su deleite. «Vamos más rápido, conocemos más áreas. (Es) descansado y simpático, fácil de usar», se entusiasma Mónica Rodríguez, de 58 años. No obstante, reconoce que «es peligroso e incómodo para las personas que están caminando».

Madrid busca reglas

En todo caso, la irrupción de este nuevo medio de transporte tomó por sorpresa a las grandes urbes españolas. En Madrid no existe ningún reglamento específico para controlar el uso de los patinetes. Los de Lime, usados más de 100.000 veces en un mes y medio, son tolerados.

Pero la alcaldía gobernada por la izquierda tiene previsto aprobar un nuevo plan de movilidad urbana, que regula la circulación de los novedosos medios de transporte.

Valencia también está por adoptar una nueva reglamentación para prohibir principalmente su circulación por las aceras.

Barcelona ya controla el uso de los patinetes eléctricos de particulares: no se pueden usar sobre las aceras y solo los más veloces tienen el derecho de transitar por la calle.

En la urbe catalana, desbordada por el turismo masivo, el modelo de la patineta eléctrica compartida está totalmente prohibido. Según el reglamento, toda persona que paga por usarla debe ir acompañado de un guía, como en el caso de los «segway».

Confiscaciones en Barcelona y Valencia

Como resultado, los monopatines eléctricos esparcidos por la sociedad alemana Wind a finales de agosto fueron retirados en apenas horas por la policía barcelonesa.

Cerca de Barcelona, la alcaldía de Hospitalet de Llobregat prohibió que Lime instalase sus patinetes.

Algo similar ocurrió en Valencia, ciudad conocida por su extensa red de ciclovías, donde Lime desplegó sus patinetes a fines de agosto sin autorización de la alcaldía, que exige una licencia para ejercer una actividad económica en la vía pública.

Los monopatines fueron retirados y la empresa estadounidense recibió una multa. Lime trata de dialogar con la alcaldía y ha propuesto incluso pagar un impuesto para obtener permiso para operar.

Álvaro Salvat, representante de Lime en España, lamenta la ausencia de un reglamento específico para los patinetes eléctricos en Madrid o en otras ciudades españoles.

«Somos los primeros en querer que haya una regulación específica para nuestros usuarios, (…) para que sepan por dónde se puede, por dónde no se puede ir», aseguró.

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