El  astillero alemán Nobiskrug, en Rendsburg, se está convirtiendo el foco al que miran todos los amantes de la navegación y también de cientos de curiosos que quieren ver como se elevan los mástiles del yate asistido por vela más grande y lujoso del mundo. Un encargo del multimillonario ruso Andrey Melnichenko, al que Forbes le calcula un patrimonio de 9.2 billones de dólares.

Teniendo en cuanta las cifras de su cuenta corriente, no sorprende que el magnate haya encargado una embarcación que, según el portal especializado Superyachtfan, se rumorea que costará unos 400 millones de dólares. Un palacio flotante de ocho cubiertas y diseñado tipo loft con todos los lujos inimaginables: suites, helipuerto, discotecas y tres piscinas, una de ellas con el fondo de cristal a modo de observatorio submarino.

Los medios del sector se refieren a esta embarcación como uno de los grandes desafíos de la arquitectura naval de los últimos años. Un proyecto que se ha conocido comoWhite Pearl hasta que Boat International adelantó que Melnichenko lo bautizaría como Sailing Yacht A. ¿Haciendo honor a su inicial y a la de su esposa Aleksandra?

Según la publicación especializada, «la historia de esta embarcación comenzó en 2008 cuando invitó a ocho de los diseñadores más importantes del mundo a presentar sus ideas para un gran proyecto, la creación de uno de los mayores yates privados del mundo de vela asistida”.

El resultado ahora sale a la luz y, según el citado medio, mide 142 metros de eslora por 24,8 de manga y tiene tres mástiles de 91 metros cada uno que han causado gran expectación en los astilleros, desde donde acaba de zarpar para realizar su primer viaje de prueba. Se espera que Melnichenko y sus invitados –además de los 54 miembros de la tripulación para los que este barco está preparado- puedan disfrutar de este velero en el 2016.

El magnate ha confiado su diseño al industrial francés Philippe Starck, quien también se encargó del que hasta ahora ha sido el barco favorito del ruso, también llamado A, y otra embarcación cuya fisonomía y diseño no dejaban indiferente a nadie. Un yate a prueba de bombas que competía en lujo y seguridad con el de otro multimillonario ruso, Roman Abramovich, y que se ha visto fondeado en los últimos años en Palma de Mallorca, Cannes, Singapore, San Bartolome, Grecia o Croacia y del que se han bajado invitados como Demi Moore y Ashton Kutcher. ¿Quiénes serán los primeros en disfrutar de este prodigio de la ingeniería?