La revelación de las charlas privadas que el ministro de Justicia de Brasil, Sérgio Moro, mantuvo cuando era juez con los fiscales que participaron del proceso contra el ex presidente Luiz Lula da Silva, que ponen en duda su parcialidad, amenazaron con manchar la reputación de Telegram, la aplicación con la que se comunicaban los letrados.

El escándalo desatado en el país limítrofe le dio un golpe de fama Telegram, poco conocida en Brasil -uno de los países con mayores usuarios de Whatsapp- y que tiene entre sus características definitorias la de ser, supuestamente, más segura que las demás.

Pero la seguridad de las aplicaciones queda en un segundo plano cuando lo que se hackea es un teléfono, como todo indica que sucedió.

Telegram, según describió su creador, el ruso Pavel Durov, almacena los mensajes en servidores propios de la empresa, encriptados, siempre que el usuario inicie una «conversación privada» con su interlocutor (algo que se elije al iniciar un chat).

Esto es diferente de Whatsapp, por ejemplo, en donde los mensajes son encriptados por defecto pero las conversaciones se almacenan en carpetas de Google Drive, que no están cifradas.

Más allá de esta característica, las investigaciones de la Policía Federal revelaron que los hackers que accedieron a los mensajes de Moro y los fiscales no lograron violar la encriptación de Telgram, sino que pincharon los teléfonos de los funcionarios que aparentemente manejaron las etapas del juicio para poner tras las rejas a Lula.

Según la fuerza policial, los hackers clonaron el teléfono del ministro -el propio Moro reconoció haber recibido una llamada de un número idéntico al suyo- y así reactivaron su cuenta de Telegram.

Rápidamente, los hackers accedieron a conversaciones.

La aplicación informó en un comunicado que, en sus seis años de existencia, jamás sufrió una filtración de seguridad, una fortaleza que condujo a que Telegram fuera bloqueada en países como Irán, Rusia y China.

Esta información fue la que los hackers le entregaron a The Intercept, el sitio conducido por el periodista Glenn Greenwald (ganador del Pultizer por revelar ante el mundo el espionaje masivo de la NSA, a los que accedió tras reunirse con Edward Snowden).

Estas conversaciones revelan cómo el entonces juez sugirió a los fiscales del caso conocido como Lava Jato que cambiaran el orden de las fases del proceso, le bloquearan a Lula una entrevista y otras medidas que estarían prohibidos por la ley.