Benny Gantz de la coalición Azul y Blanco logra 32 escaños, uno más que los del primer ministro Benjamin Netanyahu, del Likud, escrutados el 92% de los votos de las elecciones israelíes celebradas ayer, un resultado parcial que mantiene el bloqueo político y deja con la principal llave de gobernabilidad al ultraderechista Avigdor Lieberman, con nueve diputados.

El virtual empate, anticipado ayer por encuestas de boca de urna y corroborado con los datos oficiales publicados por el diario israelí Haaretz, confirma que hasta ahora ninguna de las agrupaciones alcanzará la mayoría en el Parlamento sin el apoyo de Israel Beitenu, de Lieberman, que ve reforzado su papel arbitral en la disputa eleccionaria.

El ex canciller y ministro de Defensa fue el primero en llamar a un gobierno de unidad con Likud y su opositor, Azul y Blanco, en el que su partido aspira a reservarse una cuota de poder.

«Nuestra única opción es un gobierno de unidad nacional de amplia base laica y liberal», dijo ante periodistas.

Netantahu, en tanto, con voz ronca y demacrado tras la campaña, dijo a sus partidarios que estaba preparado para las negociaciones para formar un «gobierno sionista fuerte», con lo que pareció insinuar la apertura para formar una administración de unidad nacional, aunque no lo precisó.

Gantz, por su parte, sorprendido por periodistas mientras iba a correr, dijo que se pondrá en funciones para «formar un gobierno de unidad amplia que expresará la voluntad del pueblo» y que con ese objetivo «comenzaremos las negociaciones y hablaré con todos».

«Esperaremos los resultados finales… y le deseamos a Israel un buen gobierno de unidad», cerró.

Durante la campaña, Gantz dejó muy claro que su coalición se formó para expulsar del poder a «Bibi» -como le dicen sus compatriotas a Netanyahu-, a quien considera manchado por las acusaciones en tres casos de corrupción.

Hay una posibilidad, baja pero no imposible, de que el Likud se una a sus tradicionales aliados, los ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torah, con 9 y 8 escaños, y el ultraderechista Yamina.

Para los medios israelíes -descontando la opción de Shas y Torah- sin el apoyo de Lieberman, Netanyahu no parece tener opciones de encabezar un Gabinete de coalición.

La pérdida de relevancia política también afectaría a Netanyahu en ese campo, limitando las opciones de sacar adelante la ley de inmunidad para altos cargos que impulsaba su partido y se esperaba formase parte de las negociaciones de coalición.

«Quizás, solo quizás, la ‘era de Netanyahu’ ha llegado a su fin», titulaba anoche una de las principales notas editoriales de Haaretz dando cuenta de la atmósfera política en el país hebreo.

Sin embargo, el apoyo entre los funcionarios y cercanos a Netanyahu fue rotundo, según detalla la agencia de noticias EFE.

El ministro de Justicia, Amir Ohana, dijo que «no hay ningún otro candidato del Likud para primer ministro que no sea Netanyahu», mientras su compañero de Exteriores, Israel Katz, afirmaba que este «es y seguirá siendo el único candidato» a la jefatura del Gobierno, recogió hoy el diario Maariv.

También cerraron filas en torno a «Bibi» la ministra de Cultura -«no será expulsado, estamos unidos apoyándolo»- y el titular de Medioambiente, Zeev Elkin, quien aseguró que «Netanyahu es el líder elegido del Likud» y recordó que, de acuerdo a los resultados provisionales, «no hay forma de hacer un gobierno sin el Likud».

Los analistas, sin embargo, anticipan un bloqueo que llevaría a unas terceras elecciones que todos desean evitar, lo que podría forzar que su propio partido optase por dejar fuera a Netanyahu.

Hoy, Netanyahu aseguró que no podía permitirse que se forme un gobierno con los partidos árabes (que se convertirían en tercera fuerza política con 13 escaños) y daba a entender que podría hacer concesiones para entrar en un ejecutivo de unidad.

Como tercera fuerza, la alianza Lista Unida, que agrupa partidos árabes podría impedir que Netanyahu continúe como primer ministro si decide respaldar a Gantz para el puesto.