Como una entusiasta y colorida marea, 1,5 millones de fieles se reunieron en Lisboa el sábado para la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), presidida por el papa Francisco.

La cantidad de personas presentes al caer la noche en la inmensa explanada dispuesta junto al Tajo fue comunicada por el Vaticano, citando una estimación de las autoridades portuguesas.

Durante el día, jóvenes católicos de todo el mundo fueron llegando bajo el fuerte sol con sus mochilas y sacos de dormir, preparados para pasar la noche hasta la misa final del domingo

Jorge Bergoglio, de 86 años, realizó su aparición en «papamóvil» poco después de las 19H00 en esta vigilia con ambiente de macrofestival, que arrancó con actuaciones de música pop-rock en el colosal escenario que domina este enorme recinto dispuesto en un antiguo vertedero.

En un animado discurso, en el que interactuó en varias ocasiones con la audiencia, Francisco hizo referencias al fútbol, a los exámenes o a los momentos de crisis

«¿Ustedes creen que una persona que cae en la vida, que tiene un fracaso, que incluso comete errores pesados, fuertes, ya está terminada? No», lanzó a los peregrinos, subrayando que tras cualquier tropiezo deben «levantarse»

Los organizadores habían proyectado que la vigilia y la misa del domingo por la mañana podría reunir un millón de personas, como punto álgido de la semana de encuentros culturales y espirituales que integran esta edición de la mayor reunión católica internacional.

En una amplia superficie llena de tiendas de campaña y banderas de numerosos países, los jóvenes aguardaron en un ambiente festivo, rodeados por un amplio dispositivo de seguridad.

El sábado por la mañana, el papa argentino fue recibido por unos 200.000 fieles en el santuario de Fátima, 130 km al norte de Lisboa, donde rezó el rosario con jóvenes enfermos, discapacitados y seis prisioneros.

«La Iglesia no tiene puertas, para que todos puedan entrar», aseguró el pontífice durante un breve discurso pronunciado en español, como casi todos desde que llegó el miércoles a Portugal.

«Esta es la casa de la madre y una madre siempre tiene el corazón abierto para todos sus hijos. Todos, todos, todos, sin exclusión», repitió entre aplausos, reiterando un mensaje que ya subrayó en otras ocasiones en esta JMJ.