Unos 200 civiles, entre ellos casi 60 niños, murieron desde el domingo por los violentos bombardeos de las fuerzas del régimen sirio contra el bastión rebelde de Guta Oriental, cerca de Damasco, a pesar de los llamamientos de la ONU a poner fin a este «sufrimiento sin sentido».

El balance de la ofensiva, previa a un ataque terrestre contra esta región cercana a Damasco, el último feudo en el país de los opositores al régimen del presidente Bashar Al Asad, es de 17 muertos el domingo, 127 el lunes y 50 este martes, indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

“Ninguna palabra puede hacer justicia a los niños asesinados, a su madres, a sus padres y a su seres queridos», dijo UNICEF en un comunicado publicado este martes.

Por su parte, la oposición siria en el exilio denunció «una guerra de exterminio» y el «silencio total» ante los «crímenes» del régimen de Asad en la guerra que empezó hace casi siete años.

La jornada del lunes «fue una de las peores de la historia de la crisis actual», dijo un médico de la zona que se identificó como Abu Al Yusr. Pocas horas antes, el coordinador de la ONU para la ayuda humanitaria en Siria, Panos Moumtzis, pidió el «cese inmediato» de los bombardeos y recordó que en esta región viven cerca de 400.000 personas en condiciones muy precarias.

Solo este lunes, por los bombardeos sobre Guta, murieron 140 personas. Desde hace cinco años que no había en la zona una jornada tan mortífera: fue en 2013, por un ataque con gas sarín perpetrado por Damasco, según la ONU. En ese sólo acto murieron 1.429 personas. Y esa no fue la única vez que civiles han sido atacados con armas químicas. Pasó hace un año en Idleb. EEUU y Francia culparon a Asad. «Srebrenica fue la matanza de los años 90. La de Guta es la de este siglo», dice Al Yasar, el doctor en Guta.

Centenares de personas heridas seguían llegando a hospitales improvisados de la región, donde faltan camas y muchos heridos hay que cuidarlos en el suelo. «Hemos recibido a un niño de un año, tenía el cuerpo azul, su corazón apenas latía. Cuando le abrí la boca para ponerle un tubo respiratorio vi que estaba llena de arena. Había sido evacuado de debajo de los escombros», explicó el médico Abu Al Yusr.

El 5 de febrero, el ejército lanzó una campaña aérea de cinco días de una violencia sin precedentes en Gut, que dejó 250 muertos entre la población civil y centenares de heridos.

Desde entonces, el ejército refuerza sus efectivos alrededor de esta antigua zona agrícola, asediada desde 2013. El régimen quiere retomar Guta para poner fin a los disparos desde esta zona, a veces mortíferos, en dirección a Damasco. Este martes cuatro civiles murieron en ataques rebeldes contra la capital, según medios oficiales.

En su comunicado, la coalición de oposición acusa a Rusia, aliada del régimen, de intentar «enterrar el proceso político» para buscar una solución al conflicto que empezó el 15 de marzo de 2011 y que ya ha dejado más de 340.000 muertos.

Desde mediados de 2017, la Guta Oriental era en teoría una de las «zona de distensión» creadas por un acuerdo entre Rusia e Irán, los dos principales apoyos del régimen, y Turquía, que apoya a la oposición.

La guerra en Siria, que empezó con la represión brutal de manifestaciones que pedían reformas, se ha complicado con la implicación de grupos yihadistas y de potencias regionales e internacionales.

Este martes, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo que las fuerzas turcas asediarán en breve la ciudad de Afrín, capital de una región del noroeste de Siria donde Turquía lleva a cabo una operación para expulsar a una milicia kurda que considera «terrorista», las Unidades de Protección del Pueblo (YPG). Pero esta ofensiva ha aumentado la tensión de Turquía con Estados Unidos, que apoya a las YPG en su lucha contra los yihadistas del Estado Islámico (EI) en Siria.