Pobladores de la ciudad nicaragüense de Masaya salieron a las calles para exigir la salida del poder del presidente Daniel Ortega y justicia por los más de 220 muertos en las protestas que sacuden al país desde hace más de dos meses. La localidad se declaró en rebeldía hace dos semanas.

Cargando la foto de su hijo de 15 años muerto de un balazo en el pecho en una barricada, marchaba Aura López, una humilde empleada doméstica de 45 años, vestida de blanco con un lazo negro en la solapa. «La policía no me le perdonó su vida. Me lo mataron. Todos los días le pido a mi Dios que me dé fuerza para llevar este dolor tan grande. Pedimos que nos ayuden a sacar a Ortega por las buenas o por las malas. Es el culpable de este sufrimiento», declaró Aura Lopez.

Los pobladores esperaban en el barrio de Monimbó, epicentro de la represión, a expertos de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), quienes finalmente fueron a Jinotepe (norte) tras violentas incursiones de fuerzas de seguridad la noche del jueves.

Una larga fila de personas se formó en la iglesia de San Miguel, en Monimbó, con fotos de fallecidos, casquillos de balas y hasta ropas con sangre, para poner denuncias ante la Asociación Nicaragüense pro Derechos Humanos (ANPH), que cifra en 285 las muertes, aunque otro grupo humanitario las calcula en más de 220.

Para este sábado los opositores convocaron a la «Marcha de las flores» en Managua y otras ciudades, que había sido suspendida hace una semana por la violenta incursión de antimotines, parapolicías y paramilitares en varias zonas del país.