Jóvenes albinos, estigmatizados y perseguidos en varios países africanos, participaron el viernes en el concurso de belleza para la elección de los primeros Miss y Mister Albinismo Kenia, una forma como cualquier otra de luchar contra los prejuicios.

El primer certamen de este tipo, según los organizadores, tenía por objetivo mostrar «que hay albinos bellos y que se sienten a gusto consigo mismos», explicó Isaac Mwaura, el primer diputado albino keniano y organizador de la velada.

«Queremos mostrar nuestro talento, queremos afrontar el estigma y la discriminación», subrayó.

El albinismo es una condición genética que se caracteriza por una ausencia de pigmento en la piel, el pelo y los ojos.

«En África, la gente tiene la piel negra. Cuando una mujer da a luz a un albino, dicen que es una maldición», contó Nancy Njeri Kariuki, una joven de 24 años que vino del centro de Kenia para participar en el concurso.

«Incluso los niños de la misma edad tienen miedo de uno», agregó la joven que desfiló con una peluca castaña ante el vicepresidente del país, William Ruto. Caminó con paso firme y la cabeza bien alta.

Los participantes desfilaron con prendas del estilo de las que visten en sus oficios, de pescador a soldado pasando por jugadora de rugby, para demostrar que ellos también pueden ser parte de la población activa del país.

Según Isaac Mwaura, los albinos tienen muchas dificultades para encontrar empleo.

Aficionada al skateboard (monopatinaje), Sarah Wanjohi, de 21 años, no se cruza con muchos albinos en sus actividades de ocio. Llegó al certamen con sus bártulos y este mensaje: «Podemos amar, podemos desfilar (…) Podemos hacer todo lo que la gente cree que somos incapaces de hacer».

«Para mí fue difícil. ¡Los tacones, los frufrús no es demasiado el estilo skateboard!», bromea.

En países del sur y el este de África, como Tanzania, Malaui, Burundi o Mozambique, los albinos sufren ataques. Algunos son incluso perseguidos y amputados de sus miembros para rituales de brujería. Ni siquiera se salvan los niños.

Este tipo de ataques no suelen producirse en Kenia, aunque Isaac Mwaura afirma que la Sociedad de Albinismo que dirige tuvo que intervenir varias veces para salvar a niños o a adultos amenazados de un ritual mortífero.