Guatemaltecos acudían este domingo a las urnas para elegir un nuevo presidente tras una campaña marcada por intentos de marginar al candidato opositor Bernardo Arévalo, quien genera esperanzas de cambio en un país sumido en la pobreza, violencia y denuncias de corrupción, que inducen cada año a miles de guatemaltecos a emigrar, sobre todo hacia Estados Unidos.

Pero el sociólogo, filósofo y diputado es visto con aprensión por la élite política y empresarial que dirige el país centroamericano, acusada de corrupción. Su rival es la exprimera dama Sandra Torres, quien en su tercer balotaje cuenta con el apoyo silencioso del presidente derechista Alejandro Giammattei y de la poderosa élite empresarial aliada del Gobierno.

Torres puso en duda el proceso de conteo de votos: pidió a la Justicia que garantice la «transparencia» del balotaje y denunció supuestas «acciones intrusivas» y «racistas» de observadores de la Unión Europea.

La Corte Suprema acogió su pedido y ordenó al Tribunal Supremo Electoral (TSE) que «tome las medidas para garantizar el correcto ingreso de datos al sistema informático» y permita a los fiscales partidarios tomar fotos de las actas de las mesas de sufragio.

La candidata es apoyada por varios partidos de derecha, pastores evangélicos y la Fiscalía, que ha tratado de ilegalizar al partido Semilla de Arévalo para marginarlo de la contienda presidencial. «Hay que estar listos para las arremetidas», dijo Arévalo la semana pasada en una entrevista en relación a los intentos judiciales por correrlo de la elección. «Vemos toda una armazón de corrupción en donde tristemente el partido contendiente ya es parte junto con el Estado, con el gobierno, y están tratando de ver la forma como logran burlar la voluntad popular que va a ser manifestada este domingo», agregó.

Un sondeo divulgado la semana pasada mostró un 50% de las intenciones de voto a favor de Arévalo y un 32% a favor de Torres.

Por su parte, la Corte Suprema guatemalteca dejó sin efecto en forma definitiva la orden de un juez de inhabilitar al movimiento Semilla de Arévalo. Pero la Organización de Estados Americanos (OEA) expresó su «preocupación» por los planes de la fiscalía de detener a dirigentes de Semilla tras el balotaje.

De 64 años, Arévalo es hijo del primer presidente elegido democráticamente en Guatemala, Juan José Arévalo (1945-1951), y promete seguir la senda de su padre con una fuerte agenda social y de cambio.

Además de la cruzada contra Semilla, la fiscalía lleva adelante desde hace un par de años una campaña contra periodistas y funcionarios judiciales que combatieron la corrupción, y ha encarcelado o empujado al exilio a varios de ellos.

Analistas señalan que Guatemala vive un retroceso hacia el autoritarismo como reacción del establishment a la Cicig (Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala), un ente creado por la ONU que investigó la corrupción gubernamental entre 2007 y 2019.

En un país fuertemente conservador y religioso, Arévalo y Torres descartaron legalizar los matrimonios igualitarios o el aborto, que solo está permitido si hay riesgo para la madre.

Sin embargo, la ex primera dama, de 67 años, asevera que su rival es ateo -aunque es católico como ella-, que quiere legalizar el aborto, las uniones entre personas del mismo sexo y las drogas. También llamó «huecos» (homosexuales) a los seguidores de Semilla. Su rival se defendió de los dichos de Torres afirmando que ella «es la candidata de la mentira y la desinformación».

Unos 9,4 millones de guatemaltecos están habilitados para elegir al sucesor de Giammattei, quien debe entregar el mando el 14 de enero de 2024.

Los casi 3.500 centros de sufragio abrieron a las 7 (las 10 en Argentina) y cerrarán a las 18 (las 21 en Argentina). Los primeros escrutinios oficiales se conocerán unas tres horas después del fin de la votación.