Pakistán vivió este miércoles una sangrienta jornada electoral a causa de un atentado suicida reivindicado por el grupo Estado Islámico (EI) que causó al menos 31 muertos y 70 heridos.

El ataque se produjo en la entrada de un recinto de votación en Quetta, una ciudad de la provincia de Baluchistán (suroeste). Un kamikaze «intentó entrar en el colegio electoral y cuando la policía lo quiso detener se hizo estallar», dijo a la AFP un responsable de la administración local, Hashim Ghilzai.

Entre los muertos hay tres policías y cuatro niños, indicaron fuentes oficiales.

Previamente, otro ataque con granada en otro recinto de voto causó la muerte de un policía, en Khuzdar, también en Baluchistán, una de las provincias más pobres del país.

Los colegios electorales cerraron bajo tensión e incertidumbre a las 13 horas, aunque aun había largas colas en la entradas. Las personas presentes dentro de los locales podían votar, aclaró la comisión electoral.

Unos 106 millones de electores estaban llamados a las urnas en un país de 207 millones de personas, para elegir a sus diputados para los próximos cinco años. La formación ganadora será llamada a formar el nuevo gobierno federal.

Imran Khan, jefe del Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI) y exestrella del críquet, es el principal aspirante al puesto de primer ministro junto a Shahbaz Sharif, hermano del ex primer ministro Nawaz Sharif, líder de la Liga Musulmana de Pakistán- Nawaz (PML-N).

Las elecciones son solo la segunda transición democrática de un gobierno civil a otro en un país cuya historia está marcada por los golpes de Estado militares y los asesinatos de políticos.

Pero también se la considera la «elección más sucia», debido a las acusaciones de arreglos por parte de las fuerzas armadas, que podrían haber beneficiado a Khan.

Shahbaz Sharif denunció este miércoles «fraudes flagrantes» en los comicios generales, que se encuentran en escrutinio, y anunció que su formación, en el poder en los últimos cinco años, los «rechazará».

«Son fraudes tan flagrantes que todo el mundo se puso a llorar.

Lo que hicieron hoy regresa a Pakistán 30 años atrás (…) Rechazamos ese resultado», declaró Sharif, líder de la PML-N.

Poco antes, la televisión nacional había indicado que solo el 18% de los votos habían sido escrutados seis horas después de cerrar las urnas.

En su cuenta Twitter, el PML-N afirmó que «rechaza integralmente los resultados de la elección general de 2018 a causa de irregularidades claras y masivas».

La primera persona que entró en uno de los colegios electorales de la ciudad de Lahore (este) fue una empresaria, Maryum Arif, que dijo a la AFP que votará por el PML-N por haber «servido a Pakistán».

Poco después llegó Shahbaz Sharif, que llamó a los paquistaníes a «salir de sus casas (…) y cambiar el sino de Pakistán», antes de depositar su propio voto.

Durante la campaña murieron más de 180 personas en varios atentados, incluidos tres candidatos.

Pero a pesar del clima de tensión, el proceso fue «tranquilo, ordenado y pacífico», según una observadora electoral occidental en el estado de Penjab.

«Nebuloso»

Imran Khan votó en Bani Gala, en la periferia de la capital. «Llegó el momento de sacar a los partidos que han secuestrado al país durante años», declaró.

La ex estrella del deporte hizo campaña con la promesa de construir un «Nuevo Pakistán» y se comprometió a erradicar la corrupción, cuidar el medioambiente y construir un «estado islámico del bienestar».

Pero su campaña se ha visto empañada por las acusaciones de que tiene el apoyo de las poderosas instituciones de seguridad del país. Medios de comunicación y activistas denuncian por su parte un «golpe silencioso» de los generales.

Los militares rechazaron las acusaciones, asegurando no tener un «papel directo» en el proceso electoral.

Las autoridades electorales concedieron amplios poderes a los oficiales militares dentro de los colegios electorales, lo que aumentó los temores sobre una posible manipulación.

Por su parte, Sharif acusa a las fuerzas armadas y a la justicia de haber hecho todo lo posible por perjudicar a su partido, incluso forzando a sus candidatos a cambiar su lealtad.

Foto: AFP / ABDUL MAJEED